A quienes no les gusta ir apretados en los aviones, ni sentirse asfixiado por los vecinos, el mejor asiento es el que está junto al pasillo. Pero cuando comienza el aterrizaje todos quieren asomarse a la ventana y el ver el paisaje. El problema es que la ventana es tan pequeña que a duras penas quien está en el asiento junto a ella puede ver.

¿Por qué si los autobuses, los trenes y otros tipos de transporte público tienen ventanas grandes, los aviones no? La principal razón es por seguridad de quienes viajan. Las ventanillas son el punto más débil de una aeronave ya que, en lo aviones presurizados, la presión de la cabina es mayor que la de afuera, por lo que el fuselaje se expande y, si no está bien sellado, podría provocar un severo accidente.

Las ventanas del avión miden, en promedio, 27 centímetros de ancho y 40 centímetros de largo; pero hace más de medio siglo eran de mayor tamaño.

En los años 50, las ventanas de los aviones eran 30 centímetros más grandes que en la actualidad y fueron una de las principales razones de accidentes aéreos en esos tiempos. La compañía De Havilland descubrió que el fuselaje se rompía en las esquinas de las ventanas por corrosión del metal.

Además las ventanas actuales están compuesta por tres paneles, dos de presión y un interior para evitar que los viajeros causen algún daño.

Los fabricantes y diseñadores preferirían hacer aviones sin ventanas porque serían más baratos, más seguros y tendrían mayor capacidad de carga. En la actualidad, para que todos los pasajeros disfruten del aterrizaje y la vista del destino, algunas aerolíneas están colocando cámaras de video para reproducir el descenso.

Fuente: El Mundo Al Instante


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