Una unidad de transporte público se detuvo frente al registro de la avenida Andrés Bello. Era miércoles, 4:30 pm. Para algunos la hora pico. A escasos metros, tres mujeres pararon la marcha del autobús y subieron. Ningún pasajero imaginó que una de esas tres mujeres sacara un arma y amenazara al conductor, ni que le exigiría que le entregara el efectivo, mientras las otras dos sometían a los pasajeros para quitarles los teléfonos celulares y otros objetos de valor. Las delincuentes se bajaron justo en la entrada de la avenida La Salle, con dirección a Plaza Venezuela.

En una panadería situada en Los Cortijos, una mujer no mayor de 25 años de edad, se acercó al mostrador y le solicitó a la cajera que le vendiera un paquete de cigarrillos. La empleada contestó que en ese establecimiento no despachaban ese artículo y la cliente sonrió. Era solo una fachada para huir con unas galletas y un helado. Acto seguido, comenzaron a exclamar: “¡Agárrenla, que está robando!”. Pero la mujer emprendió veloz huida.

El protagonismo de las mujeres en delitos comunes se ha incrementado en los últimos cinco años, según registros de expertos en Criminología que consideran que dada la escasez de oportunidades para llevar una vida digna, la mujer venezolana tomó la decisión de incursionar en el mundo hamponil a la par del hombre.

“El Estado venezolano vendió la imagen de una mujer vulnerable y adaptó programas sociales para quienes en su momento consideró las más desasistidas, pero nunca pensó que esa posición de susceptibilidad en una sociedad, por demás precaria, la hiciera escalar y la llevara a pensar en otros intereses. Ahora vemos el empoderamiento de la mujer que decidió actuar en el oficio delincuencial, una etiqueta que identificaba solo al hombre”, sostuvo la psicóloga social y criminóloga, Magally Huggins Castañeda.

“La conducta delictiva en la mujer es la expresión de una psicopatología individual de su alteración psicológica y social; es decir, en una sociedad corrompida, la violencia, como discurso político y social generalizado, le abrió espacios de pensamientos que no tenía; estas mujeres que ahora cometen delitos, lo hacen por sobrevivencia”, detalló Huggins.

De la prostitución, como la  conducta delictiva más frecuente, la mujer ahora asesina por venganza pasional, roba, trafica drogas, participa en secuestros y estafas, roba neonatos de centros de salud y los comercializa en el exterior, actúa en la trata de personas y prostitución infantil, y en la actualidad su papel es la tendencia a organizar bandas criminales.

“La impunidad las estimula a continuar. Solas o acompañadas se ha evidenciado una creciente participación de féminas que formaron parte de bandas organizadas, ahora encabezan su propia organización”, agregó la criminóloga. “La mujer delincuente no necesariamente tiene que ser pobre. Estudios demuestran que en sectores medios altos se han registrado delitos de lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, corrupción, que son considerados delitos de cuello blanco y que el Estado los ha mantenido al margen penal. En este caso no hablamos de una necesidad económica sino de poder. La pobreza no genera delincuencia organizada; la debilidad institucional, o una institución muy permisiva o cómplice, sí”, afianzó la especialista.

De encubridora a protagonista. “El papel clásico de la mujer en el mundo criminal se ha visto fracturado. La mujer solía encubrir los actos delictivos de su compañero de vida, padre o hijo. Otra de sus funciones solo era de correo o mula del crimen: llevaba dinero ilícito, drogas, armas, municiones y fe de vida de un secuestrado. Era cuidadora de víctimas en cautiverio o criminales heridos durante enfrentamientos con policías o entre bandas”, describió el abogado y criminólogo Fermín Mármol García.

El especialista sostiene que en la actualidad la mujer ha alcanzado una emancipación en el mundo criminal al ejercer un papel minoritario, pero igualmente es protagónico.

Las mujeres pioneras en constituir bandas criminales de delitos violentos se ubicaron en las favelas de Brasil y México por el narcotráfico, y en Colombia por la guerrilla.

En el caso de Venezuela se han constituido bandas criminales para asaltar en transporte público, en el que las víctimas relatan la participación de mujeres en robos masivos; otras, en secuestro y portando armas de alto calibre.

Sobre el perfil, Mármol García indicó que estas mujeres poseen unas características específicas. “Son mujeres que abandonaron su cuidado personal, menos femeninas, con tendencia a la masculinización. Es probable que se trate de mujeres maltratadas y abusadas, que buscan respeto”.

ElDato

Las regiones donde se evidencia el mayor número de delitos con participación de mujeres son Distrito Capital y los estados Zulia, Táchira y Aragua, según monitoreo de prensa.


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