Al principio, la voz de Narda Lepes no suena como la que tantas veces escuchamos por la pantalla de televisión, pero apenas se adentra en la conversación se hace reconocible su forma de hablar. La cocinera está en el medio de las grabaciones de la nueva temporada de Dueños de la cocina, que le llevan entre 7 y 8 horas de su día; además, estuvo organizando la feria Masticar, está en plena promoción de su nuevo libro Ñam Ñam y también está a casi un mes de abrir su restaurante.

Lepes, con una amplia trayectoria en la televisión, es jurado del reality, una responsabilidad que comparte con los cocineros Donato de Santis y Christophe Krywonis

—¿Qué novedades tiene la segunda temporada de Dueños de la cocina?

—En esta temporada el objetivo de los participantes es otro, ahora no se les ofrece un buen trabajo sino quedarse con un restaurante, que está montado y que es simple. No les entregas un problema, es algo que se puede manejar como si fuera la primera vez que lo haces. Es lindo, tiene onda, está bueno, se puede mantener y el día que abra ya sabes que va a haber cola en la puerta porque el público va a querer ir a ver cómo se come en el restaurante.

—¿Es mayor presión entonces?

—Sí, el desafío ahora no es solo hallar a alguien que cocine bien sino encontrar a una persona que lo haga y que además tenga el espíritu, que tenga ese héroe dentro para ganarse una oportunidad única. Para un cocinero joven, que le entreguen un restaurante llave en mano y con público… ¡Olvídate! Es una gran oportunidad.

—¿En esta edición también buscan participantes bien capacitados en cuanto a nivel técnico?

—Ahora son menos técnicos. Son personas que sueñan con tener un emprendimiento propio, que van a aprender mucho sobre la marcha, gente con ganas.

—Antes de que empezara este reality, usted y Donato de Santis parecían ser más amables; ahora parecen haberse puesto la piel del jurado malo.

—¡Es la edición! Con los chicos del año pasado me hablo por lo menos una vez por mes, me los encuentro, charlamos, los voy a ver adonde están trabajando, me llaman para consultarme, entonces no soy tan mala como se ve en el programa. Yo hablo mucho y me editan, pero si me enojo con uno, me enojo de verdad: “Flaco, ¿25 veces vas a hacer lo mismo? Te lo dijimos 30 veces. Dale, nene, si sos mejor que eso”.

—Y así se convierte en la malvada…

—Sí, en la edición quedo como la mala. Y a veces también cuando estamos siendo un poco más amables, nos devuelven a la mirada del jurado y nos dicen: “No son sus amigos, presiónenlos para que saquen lo mejor”.

—¿Qué le dice que alguien pueden ser un buen cocinero?

—Alguien que escucha y otras veces que interpreta lo que uno le está diciendo. Que haga lo que él quiere hacer, pero que escuche cómo llegar a ser su mejor versión. No quiero que haga lo que yo hago.

—Entre el jurado, ¿tienen sus candidatos favoritos?

—Tenemos las dos cosas, un favorito porque te cae bien, porque te gusta el personaje, y después sabes que no llega y probablemente gane otro. La verdad es que esta vez viene con varias sorpresas.

—Si estuviera al comienzo de su carrera, ¿participaría en un reality?

—No, para nada. No sé. Creo que como soy yo, de uno a mil, de un día para otro, no me animaría a exponerme a eso porque quizás me convierto en una pelotuda. Hay cosas que uno tiene que saber que no. Yo lo aprendí de a poquito, tratar de tener una vida normal y de tener los amigos de siempre y no volverme loca, pero no sé si es fácil no volverse loco con el golpe de la tele.


Dueños de la cocina

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Martes, 9:00 pm 



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