Madrid. ¡Acción! Es parte de su personalidad. La actual Plaza Mayor nació como un mercado caótico. Allí montaron puestos de venta mercaderes que querían ahorrarse los impuestos de la ciudad. En el siglo XVI, esta zona se ubicaba por fuera de la muralla. Madrid abría los ojos: el rey Felipe III había trasladado allí la corte, que hasta entonces estaba en Toledo.

Callejuelas, pasadizos y rincones formaban el mapa de la ciudad. En la zona del mercado, que se conoció como Plaza de Arrabal, destacaban la Casa de la Panadería y la Casa de la Carnicería. Alrededor de la última, que era el depósito de carnes de la ciudad, se organizaron los vendedores de utensilios afines; de allí el Arco y la calle de Cuchilleros. Y en la primera se determinaba el precio del pan para que todos pudieran comprarlo.

La Casa de la Panadería fue construida por Diego Sillero cerca de 1590. De la sede inicial solo permanecen el sótano y el primer piso, pero constituyó el modelo del resto de edificios de la plaza. La Tahona Principal de la Villa ha sido también aposento real, sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Academia de Historia. Ahora acoge al Centro de Turismo de Madrid, y en el segundo piso se celebran matrimonios.

Ha sufrido varias reformas, como es natural. De hecho, los murales que la cubren datan de 1992 y son obra de Carlos Franco. Se trata de pinturas de figuras mitológicas relacionadas con la historia de Madrid y que han levantado cierta polémica porque no todos las encuentran estéticas.

En 1617, el arquitecto Juan Gómez de Mora puso orden a toda la plaza. Hace, sí, cuatro siglos. Fue él el encargado de darle uniformidad. Ahora es un cuadrilátero de 120 por 90 metros rodeado por edificios que guardan el mismo estilo. Bajo la sombra de sus arcos se disponen decenas de almacenes que venden sombreros, recuerdos, abanicos y paraguas. Algunos restaurantes sirven comidas –adentro y en las mesas exteriores– y permiten que en todas las navidades se celebre un rito que forma parte de la personalidad de la plaza: los madrileños van a comer ‘bocatas de calamares’, es decir, sánduches de calamares fritos.

En el centro de la plaza, donde ahora buscan que los transeúntes les den monedas el Hombre Araña barrigón, las tres cabras de pelo de papel y la Minnie Mouse que no habla inglés, ha tenido lugar todo tipo de actividades: corridas de toros, festejos populares, beatificaciones, coronaciones y ejecuciones. Sobre esto último se han presentado macabras modalidades: la horca, la guillotina y el garrote vil hicieron las veces de inyección letal de la época.

Los incendios castigaron la plaza en varias ocasiones. El peor tuvo lugar en 1790 y quemó buena parte de las edificaciones. El arquitecto encargado de su reconstrucción fue Juan de Villanueva, que cerró las esquinas y levantó nueve arcos para comunicarla con el resto de la ciudad. Uno de los más vistosos es el de Cuchilleros, que da paso a una escalera en una pintoresca calle, con edificios altos. No se trata de rascacielos, pero sí se levantan más de lo normal de la época para hacer las veces de contrafuertes.

Un Hombre Araña barrigón, tres cabras que se ríen cuando les echan monedas y Minnie Mouse se mezclan con caricaturistas callejeros, turistas encandilados por la luz brillante de Madrid y españoles que toman vino en las mesas exteriores. Felipe III los mira a todos. Impasible, sobre su caballo. Como ha estado desde 1848, cuando trasladaron allí la estatua ecuestre en su honor. La misma que se encuentra en el centro de la Plaza Mayor de Madrid. El corazón castizo por excelencia. Cuatrocientos años cumple la Plaza Mayor en el 2017. Está de fiesta. Y para celebrar tan importante aniversario, el Ayuntamiento (alcaldía) organiza diversas actividades. Más acción en un lugar ya de por sí lleno de vida: es uno de los sitios más visitados de España y no descansa en ningún momento.


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