Los vecinos del sector Tamarindo, en la parte alta de la escalera número 8 de El Valle, alertaron a la PNB porque durante toda la madrugada escucharon el llanto de un niño.

Una comisión policial entró a la vivienda y halló el cuerpo sin vida del pequeño. Willian Gabriel López Amador había asesinado a su propio hijo de tres años de edad. ”Fue un acto de venganza contra mi hija, su ex pareja, porque se negaba a volver con él”, expresó Carmen Hernández, suegra del victimario, quien esperaba la entrega del cadáver de su nieto en la morgue de Bello Monte, donde el caso causó consternación.

López Amador y la joven mujer, de la que no revelaron el nombre, habían mantenido una relación sentimental desde hacía cuatro años tiempo en el cual tuvieron tres hijos: el niño fallecido, otro de 2 años y el menor de un año de edad.

Cuando los funcionarios policiales entraron a la vivienda, López Amador, de 23 años de edad, presentaba convulsiones debido a la ingesta de productos químicos para limpieza, por lo que fue trasladado al hospital Leopoldo Manrique Terrero, en Coche. Posteriormente fue remitido al hospital Doctor José Gregorio Hernández, en los Magallanes de Catia, pero en ninguno de los centros de salud fue atendido por falta de insumos en los servicios de toxicología.

Finalmente, López fue atendido en el hospital Miguel Pérez Carreño, donde lo aguardaban funcionarios de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, que lo detuvieron y pusieron a la orden de la Fiscalía 104 del área metropolitana de Caracas en materia de niños, niñas y adolescentes.

Antecedentes

La abuela del menor aseguró que el niño presentaba signos de maltrato corporal, golpes contundentes en el tórax, envenenamiento y otro tipo de agresiones, según resultados del informe del patólogo forense.

No era la primera vez que López arremetía contra sus hijos, dijo la suegra: “Le voy a dar dónde más le duele” era la frase con la que amenazaba a su ex pareja.

Los niños quedaban a cargo del padre porque la progenitora trabajaba como doméstica, a quien los vecinos le aconsejaban que dejara al agresor. “Nunca hizo caso, ni siquiera a mí que soy su madre y mira lo que pasó”.

En marzo, le dio golpes a su hijo de dos años en el rostro. “Las mujeres tienen que elegir bien a sus parejas”, recomendó Hernández.


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