La Parada, en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela, se convirtió en un lugar dominado por la economía informal. En el lugar se escuchan los gritos de los colombianos y venezolanos que luchan por vender algo y ganar dinero.

Lucía, una colombiana de 45 años de edad, armó un triciclo y allí vende cargadores de celulares, audífonos y bisutería para poder sustentar a sus dos hijos, reseñó La Opinión de Cúcuta.

La colombiana, quien retornó a su país luego de vivir por años en la Fría, estado Táchira, indicó que los venezolanos “se sienten dueños” de La Parada.

Cuando Lucía llega a su esquina después del mediodía, debe “enfrentarse” a los venezolanos por su puesto de trabajo.

“Este es mi lugar y no me quito ni con la policía encima”, responden cuando ella reclama su lugar de trabajo en una esquina, donde gana 50.000 pesos diarios que sirven para pagar la habitación donde vive con sus hijos.

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