El padre (s. j.) José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, señaló ayer que las reuniones del Consejo Nacional de Universidades se realizan cuando el ministro de Educación Superior, Hugbel Roa, quiere o puede.

En el I Congreso de las Américas, en el que fueron tratados los temas de libertad académica, autonomía universitaria y derechos humanos en el ámbito, Virtuoso aseguró que las reuniones mensuales, en las que participan las autoridades universitarias, no se realizan regularmente: “Tenemos tres o cuatro meses sin reunirnos y cuando se realiza el encuentro es llevado por procedimientos fuera de la ley y los reglamentos; no es un espacio de discusión, de toma de decisiones colectivas”, afirmó.

Indicó que en las sesiones, el CNU quedaba sustituido por el Ministerio de Educación Universitaria y que en la práctica no existía la instancia, pues a esta se llevaba lo que el ministro ya decidía previamente, solamente para convalidarlo.

Al destacar lo delicado de esta situación, pues el CNU es una organización en la que las universidades y autoridades ejecutivas analizan las necesidades del sector, Virtuoso agregó que el problema con las casas de estudio privadas es que hay un esfuerzo de parte del Estado para sacar del juego los derechos de las instituciones educativas y “nuestra tarea es la defensa de esos derechos”.

“En una de las más recientes reuniones, al rector Scharifker y a mí se nos negó el derecho de palabra porque éramos representantes de universidades privadas y no teníamos derecho de intervenir en la discusión de la universidades públicas”, declaró el rector. Aseguró que para el ministerio prácticamente las universidades privadas no existen, “solo nos permiten funcionar”.

En el Congreso participaron representantes de universidades venezolanas, entre ellos Amalio Belmonte, secretario académico de la UCV, quien reafirmó la tarea de las universidades como constructoras de civilidad, de calidad de ser humano, de democracia y libertad, “la misión de la universidad es ser un factor para trascender el oscurantismo, para iluminar la ciudad, para poblarla de conocimiento, de reflexión”. Agregó que debe existir “impermeabilidad al desaliento”. Belmonte afirmó que el gobierno considera la ignorancia y la baja calidad como una virtud y esto es utilizado como instrumento de política totalitarista: “Estos han considerado que la educación es un aparato ideológico en el que debe reinar el pensamiento único y en el que no debe haber algo distinto”, puntualizó.


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