El archipiélago luso de Madeira, un paradisíaco destino especializado en turismo de naturaleza, se despide mañana del año 2015 con una nueva edición de sus célebres fuegos artificiales, considerados unos de los mayores del mundo.La región se posiciona en Nochevieja como uno de los lugares predilectos para que portugueses y extranjeros celebren la entrada de un nuevo año.Al benigno clima y atractivos naturales del archipiélago se les unirá mañana un espectáculo pirotécnico prácticamente sin parangón.Los fuegos artificiales de las islas, que se realizan en varios puntos de la capital Funchal y de la isla de Porto Santo, están considerados como uno de los mayores del mundo.El libro de los Récord Guinness los llegó a reconocer como los más espectaculares entre el 2007 y el 2010.Según los organizadores, esta edición contará con 17 toneladas de fuegos artificiales, que se traducirán en la quema de casi 17.000 piezas pirotécnicas por minuto durante todo el espectáculo.Pero Madeira es mucho más que sus conocidos fuegos artificiales de Nochevieja.En medio del océano Atlántico, a casi 1.000 kilómetros de la costa occidental europea, este conjunto de islas cuenta con exuberantes paisajes naturales que combinan mar y montaña y están dotados de una singular fauna y flora.Desde los verdes bosques de laurisilva -patrimonio de la Unesco- hasta las orquídeas de la Sierra, pasando por especies animales como la foca monje, el delfín y el lobo marino, todo el entorno natural de las islas supone el escenario ideal para las diferentes ofertas turísticas presentes en la región.Es precisamente este privilegiado entorno natural el que atrae a los visitantes durante todo el año.»Aunque varía en función de las preferencias de cada turista y mercado, es verdad que la naturaleza acaba por ser un denominador común de las motivaciones para visitar nuestro destino», aseguró el secretario regional de Economía, Turismo y Cultura de Madeira, Eduardo Jesús.Sólo dos de su veintena de islas e islotes están habitadas: Madeira, donde está la capital Funchal, y la pequeña Porto Santo, mientras que el resto conforman las Islas Desiertas y las Islas Salvajes, consideradas reservas naturales.El archipiélago cuenta desde 1982 con el Parque Natural de Madeira, creado para proteger la singular flora y fauna originada por los diferentes microclimas que bañan este paraíso en medio del Atlántico.En este ambiente se organizan rutas de senderismo, visitas a miradores para observar aves, clases de submarinismo, escalada o parapente.Estas actividades se complementan con las playas de Porto Santo y los itinerarios gastronómicos para degustar los célebres vinos de Madeira, desde el seco al más conocido, el dulce o malvasía, símbolo del archipiélago junto a sus pequeños y sabrosos plátanos y su delicioso pan «Caco».Las instituciones y entidades maderienses no han restado esfuerzos para fortalecer el turismo de las islas, que supone el principal sector de su economía.Los números avalan su relevancia: representa cerca de una cuarta parte del PIB y en torno al 15 % del empleo de la región.»Madeira es una tierra con vocación turística, ya que con una población de cerca de 259.000 habitantes recibe, anualmente, cerca de un millón de turistas por vía aérea y cerca de medio millón en cruceros», explicó el secretario de Turismo.Los datos también respaldan los resultados de las estrategias de promoción llevadas a cabo en la región.Según el Instituto Nacional de Estadística luso, el número de pernoctaciones en las islas aumentó casi un 5 % el año pasado hasta alcanzar los 6,3 millones y los ingresos procedentes del sector crecieron el 9% hasta los 297 millones de euros.


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