El sábado en la madrugada, los cuerpos de José Alejandro Díaz Pimentel y Abraham Israel Agostini Agostini fueron trasladados por funcionarios del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses de Bello Monte –sin autorización de sus familiares– a la terraza 28-A del cementerio del este, en La Guairita.

Ambas familias mostraron su indignación y expresaron que fue una decisión del gobierno “sin respetar el dolor de las madres que solo querían compartir el último adiós”, refirió una tía de Díaz Pimentel, sin querer identificarse.

La entrega de los cadáveres del grupo de Oscar Pérez se postergó durante seis días, un procedimiento que según los parientes estuvo “lleno de obstáculos”.

Las familias de los asesinados el pasado lunes, durante un procedimiento policial realizado en el kilómetro 16 de El Junquito, permanecieron toda la semana en la medicatura forense con la esperanza de retirar los cuerpos. Solo les faltaba cumplir el último requisito: la firma del registro, documento legal que deja constancia de la información plasmada en el acta de defunción.

Ayer, a las 6:00 am, los parientes de Oscar Alberto Pérez; José Alejandro Díaz Pimentel, Daniel Enrique Soto, Abraham Israel Agostini Agostini, Jairo y Abraham Lugo Ramos y Lisbeth Andreína Ramírez Montilla recibieron la llamada telefónica en la que les indicaron que debían asistir a la morgue para completar los trámites.

La tía de Pérez, y familiares de Díaz Pimentel y Agostini fueron los primeros en llegar. “Mientras unos ingresaron a firmar el registro, otros parientes permanecían en el área de espera. De pronto, vimos una camioneta salir y en el interior iban la madre de Abraham Agostini y una hermana, quienes a través de una llamada telefónica les alertaron: salgan de la morgue, los cuerpos de Agostini y Pimentel ya están en el cementerio del este”.

Despedida. Cuatro fosas yacían abiertas en la terraza 28-A del camposanto. Dos eran para los cuerpos de Agostini y Díaz Pimentel, describió Sarahí Agostini, hermana del ex funcionario de Poliaragua.

A pesar de identificarse como familiares directos, los funcionarios castrenses evitaron que todos los parientes y acompañantes ingresaran al lugar donde se encontraban los féretros. Solo entraron las madres, dijo Sarahí Agostini, quien agregó: “Estuvo segundos, no fue un adiós digno y eso no fue lo acordado; el gobierno irrespetó el dolor de las familias”.

La mujer manifestó con indignación que se trató de un proceso “inédito en la historia del país, envuelto en irregularidades”. Dijo, además, que había preparado la ropa para su hermano, pero no se la pudieron poner: “Le colocaron una chaqueta que no sabemos de quién es”.

Luis Bolívar, primo de Díaz Pimentel, señaló: “Primero nos querían hacer firmar el acta de reconocimiento sin ver el cuerpo y ya sabíamos que el informe médico forense estaba listo desde el lunes. Secuestraron los cadáveres, los sacaron de la morgue y se burlaron. Nos llamaron para firmar y resulta que ya se habían llevado los cuerpos”.

Se conoció que los gastos del sepelio en el cementerio del este fueron cubiertos por el gobierno. La GNB impidió el paso de otras personas que llevaban flores a sus parientes.


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