El vehículo de colores no tiene ventanas, el viento cálido y salado juega con los cabellos. El Bajan Tour es uno de los planes imperdibles de Barbados. Ofrece recorridos desde 65 dólares por persona, con bebidas incluidas. A bordo de este bus con aspecto vintage, es posible pasear por algunas playas y entrar a tiendas de comida y panaderías.

El sitio más encantador del recorrido es, tal vez, Animal Flower Cave, en el norte de la isla. Este es un acantilado que mira hacia el Atlántico y tiene la única cueva natural de Barbados. En días con mar tranquilo, dicen que es posible nadar en las piscinas naturales que se forman en la cueva y ver formaciones rocosas de colores. En la cima vale la pena sentarse y escuchar cómo las olas se estrellan contra las piedras.

Claudette es historiadora y guía turística. En la plaza de la Independencia, ubicada en la capital de Barbados, Bridgetown, cuenta: “Errol Walton Barrow fue el primer ministro después de la Independencia, que celebramos desde 1966”. Este lugar fue durante muchos años un estacionamiento. Hoy se convirtió en un punto de atracción turística. Se expone en la mitad de la plaza una escultura de Barrow y hay dos fuentes que funcionan para el descanso de los visitantes.

El arco de la independencia, también en la plaza, está cargado de simbolismo. La bandera de Barbados (tres franjas, dos azules y la central amarilla, con un tridente en el centro) adorna una de las columnas. “Es nuestro símbolo de poder frente a Reino Unido”, explica Claudette. El tridente, dice, es una muestra de rompimiento con el poder.

Corey, uno de los barbadienses que acompaña el tour, dice que todos los domingos se suelen reunir con sus familias para comer, que esta es una tradición que aún hoy se conserva. Porque si hay algo típico de Barbados –y es, en efecto, una atracción en sí misma– es la comida.

No es vana la fama del Food and Wine Festival, un evento internacional anual de comida que convoca a chefs con estrellas Michelin y celebra los mejores platos de la isla. Algunos son el flying fish (el plato típico), de carne suave pero cubierto con una capa crocante. El cou cou (se sirve con pescado), un acompañante hecho de harina de maíz y servido con ladies’ fingers, un vegetal. Y, por supuesto: el ron.

Religión y comida. La religión más extendida en la isla es el anglicanismo: 95% de la población la profesa. Entre sus iglesias más representativas está la de St. Christopher, ubicada en el condado más al sur. Una visita rápida deja claro que la música tiene un papel protagónico: un enorme órgano pende del techo y es fácil imaginar que los miembros del coro se acomodan en la parte delantera del templo.

En este barrio se consigue comida a precios muy económicos. A solo dos calles de la iglesia, dos mujeres sentadas en un garaje junto a un carro de comida tienen el cargamento listo: dedos de pescado frito empacados en bolsas. Como si fueran papas de paquete. Son crujientes y típicos en la isla.

Ineludible. Caminar por la orilla del mar es un plan casi ineludible cuando se visita una playa. En Barbados, el paseo viene con sorpresas. A lo largo de la costa sur hay mercados orgánicos, restaurantes acogedores y bares que van desde lo exótico hasta lo sofisticado para pasar el rato.

Luego de caminar durante 30 minutos bajo el inclemente sol aparece como espejismo el mercado Hasting Farmers. Hay jugos naturales, frutas recién partidas, comidas que aún humean y hasta café. Asimismo, artesanías representativas de Barbados.

A lo largo del mercado hay objetos tallados en piedra, muñecos para niños, lámparas. Es un sitio ideal para dar un paseo y terminar con un jugo natural.

RECUADRO

Cena de tres estrellas

La última parada es en el restaurante The Cliff. El chef Tom Aikens, la estrella del festival de ron y comida, prueba los platos del francés Jean-Georges, conocido por ser merecedor de tres estrellas Michelin.

The Cliff es un restaurante cinco estrellas, al lado de la costa. Por decisión del chef, el menú consta de ocho platos fijos. Los sabores son insuperables: cordero asado, langosta y vegetales frescos. Pero el preferido de muchos es el cierre: ron con agua de coco.

Con el sabor de la caña, el viaje termina y una certeza queda: Barbados es una tierra para probar, para chuparse los dedos y, por supuesto, para volver.


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