La localidad de Medjugorje, en el sur de Bosnia, que se había convertido en un próspero centro de peregrinaje, ve ahora peligrar su futuro ante las dudas del propio papa Francisco sobre la autenticidad de las apariciones de la Virgen María.

Tras una reciente visita al santuario mariano de Fátima, en Portugal, el papa precisó que las primeras apariciones de Medjugorje “se deben seguir estudiando”, pero que sobre las actuales todos “tienen dudas”.

Ya antes de Francisco, el obispo de Mostar (Herzegovina), Ratko Peric, había sido más rotundo todavía al asegurar este año que la Virgen María no se ha aparecido en Medjugorje.

El escepticismo de la Iglesia es criticado, o ignorado, por quienes viven de los peregrinos en ese pueblo, cuyos habitantes han recibido en las últimas tres décadas a unos 40 millones de visitantes.

“Peric nunca quiso hablar con los videntes o recorrer las colinas (donde hubo apariciones). Viene por obligación una vez al año y afirma desde hace años que todo esto es falso”, se lamenta Zeljko Vasilj, director de la Comunidad Turística local.

Vasilj espera con optimismo el informe que el enviado papal, Henryk Hoser, tiene que presentar en breve sobre la situación pastoral de Medjugorje y las exigencias de los peregrinos.

Jadranka, propietaria de una de las numerosas tiendas de recuerdos, cuenta que no teme que las dudas sobre las apariciones marianas vayan a afectar mucho al turismo.

De hecho, afirma que muchos de los visitantes no saben lo que ha dicho el papa Francisco sobre el tema o “»no les interesa”.

Las supuestas apariciones comenzaron el 24 de junio de 1981, cuando seis niños aseguraron a un grupo de frailes franciscanos haber visto y escuchado a la Virgen en una colina de los alrededores de la localidad, situada a pocos kilómetros de Mostar.

Desde entonces, los videntes afirman haber visto a la Virgen unas 40.000 veces más, es decir, de media, unas tres veces por día.

Ciertas o no, las apariciones han transformado lo que era una pobre aldea en toda una ciudad, con decenas de hoteles, hostales, restaurantes y tiendas, por las que pasan cientos de miles de personas cada año, si bien las visitas llevan varios años a la baja.

Según estimaciones del economista bosnio Vencel Culjak, que ha estudiado el fenómeno económico del santuario, Medjugorje ingresa unos 90 millones de euros (101 millones de dólares) por año.


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