Frank Underwood, el político más incorrecto pero amado por millones cuando aparece en la plataforma de contenidos de TV y cine Netflix, está de nuevo afilando sus uñas para el estreno de la quinta temporada de House of Cards, la serie que desnuda los matices más oscuros de la política a través de un personaje con una moral tan flexible como fantasmagórica.

Underwood (Kevin Spacey) y su esposa, Claire (Robin Wright), marcaron una ruta llena de atajos despiadados para alcanzar los niveles más altos de poder, y en este nuevo ciclo frente a las cámaras tienen que seguir afinando lo peor de ellos mismos para no caerse del trono, que no es otra cosa que la Presidencia de Estados Unidos.

Aunque promete plantear situaciones que parecen calcadas de la tormenta política que se vive en la actualidad en Estados Unidos, relacionadas específicamente con los conflictos de cierta clase política con los medios de comunicación y algunos trucos para manipular y acrecentar el miedo en la sociedad, House of Cards se inspiró en hechos que se gestaron en la mesa de los guionistas y no tanto en las revelaciones mediáticas de una política sorpresiva o un mandatario específico.

“Es más acerca de la psicología de la sociedad estadounidense”, aseguró en una entrevista reciente la productora ejecutiva Melissa James Gibson.

Sin embargo, quien puede dar algunas pistas es Michael Kelly, quien interpreta a Doug Stamper, el maquiavélico jefe de personal de Underwood y quien sigue desde la barrera las jugadas de supervivencia de la pareja protagonista. El actor habló acerca de la experiencia de una serie que le dio una bocanada de aire nuevo a los dramas políticos en la televisión.

—En House of Cards el nivel de tensión aumenta con cada temporada, ¿siente que hay un giro realmente explosivo en esta nueva etapa de la serie?

—Cada temporada es una locura, eso nunca cambia. El comportamiento maquiavélico de sus personajes se mantiene intacto y la verdad es que va a ser muy difícil que Frank, Claire y Doug dejen de comportarse como lo han hecho hasta ahora.

—La serie siempre ha logrado revelar aspectos muy oscuros de la política y de la misma condición humana, ¿eso no ha cambiado su percepción acerca de esa misma política o lo ha vuelto más desconfiado respecto a esta en la vida real?

—Bueno, yo estudié Ciencias Políticas en la universidad antes de dedicarme a la actuación, así que este ha sido un tema en el que yo siempre he estado interesado de una manera profunda. Con un paisaje político tan complejo como el que vivimos es muy relevante seguir atento a lo que pasa. En realidad siento que es muy importante que todos asuman su responsabilidad de participar políticamente.

—Temas como las noticias falsas y la manipulación a través del discurso del miedo forman parte del arco argumental de House of Cards, ¿cómo analiza la conexión de esta ficción con lo que está pasando no solo en Estados Unidos, sino en el mundo?

—Quiero pensar que todo ha sido una coincidencia. Y sí, realmente todo fue escrito mucho antes de las elecciones y del escándalo de Rusia –por ejemplo–, pero todo lo que sucede en nuestro programa y luego se refleja en la vida real es un fenómeno más del azar.

—Es interesante ese contraste de ser un malvado en la pantalla y una persona simpática en la vida real…

—Sabe que sí. A menudo la gente me dice: ¡Dios mío!, es muy extraño ver que sonríes. Realmente fuera del personaje sonrío mucho. Soy un hombre muy feliz porque tengo un trabajo maravilloso y una familia espectacular, y con todo eso no es difícil tener siempre ese tipo de emoción. Es cierto que la gente me ha visto como un antagonista, un hombre malo, pero me encantaría hacer una comedia, eso sería algo interesante para mí en este momento.

—¿Es fácil reencontrarse con Doug Stamper?

—Es fácil interpretarlo porque lo he estado haciendo desde hace varios años y lo entiendo; sin embargo, a la vez es uno de los papeles más complejos de mi carrera porque es impredecible y en cada temporada los guionistas logran sorprenderme de muchas maneras… “¿Qué? ¡No entiendo esto!”, respondo siempre ante los desafíos que van apareciendo y siempre asumo el reto porque quiero que Stamper lo dé todo frente a las cámaras.


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