Si te preguntan qué aconsejas conocer de Colombia, no dudes en decir el Caribe, región de mitos, playas, música de acordeones, cumbia, porro y salsa; de gente buena y linda que te hacen placentero cualquier paseo que decidas hacer a esta tierra donde el sol siempre brilla e invita a descansar.

Este paseo lo iniciamos por la Perla de América: Santa Marta, la ciudad más antiguas del país, fundada el 29 de julio de 1525 por Rodrigo de Bastidas y donde murió el Libertador Simón Bolívar en la Quinta San Pedro Alejandrino, clave para visitar. Lo primero que hice al pisar suelo samario fue caminar sin afán por la bahía, desde donde se aprecia la marina y los barcos que sueltan amarras en el puerto. 

Esto es en el centro histórico, un lugar donde todo se hace sencillo y permite descubrir sitios como el parque de Los Novios, el Simón Bolívar, la plaza de San Francisco o la Catedral. Sobre estos callejones, de balcones y casas centenarias, hay una variedad de restaurantes, bares y entretención nocturna.

Por el callejón del Correo se encuentra una hermosa casa colonial de ambiente romántico y bohemio. Allí está el restaurante La Muzzería, expertos en comida italiana, pero donde sirven uno de los platos tradicionales del Magdalena: el cayeye, un puré de guineo verde, que en sus forma más elemental se sirve con queso rallado o un exquisito hogao. Aquí lo fusionan con carnes y lo hacen gratinado.

“Como eso no hay otro”, dice David Zarco, un español que llegó hace 6 años y quedó atrapado por la magia del parque Tayrona, el misticismo de la Sierra Nevada y el sazón y sabor de la gastronomía local.

Al son de la cumbia

Saliendo de Santa Marta, rumbo al sur, se abre la gran Troncal del Caribe, que hasta Ciénaga, la segunda ciudad del Magdalena, es en doble calzada. A lado y lado hay estaciones de servicio, restaurantes, hoteles, un centro comercial, ademas hostales y restaurantes familiares y el aeropuerto Simón Bolívar. 

Pasando el río Córdoba hay un tablero que dice: “Bienvenido al Volcán”. Así es que llaman los cienagueros a las aguas termales del corregimiento de Cordobita, las únicas del Caribe, especiales para la limpieza del cuerpo y para aliviar el estrés. 

A 10 minutos está Ciénaga, la tierra de la cumbia cienaguera, de Andrés Paz Barros, del Ron de Vinola de Guillermo de Jesús Buitrago y de las fiestas del caimán, que no es lo mismo que el hombre caimán de Plato. Su centro histórico, de 76 manzanas, es patrimonio arquitectónico del país, que ha servicio de escenario de novelas y películas.

Saliendo por la Troncal llegamos al vecino municipio de Pueblo Viejo, donde se aprecia la Ciénaga Grande. Desde aquí se puede salir, en lancha, a conocer los palafitos y el santuario de flora y fauna.

La ruta sigue al parque Vía Isla Salamanca, donde se aprecian aves migratorias y hermosos bosques de mangle, lugar especial para los amantes del ecoturismo. 

A 63 kilómetros está Barranquilla, capital que tiene una diversidad de ofertas hotelera, gastronómica y de entretenimiento, y que en estos momentos se prepara para sus carnavales. Buen plan para pasar la noche y visitar el restaurante La Cueva, sitio de encuentro de Gabo y sus amigos, y terminar castigando baldosas en La Troja, estadero de música afroantillana.

La mañana la iniciamos en la vía al mar. A 67 kilómetros, por toda la zona costera, pasamos por balnearios, centros vacacionales, y paraderos turísticos como el Sombrero Vueltiao, el volcán del Totumo, esto en Santa Catalina (Bolívar). Es una montaña de unos 15 metros de alto con un cráter, al que bajan turistas de todo el mundo a zambullirse en el lodo, por 10.000 pesos, y se puede sumergir cuantas veces quiera.

“El lodo sirve para la mala circulación, sacan las impurezas de la piel, cura el reumatismo”, dice Santander Villa, miembro de la asociación que atiende en el lugar.

La Troncal del Caribe sigue mostrando en tramos el mar, hasta llegar a Cartagena, ciudad que ofrece 128 opciones recomendadas en hospedaje, gastronomía, compras y fiestas. Si desea recorrer el centro histórico, lleve su cámara para tener registro de las plazas de Los Coches, San Pedro Claver o de la Aduana,que encierran la tradición de su patrimonio, lo mismo que las seis iglesias con arquitectura fascinante y sus seis museos que recogen la vida en la época de la Colonia, las obras artísticas modernas, las historias de piratas y los castigos de la Inquisición. 

Cuando el sol se acuesta, el ‘corralito de piedra’ ofrece un sinnúmero de sitios para visitar, como restaurantes, bares, discotecas, conciertos, teatro ofrece la Heroica.

Madrugamos para seguir el recorrido, tomando la avenida Pedro de Heredia, que nos conecta con la vía a Sincelejo. A 95 kilómetros, en plenos Montes de María, está San Jacinto, la tierra de hamacas, gaitas y tambores. Las hamacas son mundialmente conocidas, así como los trabajos en madera.

Y a 14 kilómetros llegamos a El Carmen, la tierra de porros de Lucho Bermúdez, de aguacates y las galletas chepacorinas, recomendadas para los viajeros, lo mismo que los chicharrones y el típico ‘ machucao de ají’, para terminar este paseo de 253 kilómetros, por una región que maravilla e invita a descansar.

Guía de servicio

  • Temperatura

En algunos municipios, como Ciénaga, la temperatura aprieta hasta los 32 grados, en promedio es de 28 grados.

  • Qué llevar

En la maleta no pueden faltar la ropa liviana de colores claros, las pantalonetas, chancletas y el protector solar.

  • Peajes

En todo el recorrido de la ruta Caribe se pagan 6 peajes, que cuestan entre los 2.700 pesos y los 10.800 pesos.

  • Artesanías

Aproveche y compre las mochilas wayús o arhuacas, los sombreros vueltiaos, o gaitas, tambores y maracas.

Otros sitios para visitar

  • Donde chucho

En Santa Marta no deje de ir al restaurante Donde Chucho, cuya especialidad son los pescados y los mariscos. Son 110 platos, que van desde 17.000 hasta 60.000 dólares. La ensalada de chucho es la recomendada.

  • Paseo a Minca

Uno de los sitios más encantadores de la Sierra Nevada es Minca, a 15 minutos de Santa Marta, donde se puede disfrutar de los ríos, los cafetales, los cultivos de flores exóticas y compartir con los indígenas koguis.

  • El malecón del rÍo

Es el mirador que tienen los barranquilleros para ver de cerca el río Magdalena. Cuenta con zonas verdes, senderos peatonales, bancas e iluminación. Se entra por la vía 40, a la altura del centro de eventos Puerta de Oro.

  • Visita al cementerio

En el camposanto de Juan de Acosta (Atlántico) está el fresco que pintó Alejandro Obregón en el mausoleo de la familia Santodomingo Molina. Este lugar es visitado por cientos de turistas y estudiantes de todo el país.

  • Museo de San Jacinto

El Museo Comunitario recoge en 5 salas la historia arqueológica y cultural de los pueblos de los Montes de María, además de las gaitas y tejidos. Aquí hay cerámicas con más de 4.000 a. C. La entrada es una donación.


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