“La juventud de hoy que se inicia en la droga es la sociedad adormecida y policonsumista del mañana, con alteraciones del sistema nervioso central y sin proyecto de vida”, afirma Gerardo Pastrán, presidente del Proyecto Juvenil Misionero (Projumi) que funciona en Barquisimeto, estado Lara. Indica que de cada 10 personas que llegan a la sede de la organización buscando orientación o desintoxicación, 5 son adolescentes que comenzaron a consumir droga a los 10 años de edad y lo hacen por curiosidad en las instituciones educativas.

“Es alarmante porque hablamos de chamos de 10 y 11 años que son desintoxicados cuando en realidad deberían vivir su infancia”.

Indicó que hasta junio, Projumi rehabilitó a 14 muchachas, la mayoría menores de edad, y 74 varones. “Tenemos otros 102 adolescentes y jóvenes en lista de espera, provenientes de todo el país, por la escasez de medicamentos intravenosos que se requieren para la desintoxicación”, explicó. La mayoría de quienes incursionan en el mundo de los estupefacientes comienzan con el consumo drogas socialmente aceptadas como chimó, tabaco y alcohol. “Producto de esa integración de sustancias, el cerebro comienza a exigir nuevos tipos de consumo y se pasa de las sustancias lícitas a las ilícitas”.

Según Pastrán la droga más demandada por los adolescentes es el creepy (marihuana con químicos), una de las más tóxicas y venenosas, debido a su bajo costo y efecto prolongado que, a diferencia de la marihuana, se extiende de tres a cuatro horas “Produce bruscos cambios de temperamento, dificultad para recordar y dolores en algunas partes del cuerpo”.

El poder adquisitivo también determina el nivel de consumo de algunas sustancias como el crack, elaborado con la combinación de clorhidratos de cocaína y bicarbonato sódico, que genera graves secuelas en el sistema cardiovascular, nervioso y circulatorio. Señaló que células de microtráfico de estupefacientes son las responsables de la distribución y el consumo dentro de las instituciones educativas.

“Persuaden a los muchachos para que empiecen a consumir, primero se la regalan y luego cuando el joven se engancha exigen el pago”. El especialista agregó que para costear la adicción, los jóvenes incursionan en la delincuencia hurtando objetos de sus casas y colegios. “De esa manera se instala el negocio de compra y venta en sectores donde hay de 20.000 a 40.000 habitantes y 3 o 4 colegios”.

Los estados más afectados por el consumo son Caracas, Valencia y Maracaibo, además de Lara donde hay una alta prevalencia en los sectores Iribarren, Palavecino, Andrés Eloy Blanco, Torres y Morán.

La muestra. Hernán Matute, fundador de la cátedra Libre de Drogas en el Instituto Pedagógico de Caracas, explicó que los vendedores de sustancias ilícitas dentro de los colegios son alumnos vinculados directa e indirectamente con las redes de comercialización.

Un estudio realizado en 311 colegios de la Gran Caracas, entre enero y abril de 2017, indica que en 287 había microtráfico interno mientras que en 31 universidades de la capital existen cadenas organizadas de distribución.

Matute dice que la percepción de riesgo entre los jóvenes de 11 a 25 años es la más baja de América Latina, lo que los lleva comenzar el consumo durante la adolescencia y la temprana juventud. “96 de cada 100 adictos incursionan en el consumo de sustancias dentro de ese rango de edad”. Precisó que en los últimos 10 años se incrementó en 30% el consumo en los escolares.

Aunque el consumo de drogas está estandarizado en todo el país, Matute señaló que en las zonas populares de Caracas abunda entre los menores de bajo poder adquisitivo la cocaína base y el crack mezclado con tiza y cemento blanco, mientras que en sectores del este obtienen drogas sintetizadas como el éxtasis, la heroína, o los cristales. “Son muchachos que viajan al exterior y traen al país sustancias desconocidas y son los mismos que se nos mueren de arritmias cardíacas y fallas renales”.

Ante el inicio de clases instó a directores y profesores a desarrollar planes de prevención con ayuda de especialistas que motiven a los jóvenes con actividades deportivas y lúdicas para fortalecer los valores. Pidió invertir en planes de contención: “Hay que sensibilizar al que ha caído en ese mundo y entender que el adicto no siempre es un delincuente”.


Venezuela: un país sin cifras actuales

El último balance de la Organización Nacional Antidrogas corresponde al año 2014, desde esa fecha se desconocen las cifras actuales referentes al consumo de estupefacientes en jóvenes. No fue posible obtener al respecto datos actualizados en tiempo preciso, debido a que la organización exigió la presentación de una carta especificando el motivo de consulta. El estudio más reciente de la cátedra Libre de Drogas del Instituto Pedagógico de Caracas correspondiente al cierre de 2016 aplicada en 100 estudiantes arrojó que al menos 6 de cada 10 tienen contacto con consumidores. Mientras que otra encuesta arrojó que 76% de 5.000 estudiantes de 1.500 liceos de Caracas afirmaron que había estupefacientes en sus colegios. El mismo informe también indicó que 70% de los menores de edad ha visto a alguien comprando o vendiendo sustancias ilícitas mientras que los factores de protección en lo referente al consumo disminuyeron 50% y los de riesgo 150%.


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