Santiago desde el aire. La capital recuperó el año pasado el teleférico metropolitano, uno de sus íconos históricos, que parte desde el cerro San Cristóbal. Una buena alternativa es subir en funicular, pero también se puede llegar caminando, en auto o bicicleta. Arriba se consiguen vistas privilegiadas de la cordillera de los Andes, del centro financiero y de los barrios emblemáticos. Pero no es la única opción. En el barrio Providencia se encuentra la Gran Torre Santiago, una mole de acero y vidrio de 300 metros de altura. Un ascensor traslada a los visitantes desde la planta baja hasta el piso 61 del edificio en un puñado de segundos. En la cima del rascacielos, llamado Sky Costanera, hay una vista de 360° de Santiago: se puede observar con binoculares la cordillera de los Andes, el río Mapocho o el Cajón del Maipo.

Ruta del vino en Casablanca. A 50 minutos de Santiago de Chile, la ruta del vino en el Valle de Casablanca es una escala placentera del camino hacia Valparaíso. Antes de viajar, conviene programar visitas a las decenas de bodegas que ofrecen tours y degustaciones de todo tipo. Las más recomendadas son Veramonte, Emiliana, Catrala, Viña Mar, Matetic, Indómita, Quintay, Casas del Bosque, Recova Wines, Loma Larga y Kingston.

El desierto florido. El espectáculo de vegetación y diminutas flores de colores, que atrae a turistas y botánicos de todas partes, se produce con mayor o menor intensidad desde hace varios años en el inicio del desierto de Atacama, entre las ciudades de Vallenar y Copiapó. La principal causa del fenómeno es el aumento de las precipitaciones que genera El Niño. Los primeros brotes se dan en agosto, por lo que es ideal visitar la región en septiembre, cuando las flores están en su máximo esplendor. Una alternativa es tomar la salida norte de la ciudad de Vallenar y visitar el Parque Nacional Llanos de Challe.

Valparaíso. Una visita a Chile no puede prescindir de un paseo por la emblemática ciudad colonial, que se encuentra apenas a una hora y media de distancia de Santiago de Chile. A los paisajes de casas de colores apiñadas en los cerros se suma una amplia oferta gastronómica y una rica historia. Vale la pena tomarse unos minutos para conocer los paseos Atkinson y Gervasoni en el cerro Concepción. En el mirador de la plaza Bismarck hay buenas vistas de la ciudad, del puerto y de la cordillera andina –si el cielo está despejado–. En el casco histórico emerge la plaza Sotomayor, donde se puede visitar el monumento a los Héroes de Iquique.


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