Es una tierra de sol brillante y brisa cálida, donde el son vallenatero, la amabilidad y los sombreros “vueltiaos” caracterizan a sus pobladores. El departamento de Córdoba, en Colombia, concentra una rica diversidad de especies vegetales y animales que dibujan los paisajes de postal que se aprecian a lo largo de su territorio.

En pleno golfo de Morrosquillo, en el Caribe, está la bahía de Cispatá. Una playa rodeada de vegetación y arbustos, habitada por iguanas y lagartijas que corren por la arena y cangrejos que se asoman y regresan a sus agujeros. Allí se escucha la calma del oleaje y se percibe el olor de patacones, pescado y arroz con coco.

A pocos kilómetros (10 minutos en lancha) están los bosques mangláricos, rodeando el área de Cispatá. Estos son ecosistemas marino-costeros en donde crecen árboles que viven en el agua salada. Lugares escondidos en estrechos pasadizos de vegetación.

Al recorrer los manglares, que están en el cruce de las aguas saladas del Caribe y las dulces del río Sinú, se aprecian peces y cangrejos que habitan entre las raíces que sobresalen del agua y los pájaros que vuelan y se posan en los árboles.

Artesanías. En el norte de Córdoba está Tuchín, la cuna de la comunidad indígena zenú, por casi 300 años los artesanos del tradicional sombrero vueltiao. Allí vive el legendario Reinel Mendoza, quien les ha dedicado 43 años de su vida a las artesanías de caña flecha, la fibra vegetal con la que se elaboran los productos que hoy son símbolo internacional de la cultura colombiana.

Mendoza, un reconocido artesano, está abierto a contar las anécdotas de su trabajo. Dice, por ejemplo, que elaboró los sombreros que usaron el papa Francisco y el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton en sus visitas a Colombia.

A 40 kilómetros de Tuchín, en el municipio de Sampués, en diciembre se celebra el Reinado del Sombrero Vueltiao, que reúne los mejores trabajos con caña flecha y acoge a turistas curiosos por conocer los talleres y los artesanos que los elaboran.

El municipio Santa Cruz de Lorica, fundado en 1740, es hoy uno de los 17 pueblos que conforman la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia y destino obligado, gracias a la riqueza histórica de sus edificaciones.

Sus calles son vestigios del paso de sirios y libaneses que llegaron a la región en los siglos XIX y XX. Su arquitectura, de influencia árabe y colonial, le da el valor patrimonial a este municipio. El río Sinú, afluente que bordea el pueblo, fue clave para escribir su historia, pues fueron sus aguas las encargadas de traer a los migrantes e impulsar la actividad comercial de la región.

Lorica es un destino amigable para el caminante que anhela quedarse suspendido en el ayer. Recorrer su centro histórico, la catedral, el parque de la Independencia y adentrarse en la plaza de mercado, a orillas del Sinú, para deleitarse por las especias que colman el ambiente de olores de la gastronomía de la región, transporta al realismo mágico.

Reptiles protegidos. Eran cazadores de reptiles y especies marinas, pero se dieron cuenta de que, poco a poco, estaban acabando con los manglares y los animales que los habitaban. Fue gracias a la visita de un biólogo que 18 hombres, acostumbrados a vivir de la captura y comercialización de lagartos y tortugas, se hicieron cargo de un santuario que recupera y rehabilita estos animales.

“Ahora no somos cazadores, sino conservacionistas de estas especies”, relata Belisario Díaz, quien forma parte del grupo de Asocaimán. A este refugio animal, que funciona con aportes voluntarios, se llega en lancha desde la bahía de Cispatá (10 minutos de viaje) o por carretera, ya que está en la costa norte del municipio de San Antero.

Este santuario de reptiles cuenta con dos especies de cocodrilos y diez clases de tortugas (cuatro albinas, que son el único registro en Colombia). Allí, los visitantes están en contacto con los animales y ven cómo viven.

Refugio. Cerca de 20 años de servicio tiene Marina Hotel Cispatá, en la bahía de Cispatá, entre palmeras, aves, manglares, iguanas y aguas serenas de oscura arena volcánica, ideales para descansar y olvidarse del estrés citadino.

Tanto los animales como la gente transitan por la zona. Los pescadores van en sus lanchas de pesca, y los pobladores caminan por la playa con su tranquilidad y alegría.

El Marina Hotel, más allá de ofrecer aire acondicionado, piscina, televisión, restaurante, involucra la naturaleza y a la comunidad con instalaciones que garantizan a los visitantes una experiencia cercana a lo que es vivir en el golfo de Morrosquillo.

El dato

A Córdoba se puede llegar por carretera o en avión (llegando al aeropuerto internacional Los Garzones, de Montería)


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!