“Lo más difícil que me ha tocado enfrentar en esta profesión es abordar a un grupo familiar con un pariente desaparecido y cuyo cuerpo fue hallado en avanzado estado de descomposición”, relató Héctor Bastidas, trabajador funerario.

No son zamuros, ni morgueros. Este  grupo de hombres que permanecen a diario en las afueras de la medicatura forense de Bello Monte prefiere que los llamen funerarios, personas que ofrecen servicios que van desde la preparación del cadáver, el costo del ataúd, capilla para el velatorio y traslado al cementerio, dentro y fuera de Caracas.

“Nos llaman zamuros, porque es el animal que acompaña al muerto, de allí el calificativo. No estamos cazando muertos, somos servidores y lo hacemos de corazón porque nos ponemos en los zapatos del familiar del difunto”, indicó.

Este servidor tiene más de 20 años como funerario. Señaló que más allá de ofrecer sus servicios le ha tocado ser acompañante del pariente en todo el proceso.

Ganarse la confianza

“Los dolientes vienen desorientados. Para algunos es la primera vez que visitan la morgue de Bello Monte. Al abordarlos se les pregunta el tipo de muerte: natural, violenta, accidente de tránsito, suicidio o a manos de funcionarios policiales. Les indicamos los documentos que solicitan en las oficinas”.

La asesoría da paso al costo de los servicios.

Bastidas indicó que después de iniciada la conversación, se ofrecen los costos del paquete , el cual incluye:  preparación del cadáver, capilla para el velorio, traslado y permisología al interior del país, si el familiar lo solicita. El valor total es de 1.300.000 bolívares.

“Siempre hay acuerdos con familias de muy bajos recursos”, agregó Bastidas.

El contrato es con el familiar directo, pero no sabemos qué viene detrás

“En la funeraria, tramitamos el permiso para que 12 miembros de la familia del difunto puedan permanecer en las instalaciones. Hay otras funerarias que no lo permiten y más aún si la víctima fue tiroteada o si el cadáver estuvo más de dos días en las cavas de la morgue”, explicó.

Relató que hay familias que optan por velar al difunto en sus residencias “y no para ahorrar costos, sino porque hay funerarias que cierran a las 7:00 pm y los parientes desean homenajear al muerto con la música de su preferencia, tomar licor y festejar como si estuviera en vida”, describió.

Wilmer García, funerario, relató que fue obligado a trasladar el cadáver al barrio donde vivió.

“El servicio en la funeraria ya estaba pago. Pero luego exigieron llevarlo a un barrio de Petare. Allí esperé que hicieran su festín: entre piruetas en motos, derrame de licor, bailar la urna y pasearla por las calles, hasta ráfagas de tiros al aire. Me ha tocado esperar dentro de la camioneta, sin quejarme. En su territorio, ellos son los que mandan”, aseveró.

Indicó además que las funerarias optaron por restringir la entrada de parientes después de las 7:00 pm: “Por los daños que causan parientes del difunto y por no permitirles la ingesta de licor dentro de las capillas velatorias”.

Funerarios indicaron que el costo del ataúd varía según el material del que está elaborado. “Existen los de MDF, un material casi de cartón de muy baja calidad. Les siguen los elaborados de chapilla, que tienen mejor acabado y las urnas de metal, consideradas las más costosas. Hoy día, cotizadas en 250 dólares”, explicó Bastidas.

“Hay que meterle la lupa al proveedor de los materiales para la elaboración de las urnas. El Estado debería implementar medidas”, concluyó Bastidas.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!