Daniel Rodríguez Quevedo, de 17 años de edad, fue asesinado de un tiro en la cabeza cuando trataba de protegerse junto con los miembros de su comunidad, de los encapuchados armados que, a bordo de motocicletas, hostigaban a los habitantes de la localidad de Santa Ana, en el municipio Córdoba en el sur de Táchira.

“Era mi hermano menor. Pasaron unos tipos armados y en moto, y le dieron un tiro en la cabeza. Eran colectivos armados y encapuchados con motos”, dijo Enrique Rodríguez, hermano de la víctima. El muchacho estudiaba primer año de Derecho en la Universidad Católica del Táchira y en diciembre cumpliría la mayoría de edad.

“La policía no sale en Santa Ana. Dicen que 20 policías no van a cuidar a Santa Ana y quieren que la gente se cuide sola”, dijo el hermano. En palabras dedicadas al menor de la familia mientras esperaban la entrega del cuerpo, Rodríguez aseguró que la lucha valdrá la pena. “Vamos a salir adelante. Yo ya no tengo con quién pelear, a quién regañar. Yo le decía que ojalá yo hubiese sido como él, que mi mamá se sintiera orgullosa de mí. Él estudió. Era sano, no se metía con nadie, no rumbeaba, no le gustaba tomar. No se merecía un tiro en la frente”, dijo entre lágrimas el familiar.

La agonía de Daniel se prolongó por dos horas hasta que el muchacho pudo ser trasladado en una ambulancia de Protección Civil al Hospital Central de San Cristóbal.

Virginia Vivas, alcaldesa de Córdoba, relató que grupos armados incursionaron desde el día anterior en Santa Ana.

“Los vecinos desesperados empezaron a hacer barricadas buscando protección y se fue la luz”, narró Vivas, quien señaló que cuando se registró el crimen, todavía estaban sin servicio eléctrico y no hubo como trasladar al muchacho hasta San Cristóbal debido a las trancas en la vía.

En la morgue del Hospital Central de San Cristóbal, esperaban en la tarde por el vehículo de la funeraria para trasladar al muchacho, pero el desabastecimiento de combustible que hay en Táchira dejó el carro sin carburante.


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