Esta periodista de viajes –que escribe crónicas y relatos para National Geographic Traveler en español y otros medios– propone desplazarse siempre con una consigna: fluir y ser flexible. “Hay que entender que la situación está complicada para todos y que si no estás dispuesto a adaptarte y a improvisar, no la vas a pasar bien”. Señala que al viajar en autobús, por ejemplo, hay que estar abierto a la posibilidad de que no salga a la hora y tratar de conservar una buena actitud.

“Hay gente que se quedó pegada en esa idea de que si no llevas una cava llena de cerveza o no vas con todas las comodidades, el viaje es inalcanzable o no vale la pena, cuando la verdad es que si priorizas en otras cosas, disfrutas más. Si eliges ir a la playa por varios días, siempre habrá al que le gustaría poder comerse a diario un pescadito frito a la orilla del mar, pero si no se puede, lo presupuestas para un solo día o lo pides para compartir y así por lo menos te das el gusto. En lo personal, acostumbro llevar conmigo sándwiches o cosas sencillas y desayuno muy bien para hacer una sola comida más, como almuerzo-cena. La clave es planificarse y tener un presupuesto claro sobre cuánto estás dispuesto a gastar en cada rubro, porque si no llevas nada y quedas a merced de hacer en la calle las tres comidas, te descapitalizas rápido”.

En términos de seguridad, además del instinto y el sentido común, Herrera asegura que mucho depende de la actitud con la que se viaja. “Es verdad que no hay que tentar la suerte ostentando cosas o caminando a medianoche por ahí, pero si uno anda siempre con la angustia de que algo malo le va a pasar, no disfruta y lo más probable es que le ocurra porque está enfocado en eso. Yo, que viajo sola, puedo decir que nunca me ha sucedido nada y he aprendido que la gente es más amable y colaboradora de lo que uno cree. Igual tomo mis previsiones porque sé que no estoy exenta”.

Lo que Herrera no negocia es la tranquilidad de saber dónde va a dormir. Por eso sugiere llegar siempre al lugar de destino con ese aspecto previamente resuelto. Su alojamiento preferido son las posadas, aunque explica que cada vez más personas están habilitando cuartos en sus casas para recibir a turistas y esa también puede ser una opción económica. “El lugar puede ser pequeñito y muy básico, pero lo esencial es que sea limpio. También es importante que sea fácil llegarle y que desde allí tengas facilidad para moverte a otros sitios. Si no puedes quedarte muchos días, elige un lugar que esté relativamente cerca. Si vives en Caracas, por ejemplo, en dos horas y media estás en Puerto Cabello. O puedes ir a Caruao a bañarte en la playa o en un río, caminar. Galipán también tiene opciones de alojamiento para todos los bolsillos. Lo que más ayuda es informarse”.

Esta viajera asegura que sí se puede disfrutar con poco presupuesto, aunque hay muchos que no se atreven por temor. “Por supuesto que hay destinos más asequibles que otros, pero yo casi siempre me muevo en autobús, en moto, en carrito por puesto, pido colas. Si yo puedo, cualquiera puede… También me gusta preguntar porque así todo es más fácil de resolver. La gente de las posadas es experta en ofrecerte alternativas y te da muchos consejos sobre qué sitios conocer en la zona o qué hacer y cómo llegar”, apunta. “Los que seguimos en Venezuela tenemos que fijarnos en las cosas buenas y permitirnos disfrutarlas sin grandes exigencias, porque aún hay mucha gente trabajando duro para ofrecer el mejor servicio posible. Todo eso hay que valorarlo”.

En Instagram: @viajaelmundo

Preguntar y ser cauto

José Manuel Silva

Además de ser ecologista y director de Venezuela Verde –ONG ambientalista que promueve el turismo sustentable– José Manuel Silva se define a sí mismo a la hora de viajar como un mochilero que prefiere la aventura. Aun desde ese afán por disfrutar el camino propone no lanzarse a ciegas, sino investigar un poco sobre el destino elegido para sacarle provecho y a la vez ahorrar. “Una vez que eliges adónde quieres ir, es bueno preguntarle a gente que haya ido primero cómo lo hizo y qué le sirvió. Si quiero ir a los médanos de Coro o a tal pueblito en Mérida, saber qué autobuses tomar; si no hay transporte público, hasta dónde puedo llegar y si todavía falta trecho, averiguar si puedo contratar a alguien que me acerque, si puedo pedir cola o llegar a pie”, indica. Asegura que a veces se asume que algunos planes son muy caros y, sin embargo, con la orientación de la gente local los costos se reducen.

“En estos tiempos, diría que lo más económico es viajar en grupo. No es lo mismo pagar un taxi o alquilar un autobusito entre diez personas que entre tres. Lo mismo pasa con el alojamiento, las excursiones y la comida. O si quieren hacer kitesurf, por ejemplo, pero no tienen mucho dinero, pueden conversar con quien presta el servicio y llegar a un arreglo para ver qué les puede ofrecer”. Si el plan es acampar en un sitio donde no hay cómo comprar alimentos, llevarlos medidos con base en un menú planificado es lo aconsejable. O si el propósito es hacer turismo convencional sin dejar de ahorrar, Silva sugiere preguntar en la posada o albergue si hay una neverita en la habitación o si ellos prestan sus instalaciones para cocinar. “Eso te puede ayudar a resolver los desayunos y las cenas, y en el almuerzo puedes elegir las opciones más rendidoras. Si comprar una pizza te cuesta 4 millones pero te alcanza para comer dos veces, es mejor opción que un plato un poquito más económico del que solo comes una vez”. La alternativa de alojarse con amigos también es ideal. “En ese caso, lo que aplica es llevar tu mercadito hecho y compartir”.

