De este a oeste, los trenes ofrecen una panorámica de Cuba que pocos extranjeros conocen. Trenes obligados a frenar para evitar golpear a las cabras que pastan libremente por todo el recorrido. Viejos sedanes americanos que hacen cola en los cruces de las vías mientras pasan las locomotoras. Carros tirados por caballos que cruzan las vías del tren después del tren. Un niño que hace autostop al maquinista para llegar a casa después de la escuela. Un hombre que cabalga junto a la vías que se utilizaban para transportar toneladas de azúcar en una debilitada industria cubana. Un hombre que sube al tren y embarca a las cabras que va a vender en La Habana. Estas son algunas de las estampas que se pueden ver a diario. Aunque están modernizando su sistema ferroviario, el robo y abuso que se hace por la misma empresa encargada de su construcción (y, por tanto, de su mantenimiento), hace que ésta sea aún la ?vía? más lenta para moverse por Cuba. El viaje de La Habana a Santiago es de 765 kilómetros hacia al este, y dura 15 horas si el tren no se avería antes. Hay un tren un poco más fiable, con aire acondicionado, aunque actualmente está en reparación. Durante el camino de un extremo del país al otro, las familias hablan y tratan de conciliar el sueño bajo el traqueteo del tren, recostados entre los asientos. El mismo balanceo arrulla a los niños que duermen bajo la atenta mirada de sus padres, y los hombres hablan, de pie, junto a una puerta abierta de par en par. En su apogeo los trenes cubanos disponían de coches comedor y servicios de lujo. Hoy en día, los refrescos provienen de los vendedores que embarquen en muchas estaciones ofreciendo bocadillos y bebidas. Cuba fue el primer país de América Latina en tener un sistema ferroviario, a mediados del siglo XIX, cuando la España colonial conectó La Habana con las regiones productoras de azúcar que crecían fuera de la capital. La red aumentó con 10.000 km de vías entrecruzadas antes de que el sistema se deteriorase. Gran parte de la infraestructura del país se vio afectada con la caída de la Unión Soviética, cuando Moscú interrumpió el envío de subsidios económicos, y con el largo embargo comercial de Estados Unidos. Los trenes que conectan la capital de Cuba con la antigua ciudad de Hershey, donde solía operar la compañía productora de chocolate, se llenan de turistas que pagan menos de 50 centavos por trayecto. En cuanto a la ruta entre Santiago y La Habana, los cubanos pagan poco más de un dólar para transportar bienes o visitar a familiares que viven lejos. A los extranjeros se les cobran 30 dólares por el mismo recorrido Tomado de www.lavanguardia.com/viajes/20151106/54438474674/cuba-tren-movimiento-lento-viajes.html#ixzz3r6MG5Qv4


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