Elizabeth Álvarez retomó un oficio viejo, más bien un hobby, hacer velas. Nunca se imaginó que las haría para ella y para sus vecinos, en la localidad de Cúa, estado Miranda, a unos 30 kilómetros de Caracas, para iluminar en algo su casa y la de la gente de su cuadra. 

Cuando empezó el apagón, el jueves a las 5:00 pm, estaba en Caracas, pero logró regresar justo a tiempo, sin pensar entonces que la oscuridad le obligaría a retomar la mezcla de glicerina, algodón y pabilo (cordel) para ver unos centímetros más allá de su nariz. Hoy cumple cuatro días sin servicio eléctrico y se atrevió a dejar su casa para comprar carne –“algo salado”, dice–, pues ya se le acabó la comida.

Pasadas las 90 horas sin energía eléctrica solo Caracas ha sido reconectada en 70% con un servicio intermitente. La población de los estados más grandes y poblados de Venezuela, ubicados al occidente del país, sigue presa de la desesperación mientras realiza maniobras para capear la crisis que la ha dejado sin energía y también sin agua, una situación que comienza a despuntar con fuerza pues las máquinas de bombeo, sin electricidad, no funcionan.

Solo en Caracas, en la avenida Boyacá que bordea el Ávila, se contaban filas dobles, de al menos 80 vehículos para llenar las garrafas o potes que tuvieran disponibles, en los distintos puntos por donde baja un hilo de agua de la montaña .

En algunos lugares se venden los botellones de cinco litros de agua hasta por cinco dólares en efectivo. En ciudades como Barquisimeto, que padece el apagón desde el jueves o ha recibido parcialmente electricidad, la estampa que amanece es la de una ciudad que se movilizó en la noche para protestar (se ven cauchos y basura quemada) y en el día para buscar agua.

“Hoy dimos una vuelta por la ciudad para buscar algo de comida y por todas partes solo se ve gente cargando pipotes con agua y palos de madera, pues está cocinando con leña”, cuenta en un breve mensaje la señora Lourdes Lizama, quien se mudó parcialmente a casa de su hermano que tiene una pequeña planta eléctrica que alimenta con gasoil y prende varias veces al día para cargar los celulares.


«Hoy dimos una vuelta por la ciudad para buscar algo de comida y por todas partes solo se ve gente cargando pipotes con agua y palos de madera, pues está cocinando con leña»


Algunos “privilegiados” que viven en edificios han bajado al tanque principal de agua y de ahí llenan sus potes y los suben a sus casas por las escaleras. Pero los que se cuentan como reyes son los que viven en casa y tienen agua en su tanque, que baja por la gravedad. 

“Vamos todos los días a casa de la mamá de mi esposo a echarnos un bañito rápido y a comer, ella tiene tanque de agua en la parte de arriba y cocina de gas. Llevamos toda nuestra comida para allá y la hemos cocinado para que no se dañe”, cuenta una maestra en la zona de La California, en la capital venezolana.

“Nosotros estamos cargando los celulares en el carro y vamos a la autopista a buscar señal de teléfono. Cuando encontramos, revisamos el Twitter, nos informamos sobre lo que pasa y regresamos a la casa. En la noche usamos los teléfonos como linternas”, indica una peluquera que salió a buscar hielo para tratar de tener algunas cosas frías. “Me quisieron vender una bolsa por cinco dólares, pero no puedo pagar eso”, asegura.

En los chats familiares de WhatsApp abundan las historias de gente que ha salido a regalar algo de carne o pollo para no perderlo, también los consejos de chefs y cocineros sobre cómo salar las carnes o conservar las verduras con cáscara para que duren unos días más. 

También corren los avisos de hoteles y restaurantes que están permitiendo a la gente cargar celulares, conectarse al WiFi de sus generadores y acceder a sus cocinas para hacer comida o biberones para los niños en lugares como Ciudad Guayana, Valencia, Barquisimeto y Maracaibo.

Pero el verdadero viacrucis lo están viviendo quienes no tienen comida almacenada y han salido a buscar algo durante el apagón. “Pagué un mercado grande con mi tarjeta del Bank of America, fueron 70 dólares”, informa un hombre al salir de un establecimiento de una conocida cadena de supermercados. Sin embargo, es ínfima la cantidad de personas que tiene dólares, mucho menos en efectivo, para comprar comida.


Es ínfima la cantidad de personas que tiene dólares, mucho menos en efectivo, para comprar comida


En Caracas el pago con dólares se ha convertido en la regla ante el fallo de los puntos de venta, aunque la reconexión en las últimas horas ha permitido retomar algunas compras en bolívares. Pero a la 1:00 pm se registró un nuevo apagón total en la capital venezolana.

Ante la inmensa presión que se configura para la vida ciudadana (o la vida misma), las redes han comenzado a servir también como una gran cartelera de solidaridad y ofertas de ayuda.

“Quien necesite orientación médica puede contactarme por Twitter, soy médico, estoy en mi casa, lamentablemente no tengo materiales ni equipo para atender, pero puedo orientar y dependiendo del caso puede atenderlos aquí”, firma un doctor a través de esa red social. Otro, un psicólogo, ofrece sus servicios en estos momentos en que la desesperación se apodera de muchos. “Hola, buenas noches, debido a la situación ofrezco mi tiempo y espacio para conversar con quien quiera desahogarse. Soy psicólogo”.


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