Ayer persistía el hermetismo en la sede de la medicatura forense, en Bello Monte, luego del ingreso de los cadáveres de Oscar Pérez y de sus seis acompañantes hace cuatro días, grupo que fue ejecutado durante una operación policial realizada en la urbanización El Araguaney, calle Los Cujicitos, en la parroquia El Junquito, el lunes 15 de enero. Nada se supo del procedimiento post mórtem que realizarían los tribunales militares. 

Al piquete de la Guardia Nacional Bolivariana y de la PNB que custodia las entradas y salidas de la morgue se acercó por segundo día consecutivo Aura Pérez, tía del ex inspector del Cicpc Oscar Pérez, quien reclamó a los representantes de los cuerpos de seguridad que le habían negado la entrada y que la esperaba el inspector William Jiménez. Luego de 10 minutos pudo ingresar y estuvo reunida por más de 4 horas. 

Aura Pérez estaba acompañada de dos personas y evitó todo contacto con los periodistas. Sin embargo, una de las dos mujeres que la acompañaban, que pidió no ser identificada, indicó que sería atendida por Jiménez, encargado del caso del ex inspector del Cicpc. 

Pérez desmintió la versión que señaló que había firmado documentos sin hacer el reconocimiento. «Ella estaba muy nerviosa», enfatizó. 

A mediodía llegaron los familiares de Lisbeth Ramírez Mantilla, la única mujer que integraba el grupo asesinado y calificado de terroristas por el ministro Néstor Reverol. «Vengo a limpiar el nombre de mi hermana; no era terrorista», expresó Leidys Ramírez, que llevaba un collarín debido al accidente de tránsito que tuvo junto con su esposo en la ARC, el miércoles cuando se trasladaba a Caracas. «Mi hermana mandó un video a la familia en el que decía ‘me agarraron’. Supimos de su muerte cuando el ministro la nombró», declaró. 

Dijo que Lisbeth era pareja de Jairo Lugo, un abogado recién graduado, que también fue ultimado en la operación policial. Faride Mantilla, madre de Ramírez, declaró desde Táchira: «No pido justicia porque ellos fueron los que me la quitaron». Mantilla mantiene en sus bolsillos una fotografía de Lisbeth Andreína cuando era niña. 

Allegados a la familia la describen como una persona colaboradora; era enfermera y si se requería la aplicación de un tratamiento o tomar la presión arterial a algún vecino de su sector en el barrio Genaro Méndez, en el sur de San Cristóbal, siempre estaba presta a hacerlo. Otro de los hermanos de la única mujer asesinada en el grupo de Pérez, viajó ayer en avión a Caracas para acompañar la petición familiar. 


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