¿Cuáles son sus recomendaciones en términos de seguridad? La básica es usar el sentido común y no exhibir en terminales o sitios públicos los equipos que se tienen: cámaras, celulares, tabletas. “Tampoco es bueno dar detalles precisos de tu destino ni tus planes, porque siempre hay alguien que quiere buscar conversación y uno no sabe cuáles son sus intenciones. Evidentemente se lo informas a un familiar para que sepa dónde ubicarte si pasa algo, pero cuando gente desconocida me empieza a preguntar adónde voy, cuántas personas somos, qué vamos a hacer en ese sitio, cuántos días estaremos o dónde vamos a acampar, les digo cualquier cosa”, explica Silva.

“Tampoco acostumbro acampar en zonas de muy fácil acceso, porque eso es ponérselo muy sencillo a quien me quiera atracar. Prefiero instalarme en un sitio menos obvio y estar más tranquilo; el ladrón que me quiera robar tiene que caminar un buen rato y estar en forma”. Si el plan es aventurarse en terreno desconocido, aconseja hacerse acompañar siempre por un guía, pues aunque se tengan las aptitudes físicas para transitar el camino sin ayuda, es la mejor forma de minimizar accidentes y extravíos.

Optimizar el equipaje es otra de sus máximas. “Uno tiene que ser muy concreto en lo que se va a llevar en la mochila: si quieres llevar varios pares de zapatos y ropa limpia para cada día que vas a estar o te empeñas en meter piezas pesadas como jeans, tienes que estar claro en que todo eso hace bulto, pesa y en el camino puede convertirse en un estorbo”. Lo que recalca que nunca debe faltar, por corto o sencillo que parezca el viaje, es un kit de primeros auxilios y medicamentos básicos. Para entornos agrestes, sugiere incluir una brújula y un pito para hacerse escuchar en caso de perderse.

En Instagram: @josmanuelsilva

Experimentar y aportar

Arianna Arteaga

“Para mí, la curiosidad es lo primero para emprender un viaje; me parece incluso más necesaria que los recursos, porque así sea que hagas viajes cercanos, corticos o modestos, la curiosidad te ayuda a disfrutarlos más. Siempre va a haber algo que puedas hacer, así sea descubrir tu ciudad, conocerle los recovecos o buscar maneras de verla con otros ojos”, afirma Arianna Arteaga, periodista, fotógrafa y conductora del programa Dos de viaje junto con su madre, Valentina Quintero. “Siempre puedes disfrutar de esa playa, esa montaña o ese río que te queda más o menos cerca porque la naturaleza es gratis. O puedes volver a sitios que conoces, pero probar comidas nuevas, conversar con la gente, visitar los lugares que no pudiste ver antes. Coleccionar experiencias novedosas es importante para mí: a lo mejor esta vez no llegas a una megaposada sino a una más sencilla y ese mismo dinero lo puedes invertir en una excursión guiada o en una actividad que nunca hayas hecho”.

En vista de las dificultades logísticas que plantea la situación actual, Arteaga recomienda planificar el viaje con tiempo y tratar de averiguar qué restaurantes y posadas aceptan transferencias o tienen punto de venta, así como prever de antemano cuánto efectivo será necesario reunir y obtenerlo con tiempo. También sugiere notificarles a personas de confianza cuál será el trayecto que se va a seguir para que estén prestos a pedir ayuda si hay un retraso importante y desplazarse siempre de día.

“Para evitarnos problemas, si vamos a viajar en nuestro carro hay que estar muy seguros de que esté en buen estado y prever dónde vamos a encontrar gasolina. Si acampamos, ir siempre en grupo y buscar un sitio en donde podamos hacerlo con seguridad, o si preferimos quedarnos en una posada, preguntarles a personas que hayan ido qué tal es o buscar reseñas en páginas web como la de mi mamá, porque muchas veces a la gente la estafan por no averiguar. Si tienes problemas de transporte, puedes llamar a ese sitio y ver qué opciones te sugieren, o averiguar cómo afrontan las dificultades de luz o agua para tomar previsiones”.

¿Qué hacer con la comida? “Uno puede llevarse una cavita con cosas que le permitan resolver en el camino, pero de todos modos es muy importante que tomemos en cuenta lo valioso que es nuestro aporte como turistas para la economía de esos lugares, porque la idea es dejar algo allí para que esa infraestructura no muera. Si vas a pasar el día en Todasana y no compras ni un plato de tostones en la playa, por ejemplo, a la larga ese negocio se acaba. Se entiende que quizás la plata no rinda tanto como antes y que hay que administrarse bien, pero incluso pidiendo un plato para compartir o comprando unos dulcitos en la carretera, en algo ayudas”, señala.

También considera importante ser empático con quienes hacen grandes esfuerzos por prestar un servicio. “No digo que tengamos que ser conformistas si nos maltratan, sino que de nada sirve ser groseros con la señora de las empanadas porque no puede comprar servilletas. Es mejor decir las cosas con amabilidad y aportar desde el cariño. Esta situación nos afecta a todos y del mismo modo todos lo tenemos que afrontar”.

En Instagram: @arianuchis


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