Coney Island, Astoria y Belmont son vecindarios de Nueva York a entera disposición de los visitantes para descubrir. Esta gira por estos tres sitios en Brooklyn, Queens y Bronx demuestra que aún la ciudad que nunca duerme es mucho más que Manhattan y sus rascacielos.

Belmont. Todo el que pasa por Nueva York conoce la Pequeña Italia de Manhattan, donde hoy proliferan sobre todo negocios chinos. Belmont, en cambio, es mucho menos transitado y mantiene en alto sus banderas rojas, blancas y verdes gracias a una ubicación apartada.

Parece el set de filmación para una película con De Niro o Chazz Palminteri. Justamente, Palminteri es un vecino ilustre que por estos días protagoniza en Broadway A Bronx Tale, musical inspirado y ambientado en estas calles (y dirigido por De Niro, coprotagonista de la versión fílmica en los noventa).

En la obra hay un homenaje a Gino’s, la pastelería favorita del actor en Belmont. Gino’s es una parada infaltable en cualquier recorrido por Belmont. Un comercio modesto, pero profundamente orgulloso de sus raíces, igual que otros destacados minoristas de la zona: la fábrica de pastas Borgatti’s; la cincuentenaria panadería Terranova (con hornos de carbón), la pescadería Cosenza, la Casa Della Mozzarella y la charcutería Joe’s.

Astoria. El centro de Astoria es una placita llamada Atenas, poblada por estatuas de Sócrates, Sófocles y Aristóteles y rodeada por banderas y carteles azul celeste y blanco. Todo confirma lo que se suele decir de este barrio: que acá habita la comunidad griega más numerosa fuera de la capital de Grecia. Ha sido así al menos por cinco décadas. Pero en los últimos tiempos Astoria se convirtió en un barrio con muchas más comunidades de inmigrantes. A pasos de las estatuas de los filósofos proliferan restaurantes y tiendas de productos árabes, latinos, gallegos, búlgaros, indios, italianos y africanos con precios más amigables que al otro lado del East River, en Manhattan.

Dicen que Astoria podría ser el próximo Brooklyn. Tiene onda, es tranquilo, todavía es barato y ofrece un acceso rápido y fácil a Manhattan. La comunidad griega comenzó a colonizar esta zona de Queens después de la Segunda Guerra Mundial. Restaurantes como Kyclades Taverna son aún lo más destacado y atraen no pocos comensales en busca de musaka o souvlaki. Pequeños supermercados atendidos por sus dueños disponen de una variedad insólita de quesos feta, latas de aceite y otros productos mediterráneos.

La esquina del Omonia Café es una buena parada gastronómica (ensalada griega compartible, 10 dólares). Otro destacado de Astoria es la planta de Steinway, la prestigiosa fabricante de pianos fundada en 1853. De septiembre a junio se ofrecen visitas guiadas del proceso de construcción, desde la madera en bruto hasta el último y delicado detalle.

Coney Island. Es una improbable (pero real) mezcla de playa popular, parque de diversiones retro y barrio de inmigrantes rusos. Diez años atrás no era un lugar que las autoridades estuvieran ansiosas por mostrar. Hoy no hacen más que promocionarlo como destino imperdible. Para el viajero con la vista acostumbrada a Manhattan, Coney Island es una imagen onírica. De pronto, la locura de Broadway queda atrás y se llega a un auténtico balneario (repleto en verano), con duchas para refrescarse, sombrillas y redes de voleibol. De cara al mar y la arena hay algunos negocios de recuerdos, pero más que nada un parque de diversiones que muchos reconocerán por sus apariciones en el cine, desde el viejo filme de culto The Warriors hasta Wonder Wheel, de Woody Allen, y el reciente producto de la saga Hombre Araña, Spiderman Homecoming. En el clímax de esta última, el héroe arácnido y el villano de turno se enfrentan junto a la montaña rusa Cyclone. El juego es un ícono de Coney Island, con 90 años de historia.

Quizás justamente por tanto tributo cinematográfico, Coney Island parece hoy reconciliada con ese pasado como distrito de entretenimiento, que se remonta a fines del siglo XIX.

Lo primero que se detecta al caminar desde la estación de metro hacia la costa no es el parque de diversiones, es Nathan’s, otro motivo de fama internacional para Coney Island. Es que el restaurante de comida rápida, fundado por un inmigrante polaco en 1916, es conocido como sede del campeonato mundial de ingesta de perros calientes, la especialidad de la casa (ahora una cadena con decenas de locales). Al frente del local es imposible no ver el gran cartel que anuncia el récord de perros comidos por el actual campeón mundial: 72. Solo en Coney Island.


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