Repican antiguas campanas católicas. Las golondrinas ofrecen un concierto múltiple mientras dibujan danzas aéreas. Una luz de primavera baña toda Florencia en un ejercicio diestro de poesía visual. En cada esquina surge una foto para Instagram y en cada cafecito la comida, el capuccino, el vino de la casa o el aperitivo merecen la revisión de las guías aclamadas de gastronomía universal. Las iglesias brotan por doquier como maxiesculturas para propiciar el sosiego y la contemplación.

Pero hay una plaza en el casco urbano, la de la Basílica Santissima Annunziata, que resguarda dos tesoros siameses: el Palazzo Budini Gattai y el hotel Loggiato dei Serviti, unidos indisolublemente no solo por la inmediata cercanía, sino sobre todo por el amor a la historia de un amable e inteligente miembro de la linajuda familia Budini Gattai: Rodolfo, y el de su amantísima esposa Virginia Freites, una arquitecto venezolana que llegó a restaurar muebles y objetos y terminó recuperando con oro la fe por un pasado mejor.

Con ellos caminaremos por una Florencia un poco alejada de las rutas turísticas, nos alojaremos en un hotel vernáculo y probaremos el producto de las entrañas familiares de Toscana.

Loggiato dei Serviti. Hotel histórico construido a principios del siglo XVI, cuyo nombre podría traducirse “arcada de los siervos”, comenzó sus operaciones a principios de 1900. Se diferencia por la estructura que todavía se mantiene original en muchas partes y se caracteriza por los muebles y la decoración que son de finales de 1700 hasta la década de 1920. Naturalmente los servicios higiénicos y tecnológicos han sido adaptados a los tiempos actuales. Lo que buscan es hacer sentir al huésped dentro de una verdadera y clásica residencia florentina. Cada habitación es diferente, con el esplendor justo, a todo confort, y tanto las telas de las paredes como las de los muebles han sido seleccionadas cuidadosamente para conferirle un aura casi única dentro de Florencia.

@loggiato_dei_serviti

www.loggiatodeiserviti.it

Fattoria I Bonsi. Antigua hacienda que data del siglo XV. En la segunda mitad de 1800, la familia Budini Gattai compra la propiedad, ampliando la estructura y las tierras. La característica principal de esos terrenos es el olivo, que tiene un origen muy antiguo, por lo que el aceite que se produce es de óptima calidad. Actualmente cuenta con 11.000 plantas. A esto se le suma la producción de vino Chianti delle coli florentina y, en menor escala, de miel y vin santo. La hacienda dispone de algunas casas para el hospedaje, alrededor de la villa, así como una piscina para adultos y otra para niños. Se pueden organizar cenas, cursos de cocina, matrimonios, congresos… Súmesele una reserva de cacería donde se conservan y seleccionan los animales.

@fattoriaibonsi

www.agriturismoibonsi.it

RECUADRO

Retrato

Virginia Freites de Budini Gattai nació en Caracas y se graduó de arquitecto en la UCV. Optó por la ayuda que estaba ofreciendo el Instituto Italiano de Cultura para estudiar restauración de maderas antiguas en Florencia. Su sueño era prepararse para recuperar el casco histórico de La Pastora. Tuvo la suerte de ingresar en el Instituto de Restauro Spinelli. En paralelo trabajaba dentro de los antiguos talleres donde aprendió muchísimas otras técnicas. Como clientes primero tuvo varias iglesias y familias florentinas, inglesas y americanas. Gran parte de su trabajo ha sido dentro del Palazzo Budini Gattai, donde conoció a Rodolfo, su esposo; luego en su hotel y la hacienda. Otro cliente muy importante, con quien tiene 15 años trabajando, es el músico Sting para su “muy bonita casa” en Figline Valdarno, Toscana.

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RECUADRO

Como lugareño

Los mejores sándwiches: Paninoteca INO.

Para cenar como local: Osteria Vini e Vecchi Sapori.

El mejor plan: la Monet Experience en la iglesia Santo Stefano al Ponte.

El nuevo museo: Ospidale dell’ innocent di Brunelleschi (y su café en las alturas).

La visita clásica pero indispensable: el David de Miguel Ángel, Galleria della Academia.

Los jardines más asombrosos: los de Villa Bardini; los Giardini di Boboli di Palazzo Pitti; los del Four Seasons.

La iglesia más bella: Basílica della Santissima Annunziatta.

La tienda de papelería sofisticada: Scriptorium.

Los helados más ricos: Venchi Gelato 1878.


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