El museo que cuenta con la que es considerada como principal colección de arte popular de Brasil, con unas 8.000 obras de 200 artistas, tiene que realizar constantes esfuerzos para atraer visitantes y vencer las dificultades generadas por su ubicación distante y aislada del centro de Río de Janeiro.Se trata del Museo Casa do Pontal, ubicado en una reserva forestal de 5.000 metros cuadrados y de difícil acceso en el Recreio dos Bandeirantes, un barrio en las afueras de Río de Janeiro, y distante a unos 40 kilómetros del centro de la ciudad, casi una hora y media de viaje en automóvil.Actividades culturales paralelas, exposiciones temporales en otras ciudades y países, acuerdos para recibir excursiones de escuelas, un servicio de autobuses para recoger turistas en los hoteles y visitas guiadas por un trovador popular son algunas de las estrategias utilizadas por el museo para atraer a los visitantes.?Tenemos como gran desafío superar la distancia del museo en relación al centro de la ciudad y su ubicación en un lugar con escaso transporte público?, dijo la directora y comisaria del Museo Casa do Pontal, Angela Mascelani.Pese a la distancia y a tratarse de una atracción poco conocida hasta para los propios cariocas, Mascelani asegura que los 40.000 visitantes por año, de los cuales un 25 % son extranjeros, convierten al museo en uno de los más visitados de Río de Janeiro.Méritos no le faltan a esta institución fundada hace 40 años para llamar la atención. Su colección, declarada Patrimonio Artístico y Cultural de Río en 1991, fue reunida en los viajes que el pintor francés Jacques Van de Beuque hizo durante 40 años a 24 diferentes estados brasileños.Las obras, que retratan las actividades cotidianas, festivas y religiosas del pueblo brasileño y consideradas como los originales de las piezas más vendidas en las tiendas de artesanías del país, han sido objeto de elogios de artistas como el fallecido escritor portugués José Saramago y el cantautor brasileño Gilberto Gil.Su prestigio lo convirtió en miembro, como representante de Brasil, del comité intergubernamental de la Unesco responsable por evaluar las candidaturas a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.Pese a su riqueza e importancia cultural, la gran mayoría de los visitantes que llega hasta el caserón que le sirve de sede es atraído por los propios proyectos desarrollados por el museo para promoverse y no por un interés repentino.?Nuestro programa educacional para ofrecer visitas escenificadas y musicalizadas a la exposición permanente atrae a un promedio de 20.000 estudiantes al año?, la mitad de los visitantes, explica la directora al referirse a la visita que es guiada por un trovador popular acompañado por su guitarra.El museo también es destino de un recorrido turístico en autobús con guía bilingüe conocido como De Leme al Pontal, que recoge turistas en los hoteles y pasa por todas las playas de Río hasta la paradisíaca del Pontal, a poca distancia de la institución, en donde los visitantes también ganan derecho a la visita musicalizada.Para divulgar su colección el museo también organiza exposiciones temporales en otros países de parte de su acervo. En los últimos 40 años ha realizado prácticamente una exposición por año en 14 países. Tan sólo las muestras de 2011 atrajeron a 70.000 personas.?Los eventos paralelos que realizamos en el museo suman centenas de participantes. En noviembre, por ejemplo, inauguraremos una exposición temporal con obras de 53 artistas y un espectáculo de (el músico) Otto?, afirmó.Los responsables del museo esperan que todos esos esfuerzos dejen de ser necesarios en unos tres años, cuando la institución se trasladará a un terreno de más fácil acceso cedido por la alcaldía en el vecino barrio de Barra de Tijuca.?La alcaldía nos cedió un terreno muy bien localizado y de buen acceso. Estamos en la fase de desarrollo del proyecto del nuevo museo antes de definir quién lo construirá y cuándo?, dijo la gerente administrativa del museo, Tida Ortigao.La gerente agregó que todo ese proceso puede demorar unos tres años y dependerá de que el museo, que es privado y cuenta con ayudas públicas, consiga patrocinadores que financien las obras.La alcaldía decidió apoyar la mudanza tras haber construido en una parcela vecina un conjunto de grandes torres que servirá de alojamiento durante los Juegos Olímpicos de 2016 y que generó un fuerte impacto visual y geológico, y acabó con la tranquilidad de la reserva.En solidaridad con lo que consideraron como agresión contra la institución, los artistas plásticos brasileños conocidos como Os Gemeos donaron al museo una instalación de gran tamaño que representa un búnker desde el cual defenderse.?El búnker preserva, guarda, protege y sirve como templo para reflexiones?, afirmaron los hermanos gemelos Gustavo y Otavio Pandolfo al referirse a la obra que instalaron en enero pasado en los jardines del museo frente a las torres de la alcaldía. 


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