De Marianella Salazar se ha dicho mucho. Su presencia en los medios está rodeada también de leyendas que desde hace años se comentan en el gremio periodístico e incluso entre la audiencia.

Ella lo sabe muy bien, y le ha llegado la oportunidad de hablar… de ella. Necesitaba hacerlo. La periodista siente que ha pasado mucho tiempo sin dirigirse directamente al público, desde que en agosto de 2017 Conatel cerró La Nueva Mágica 99.1, emisora en la que conducía el programa Hoy por hoy.

“Ha sido un año de duelo, que coincidió además con la muerte de mi madre, con la que siempre viví. Esto me permitió hacer un viaje interior, que nunca había hecho. Tenía un asunto pendiente en la vida: escribir”.

Fue en 1969 cuando empezó a ejercer el periodismo y la radio era el medio por el que sentía especial devoción. Sus inicios fueron en  Radio Aeropuerto con Augusto Hernández, en un programa en el que también participaban Pedro León Zapata, Jaime Ballestas y Kotepa Delgado.

En ese proceso de escritura pendiente, desembocó en el monólogo Marianella Salazar. La eterna irreverente, que se estrenará el 30 de octubre, dirigido por Julie Restifo, en el Centro Cultural BOD. Así reafirmó que sobre las tablas, que no le eran ajenas porque formó parte del elenco de Monólogos de la vagina,podía dejar atrás las normas más formales de la cabina para descubrir que puede expresarse sin la rigurosidad que impone un medio de comunicación.

Se sentía a gusto mientras escribía, pero llegó un momento en el que aparecieron las dudas sobre el resultado. “Lo tuve durante meses en el congelador porque pensé que no iba a funcionar. Pero aproveché que Javier Vidal estaba de reposo para mostrárselo y así conocer su opinión. Julie Restifo y él se entusiasmaron tanto, que me animaron a continuar”.

La pareja la alentó, además, a dejar atrás los pruritos. “La vida de uno está repleta de un aturdimiento asombroso, y enfrentarse a las esquinas que uno tiene no deja de ser un ejercicio interesante. Esto me ha ayudado mucho. Un ejercicio de rebelión y libertad”.

Salazar habla de la profesión, del país, de situaciones personales como sus amores; eso sí, no de todos. También se adentra en los miedos, frustraciones y fracasos, así como pasajes inéditos con políticos venezolanos. Es cautelosa con lo que cuenta. No por reservas, sino por temor a dar muchos detalles sobre lo que se verá en escena. “Lo que te puedo decir es que todo está contado con la mayor espontaneidad y honestidad. Uno entiende que surjan todas esas cosas. No he sido una devoradora de hombres, pero tampoco una santa”.

—¿Cómo ha sobrellevado todo lo que se ha dicho sobre su vida?

—Todo eso lo abordo. Sé de qué me estás hablando, de si fui amante de Carlos Andrés Pérez. Son cuarenta años comentando eso, ya me acostumbré. Ese aspecto lo analizo para llegar a conclusiones interesantes sobre quién inventó esa leyenda. Mucha parte de ese morbo será satisfecho.

Comprende que todo tipo de preguntas surjan alrededor de las figuras públicas, y más en aquellas que han ejercido tantos papeles. “Fui presidenta del Concejo Municipal de Petare cuando era muy joven. En esa época incluía lo que hoy es Baruta. Se tejieron leyendas porque hay gente que niega que uno tenga vocación de servicio público y piensa que uno ganó cargos usando otros métodos”.

Tan profundo ha sido el proceso, que luego de concluir todo lo relacionado con la pieza irá a un psicoterapeuta. “Descubrí que no he resuelto el problema de la soledad, a pesar de ser mi compañera. He podido hablar con humor del envejecimiento, pero la soledad ha sido difícil de abordar”.

—¿Un tema que eludía?

—Posiblemente, así como otros. Esto me ha obligado a hablar de mi vida, de las pérdidas, de la alegría de vivir, de la amistad. Es también un tributo a los amigos.

—¿En la obra hay revelaciones que ni sus amigos más íntimos conocían?

—Muy pocos amigos. Hay definitivamente pasajes inéditos. Te puedo decir que están contados con toda la vena histriónica que tengo, pero nada es mentira.

—¿Muchos arrepentimientos?

—Es inútil arrepentirse a estas alturas. Cuento que perdí varias oportunidades, pero acepto la realidad. Vivo el presente. Sé que tengo una edad considerable y lo que queda es seguir disfrutando. Tengo una percepción intensa de la vida y una conciencia crítica del paso del tiempo. Sé que he vivido aturdida muchas horas porque el ser humano es experto en el aturdimiento, especialmente si eres periodista. Además, en este momento en el país uno vive una situación desgarradora. Pero uno no puede quedarse en el sufrimiento, que destroza y paraliza. Por eso me he inventado este monólogo.

Periodista incómoda

Marianella Salazar cuenta que cuando empezó a ejercer como reportera, la mayoría de sus colegas eran hombres y ella una joven que cursaba segundo año de carrera. “Me tocaron situaciones fuertes, como cubrir secuestros. Me colocaban obstáculos para que desistiera, pero yo quería desarrollarme”.

Cuando llegó a Venevisión, cuenta, la situación fue diferente. “También había un tema de imagen, me querían frente a la cámara. Me dieron tantas oportunidades en telenovelas, en programas de Joselo, al lado de Amador Bendayán. Yo era una reportera muy agresiva y dura. Nadie quiere tener una periodista tan incómoda. Y sin embargo me querían. Indudablemente hubiese tenido éxito. Yo siempre quise ser actriz, pero mis padres no me dejaron”.


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