El lunes 27 de noviembre, cerca de las 10:00 pm, una familia que se trasladaba en una camioneta Fortuner fue interceptada por secuestradores en la autopista Francisco Fajardo, sentido oeste-este, en la salida de Macaracuay. Dos días después, a las 8:45 pm, tres personas que circulaban en un Toyota Corolla fueron atacados por delincuentes que iban a bordo de dos vehículos Sedan en la misma vía, pero en la salida de Caurimare. El jueves de esa misma semana una persona salió del Sambil a las 8:30 pm en dirección a Alto Prado y la plagiaron en la autopista de Prados del Este.

Esos tres casos tienen varias similitudes: las víctimas aseguraron que sufrieron malos tratos; los secuestros se realizaron en horas de la noche en zonas ubicadas entre los municipios Sucre y Baruta; y el tipo de vehículo fue lo que atrajo a los delincuentes, quienes andan en grupo de hasta siete. Otra particularidad que tienen en común estos tres hechos es que ninguno fue denunciado por sus víctimas, situación que complica las labores de los organismos policiales para determinar cómo funcionan estas bandas en Caracas, afirmó Miguel Dao, ex director del Cicpc.

Modus operandi. Los municipios de Baruta y Sucre, principalmente el primero, son las zonas con mayor incidencia de secuestros en Caracas, señaló Dao. Por eso insta a los gobiernos municipales, así como al nacional, a actuar de inmediato para reducir este tipo de acción criminal. No suministró cifras porque las víctimas no denuncian estos casos y en consecuencia es difícil determinarlas. No obstante, ha estudiado el modus operandi.

«La delincuencia migra en espacio y horario, pero se ha mantenido de modo preocupante en los últimos dos meses en esos municipios», indicó. El horario de mayor incidencia de este delito es entre las 7:00 pm y las 10:00 pm. La modalidad exprés es la que predomina: tienen en cautiverio a sus víctimas por un lapso de 6 a 7 horas, tiempo en el que concretan la negociación y las liberan.

Los delincuentes ahora se muestran más temerarios y confiados en su accionar criminal. En lugares abiertos o cerrados, en autopistas o avenidas atestadas de gente, nada los detiene, aseguró Fermín Mármol García, abogado criminalista. «Los secuestradores nos sorprenden con su temeridad. Demuestran que están muy confiados y eso preocupa a todos los que estudiamos la ciencia del crimen», manifestó.

Los secuestradores suelen ir en dos vehículos, los cuales utilizan para interceptar el carro donde se trasladan las víctimas. Una vez que los obstruyen, varios de los delincuentes ingresan al automóvil y someten a los pasajeros. La violencia es una de las maneras que ejercen para amedrentar a las víctimas, detalló el experto.  «Usan el modo carrusel: cae quien sea que circule en un vehículo y, además, cuantas personas estén a bordo. En 90% de los secuestros no hay causalidad entre el delincuente y la víctima. El que comete el plagio no es tan empírico como lo creemos», dijo.

Mármol García mencionó también una nueva modalidad. En Terrazas del Ávila, el lunes 11 de diciembre, 9 personas fueron secuestradas por 12 hombres con armas largas en una alcabala falsa de la policía científica en el
distribuidor del sector. «Simular ser parte de un organismo policial y montar esas alcabalas se ha convertido en otros de los modus operandi de las bandas dedicadas al secuestro», aseveró.

Dao puntualizó que otra modalidad es que obligan a bajar a la persona del vehículo para trasladarla en uno de los que el grupo delictivo esté utilizando para realizar el plagio.

Patrullaje mermado. Mármol García considera que a los delincuentes se les ha facilitado evaluar las actuaciones policiales en las urbanizaciones y avenidas. Esto se debe, señaló, a que los funcionarios se ocupan de patrullar una zona en específico y no se trasladan a puntos rojos donde ocurren la mayoría de los secuestros.  «¿Vemos patrullajes en urbanizaciones, en las vías, labores de saturación del mapa del delito donde ocurren los eventos? La respuesta es no», cuestionó.

La autopista Francisco Fajardo, la de Prados del Este, las salidas de Caurimare, Macaracuay, Terrazas del Club Hípico y la avenida Boyacá son los puntos donde más se han registrado secuestros en Caracas, afirmó el
especialista. «¿Vemos a funcionarios policiales deteniendo a vehículos sin placas que circulen por esas vías? Tampoco. Hacen las alcabalas en los mismos sitios de siempre», manifestó. «Estamos en una tormenta perfecta para quienes delinquen, con instituciones debilitadas, gran desconfianza en la colectividad hacia ellas y un patrullaje muy mermado», agregó.

En este sentido, Mármol García señaló que la División Nacional contra Extorsión y Secuestro del Cicpc requiere 700 funcionarios totalmente capacitados para combatir el plagio, sin contar el personal administrativo
necesario para tomar las denuncias de estos casos. También indicó que es indispensable que esa dependencia posea equipos especiales, como visores nocturnos (los secuestradores tienden a llevar a sus víctimas a zonas
rurales), detectores térmicos y una flota de vehículos de distintos colores y modelos para que los investigadores puedan realizar labores de campo.

Aconsejó que el personal administrativo (los sumariadores o sustanciadores) libere a los funcionarios de la carga burocrática de recibir denuncias para que se enfoquen en bajar los índices de secuestros en todo el país.

La denuncia es vital para no ser cómplices

Miguel Dao, ex director del Cicpc, considera que en Venezuela prevalece la cultura de no denunciar cualquier tipo de crimen, especialmente los secuestros. «No denunciar nos hace cómplices y al pagar financiamos los
siguientes secuestros de la banda. La ciudadanía tiene que entender que no puede ser partícipe de estos crímenes», señaló. También indicó que hay un juego de factores para que las víctimas no denuncien estos casos. En primer lugar, la desconfianza que se tiene de los funcionarios policiales y de su capacidad de frustrar el secuestro; y en segundo, el temor que los delincuentes infunden en ellas. 

La gente tiene que ser consciente de que los organismos policiales necesitan recibir esas denuncias con el fin no solo de lograr la liberación de la víctima, sino también de analizar a los grupos de secuestradores: cómo actúan, dónde lo hacen, cuántos integrantes tienen, dónde mayormente trasladan a las víctimas, aseguró el especialista. «El gobierno debe sembrar conciencia en los ciudadanos de que hay que
denunciar», manifestó.

Puntualizó que el Plan Nacional Antisecuestro implementado por el ministro de Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol, no sirve para nada si no se concientiza a las personas de notificar el secuestro. El sistema Gaula, implementado en Colombia en 1997 y que sigue vigente en el país vecino, fue determinante para bajar los índices de extorsión y secuestro en esa nación. Fermín Mármol García explicó que las labores de investigación hechas por ese sistema, ejecutado por la Policía Nacional de Colombia, es un ejemplo que en Venezuela debería emularse. Uno de los esfuerzos que formaron parte de ese proyecto fue concientizar al ciudadano sobre la importancia de las denuncias. «No es verdad que sean inútiles o algo que ponga en peligro a las víctimas», indicó.


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