Nelson Méndez no se conformó con preparar los sabores de su estado natal, sino que creó el Instituto Culinario de Investigación Amazonas para compartir lo que sabe, estudiar la despensa del mundo que es esa selva que los rodea y formar a cientos de jóvenes que salgan por los caminos a cocinar con arazá, copoazú, manaca, mañoco, arañas monas o bachacos limoneros. Conmueve ver lo impecable de la escuela, el entusiasmo de los estudiantes y comer los platos que crean con precisión, técnica, sabor y presentación. Probamos un ceviche de pavón con copoazú y bachaco limonero, cabeza de gallo, chupetas de araña mona y polvorosa de mañoco rellena de crema suave de sarrapia con telaraña de bachaco y sirope de túpiro. Salimos delirando.

Para inscribirse: [email protected]

Instagram: @iciamazonas

Facebook: Instituto Culinario de Investigación Amazonas Cómo llegar: Alto Parima, edificio Centro Desarrollo del Sur, Puerto Ayacucho.

Teléfono: (0268) 521 1540.


BIEN DATEADO

Los expertos aseguran que la gran comida de Maracaibo se sirve en la calle. Aquí van algunos datos de conocedores. Speedy en la avenida Cecilio Acosta, con suculentos perros calientes. En Nestico’s, detrás de La Paragua, hacen arepas de puro maíz, crocantes, deliciosas, lo mismo que los tequeños. Arepas Laila en Cecilio Acosta. Asadero Kaikai con chivo en coco y ovejo, queda hacia San Francisco. Don Shawarma, en calle 67 con avenida 21, sector Indio Mara, donde llegan los rumberos.

Otros zulianos de calle, también en Maracaibo, son Malancone en avenida Bella Vista, con suculentas arepitas de maíz rellenas con pernil asado, una lonja de queso de matera frito, y si la quieres más gustosa, pídela con “agüita de sapo”. Franco es la mayor cadena de perros calientes y hamburguesas callejeros, abierto 24 horas, en la Cecilio Acosta diagonal al BOD. También existe Casimiro, con perros calientes, arepas y patacones en Cecilio Acosta al lado de la Panadería California. Los yoyos de Tostadas Cotorrera, sector Cotorrera en El Milagro.


En Vargas

Guayabal

Entre Caruao y Chuspa queda un pueblo de una calle que se llama Guayabal. La última vez que fuimos –hace como tres meses– no había letrero, pero la gente sabe. Entran por ahí, llegan hasta el final de la calle, dejan los carros, cruzan el río y arrancan a caminar por un senderito de bosque bien bonito. No hay forma de perderse. Es corto y derechito. Al final hay una extensión de arena y el río fresco, silvestre, con una poza muy pero muy profunda, que deben atravesar entre las dos piedras. Si no saben nadar, ni se les ocurra. Luego hay una pared, cascadita, pozas. Bien sabroso. Les ruego que lo mantengan limpio y si consiguen basura, se la traen. O todos colaboramos o el país se nos termina de hundir.

Para ir: costa de Vargas, carretera que va de Los Caracas a Chuspa, entre Caruao y Chuspa. Aparece en mi app La Guía Valentina Quintero, que puedes bajar gratis en Play Store.


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