La figura de David Fincher fue la clave principal para comprender el liderazgo de Netflix en el mercado del streaming, no solo como plataforma de exhibición, sino como una usina de contenidos originales, de verdadera calidad fílmica, con reconocimiento crítico y respaldo de audiencia.

Fincher, que venía del cortometraje y el videoclip, que había sorprendido en los años noventa con éxitos como Pecados capitalesEl club de la pelea, adhería su nombre a House of Cards. Como productor ejecutivo, dio muestras de que su sello era sinónimo de un universo tenso y conflictivo, de contrastes acerados, de climas oscuros y secretos inconfesables.

En 2013, House of Cards confirmó que había llegado para quedarse, Netflix dio su paso consagratorio y Fincher consolidó su lugar en la industria audiovisual con estilo y derecho propios.

Mindhunter es el nuevo proyecto de Fincher y significa su regreso por partida doble. Vuelve a producir para Netflix, pero ahora su control del proyecto es aún mayor: dirige cuatro episodios, participa en la elección de los directores y se involucra en cada decisión del equipo creativo.

También representa su regreso al mundo del crimen y las psicopatías como en Pecados capitales; a esa aura de desconcierto de las masacres de los años setenta como en Zodíaco; a los personajes antisociales, pero de inteligencia aguda como en La chica del dragón tatuado; a la violencia irracional y desesperada de El club de la pelea. Fincher vuelve a sus fuentes: al misterio de las mentes criminales, a la tensión de los ambientes cotidianos y al retrato minucioso de los conspicuos habitantes de un insondable misterio.

Basada en el libro inspirado en sucesos reales de John E. Douglas y Mark Olshaker, Mindhunter está ambientada en 1979 y sigue las investigaciones de dos agentes del FBI que recorren el país dando clases de psicología criminal para las fuerzas de seguridad y visitando asesinos seriales para descubrir sus secretos.

Holden Ford (Jonathan Groff) es un agente especial aplicado y algo excéntrico que sintetiza la cara de los nuevos tiempos: formado en la universidad, más atento al lenguaje que a las armas, intenta comprender el crimen como un emergente social y no como una anomalía moral. Es que los años setenta representan un cambio de paradigma en el terreno criminal: el asesinato de los Kennedy, la masacre del clan Mason y la tragedia de Vietnam fueron hitos que hicieron imposible seguir pensando la realidad en términos de racionalidad. Holden intenta llevar sus inquietudes del aula a la escena criminal y, pese a la resistencia de sus superiores, encontrará un socio en esa misión.

Bill Tench (Holt McCallany) es un veterano de la agencia desconfiado de la manipulación y el morbo de los criminales, pero curioso de la moderna metodología.

Como las parejas de las buddy movies, Holden y Bill recorren Estados Unidos y buscan preguntas antes que respuestas de crímenes brutales del pasado, que permitan resolver los enigmas del presente y prevenir los del futuro. 


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