Tomar clases de cocina y tener la posibilidad de conocer de una manera entretenida y divertida los ingredientes locales que le dan un sabor único a la gastronomía quiteña o hacer un recorrido cargado de adrenalina por las iglesias más emblemáticas de la capital de Ecuador, son algunos de los planes que se pueden disfrutar en Quito.

El recorrido por esta, la primera ciudad en el mundo declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, en 1978, reconocida por tener uno de los centros históricos más grandes y mejor conservados de Latinoamérica, comienza por supuesto por sus iglesias más significativas por su riqueza arquitectónica e histórica. Y no es para menos, esta ciudad cuenta con más de 300 hectáreas de catedrales, iglesias, parroquias que, sumadas a los museos, casas coloniales y mercados, la convierten en un destino inolvidable.

Para los más atrevidos. Una de las apuestas turísticas más interesantes son los recorridos extremos por sus iglesias. Sí, extremos, en los que la adrenalina está a la orden del día. Y están hechos a la medida de los turistas que no solo quieren disfrutar de la riqueza arquitectónica y plástica de estos recintos sagrados sino vivir emociones al límite.

El abrebocas de esta travesía es la basílica del Voto Nacional. Esta construcción es majestuosa. El reto para los más atrevidos es ascender por angostas y vertiginosas escaleras que conducen al campanario y a las torres más altas de esta edificación que alcanza casi 100 metros de altura. Cada paso para llegar al último tramo del recorrido está cargado de sorpresas. Justamente, en este punto los más osados se atreven a subir una pequeña escalera que parece suspendida en el aire y desde la que se advierte el inminente vacío.

Allí hay un pequeño mirador desde el que se divisa buena parte de la ciudad. Esta construcción de estilo neogótico, la más grande de su estilo en América, está en el centro histórico y en su fachada tiene figuras de animales como monos, tortugas de Galápagos, armadillos y cóndores. Allí, por supuesto, es obligada la foto del recuerdo.

Y si no lo asustan los espacios muy pequeños, estrechos, oscuros y con recovecos, el laberinto que conduce al punto más alto de la iglesia-museo Catedral Primada de Quito es otra de esas experiencias inolvidables para quienes quieren ver más que la rica colección de pinturas y esculturas de la Escuela Quiteña que se encuentran en esta construcción del siglo XVI. Desde la cúpula más alta se divisa el cerro de El Panecillo, custodiado por la Virgen de Quito, una imponente escultura de aluminio, única en su género en el mundo.

Desde lo alto. Otra forma de disfrutar la ciudad desde una perspectiva diferente es el teleférico. El de Quito es el que está a mayor altura de Suramérica: el recorrido que comienza a 2.950 metros sobre el nivel del mar termina con el ascenso a Cruz Loma, a 4.050 msnm, montaña cercana al volcán Pichincha.

La duración del ascenso es de 18 minutos, en los que se contempla una vista maravillosa de la capital ecuatoriana. Y si el cielo está despejado se observan otras de las elevaciones más imponentes que custodian este paisaje andino como el Cayambe, el Cotopaxi, el Antisana, el Rumiñahui.

Ya arriba, en Cruz Loma, se disfruta todavía más del paisaje. Los sedientos de aventura pueden continuar conquistando las alturas de varias maneras, ya sea a través de una tranquila caminata, de escalada, en parapente, ciclismo extremo o con un paseo a caballo. Al teleférico no pueden subir menores de 18 meses y es una actividad riesgosa para personas con problemas de hipertensión y respiratorios.

Chef por unas horas

– Conocer Quito desde su riqueza gastronómica se convierte en otro desafío delicioso. Esa es la oportunidad que ofrecen diversos restaurantes y hoteles como el Plaza Grande, ubicado en la plaza de La Independencia, en pleno centro histórico (es el único cinco estrellas de esta zona) y considerado uno de los de tipo boutique más hermosos en Latinoamérica. En esta construcción que acuña cinco siglos de historia se aprende a cocinar de manera sencilla, rápida y divertida. En el claustro, que es una antiquísima cava, su chef ejecutivo, Andrés Vera, enseña a preparar una típica cena quiteña: de entrada, un ceviche de pescado o camarones; de plato fuerte, seco de chivo, acompañado de arroz amarillo, plátano maduro y papa, y para cerrar, el tradicional helado de paila.

– Otra dulce experiencia se puede vivir con la elaboración de trufas de chocolate en sitios como Galería Ecuador Gourmet. Al tiempo que usted prepara las delicias se zambulle en este universo chocolatero en el que puede degustar, por ejemplo, el chocolate Pacari en combinaciones impensables como orgánico con hierbaluisa o con jengibre y chía o sal de Cuzco y, de paso, conoce un poco más de este próspero negocio que involucra a miles de agricultores de pequeña escala.


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