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Foto archivo

Cada tres minutos nace un niño de una madre adolescente en Venezuela. La frase popularizada hace tres años se mantiene vigente y es una referencia del rezago que muestra el país en cuanto a la prevención del embarazo juvenil a escala regional, continental y hasta global.

Las cifras son alarmantes. El embarazo adolescente en el país muestra un ritmo sostenido de avance. En tres años las cifras han aumentado, según las estadísticas oficiales, actualizadas hasta 2016 por el Instituto Nacional de Estadística, información que es propicia hoy Día Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente.

Mientras que en 2014 la tasa de fecundidad entre adolescentes de 15 a 19 años era de 93 por cada 1.000 mujeres, el año pasado llegó a 95 por cada 1.000, de acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas, basadas en datos proporcionados por el gobierno.

Jorge González Caro, representante del FPNU en Venezuela, explica que la situación más allá de ser un problema de salud pública ha tomado niveles más complejos por las serias consecuencias que implica no solo en la familia y la sociedad, sino porque además compromete el desarrollo nacional.

“El embarazo adolescente es el problema social más importante de Venezuela. Es un asunto que estanca el desarrollo y que le roba el futuro al país. La joven embarazada sale del sistema educativo y entra en un círculo que la hace altamente vulnerable a la violencia de género, se vuelve dependiente desde el punto de vista económico y con poco nivel educativo es difícil su inserción en el mercado laboral”, expone.

Se refiere a la magnitud del problema que coloca a Venezuela a la cabeza en este tipo de embarazo en el bloque andino, con datos que solo pueden ser comparados con África Subsahariana, subcontinente donde se encuentran las 10 naciones más pobres del mundo, según la Organización de Naciones Unidas.

“Los números son alarmantes, sobre todo en comparación con naciones menos desarrolladas. Venezuela figura entre los países con los índices más altos del mundo. La tasa de fecundidad adolescente es equiparable a la de África Subsahariana”, afirma.

El informe Mundos aparte, sobre el Estado de la Población Mundial 2017, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas y recientemente publicado, constata las afirmaciones. La recopilación del organismo indica que Venezuela registra el nada halagador primer lugar de embarazo adolescente en varias regiones; andina, suramericana y caribeña, de acuerdo con el promedio de fecundidad especifica de adolescencia. En el Plan Andino, por ejemplo, Venezuela pasa a Bolivia, Colombia, Perú, en ese orden, y casi duplica a Chile, el de menor incidencia con 52 por cada 1.000. En el Caribe supera por 20 puntos a Haití.

Andrea Pereira, oficial de programa del FPNU, señala el impacto que el problema tiene para el desarrollo integral de las jóvenes mamás. “Una de cada cuatro madres en Venezuela concibe durante la adolescencia, siete de cada diez están fuera del sistema educativo, pese a que la resolución 1762 del Ministerio de Educación obliga a que no sea excluida. No solo es un problema de salud, ni de educación es un factor de exclusión importante en el país”, afirma.


Perfiles. En Venezuela la fuerte incidencia del embarazo adolescente es producto de múltiples factores, entre los que destacan las condiciones de pobreza, el bajo nivel educativo, la falta de acceso a oportunidades de ascenso social, la escasez de insumos, que se proveen muy irregularmente desde 2015; además de la poca información y la casi inexistente política de educación integral sobre sexualidad.

Ambos funcionarios coinciden en que también influye un componente cultural, que hace que el país supere el promedio de América Latina: “Es una expresión socioeconómica y territorial. En las clases bajas hay más embarazos. A menor nivel educativo, mayor incidencia de embarazo; es decir, está directamente asociado con la condición de pobreza. Es también cultural, la edad de iniciación sexual estaba alrededor de los 15 años hace una década, hoy ha bajado a 12”.

En general el perfil de las adolescentes embarazadas es de clase social baja, aunque han surgido nuevos fenómenos en los trabajos de campo realizados desde 2015; como quienes se embarazan en la búsqueda de seguridad y protección, en ambientes hostiles, como barrios y también por evasión de violencia intrafamiliar.

“Las niñas buscan quedar embarazadas de quienes controlan los barrios como una forma de estatus o para salir de una situación de violencia intrafamiliar”, alertan.


Todo por hacer. Pereira considera que sobre el tema está todo por hacerse en el país. No obstante, hace énfasis en los logros que se han obtenido en los últimos cinco años. “En cuanto al diagnóstico se ha avanzado con respecto a hace 20 años. Gracias al enfoque integral se ha entendido que es un problema de salud, de educación, de prevención. Esta mapeado el embarazo adolescente en el país, en ese sentido hay un gran progreso. Ha mejorado el registro estadístico para focalizar el abordaje”, dice.

González Caro insiste, sin embargo, en que para frenar el avance del embarazo adolescente se debe aplicar una fórmula que ha funcionado en otros países, que tuvieron situaciones similares a la venezolana: dotar a los centros de salud de métodos anticonceptivos, crear servicios diferenciados de atención integral al adolescente y formar personal docente y médico en educación integral de la sexualidad, para una atención específica a la población en todo el país.

“Se debe garantizar el acceso universal y gratuito a por lo menos 5 anticonceptivos modernos en cualquier centro de salud, como lo expresa el artículo 76 de la Constitución. Pero no todo son métodos anticonceptivos, es educación para la prevención. El gobierno tiene los lineamientos curriculares que se obtuvieron de mesas de trabajo con nuestro apoyo técnico. Ya se sabe lo que tenemos, lo que hay que hacer ahora corresponde ejecutarlo”, manifiesta.


Un modelo exitoso, pero solitario

A 580 km de Caracas, enclavada en la faja petrolífera del Orinoco, la reserva de crudo más grande del mundo, se encuentra Soledad, un pueblo de 27.620 habitantes, donde, como el promedio del país, 26% de su población es adolescente. Allí, gracias a la iniciativa de una empresa privada local, el Fondo de Población de las Naciones Unidas adelanta desde hace un año una exitosa experiencia de prevención del embarazo juvenil.

“Con el concurso del Ministerio de Salud, la alcaldía y la empresa Propulso C.A. logramos la implementación de un modelo en el que se dispuso de un servicio diferenciado para la atención de adolescentes, personalizado y confidencial, en el que se les orienta en salud sexual y reproductiva, así como en planificación familiar”, informa Andrea Pereira, oficial de programa del FPNU.

El modelo de abordaje, que atiende en promedio a 11 adolescentes diariamente, se basa en la promoción de proyecto de vida, como forma de generar oportunidades de desarrollo y de prevención de embarazos no deseados a temprana edad. Desean que proyectos como este se materialicen en todo el país.


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