Activistas Lgbti de Venezuela, México y El Salvador expresaron su preocupación por que el ascenso político de grupos fundamentalistas religiosos resulte en una pérdida de derechos para la comunidad en América Latina.

Tamara Adrián, la única diputada transgénero de la Asamblea Nacional, afirmó que los fundamentalistas religiosos están calladitos en el país, no porque estén desmovilizados o no existan, sino porque «no hay políticas públicas» que atiendan la diversidad sexual.

«En Venezuela no hay un plan sexual de salud y sexual reproductiva, la epidemia de VIH es similar a la de los años ochenta, las muertes por sida llegan a 5.000 por año», dijo.

«No hay métodos anticonceptivos, no se habla de aborto, de derechos Lgbti, y en esas condiciones los fundamentalistas no tienen nada qué decir», recalcó.

Diputada por el partido Voluntad Popular, el mismo en el que milita y del que es cofundador el líder del Parlamento y presidente encargado, Juan Guaidó, Adrián dijo que el colectivo Lgbti perdió importancia desde 1998, con el ascenso de Hugo Chavez, que «dio las manos a sectores de la Iglesia evangélica».

«Ya en el año 1999, con la Asamblea Constituyente y posteriormente, se produjo un fenómeno de representación de los evangélicos en la política», dijo.

Entre 2005 y 2010 hubo hasta alrededor de 42% de diputados que se declaraban a la vez chavistas y evangélicos, y esto explica «por qué nunca hubo discusión sobre temas Lgbti en Venezuela», aseguró Adrián.

 

 

 

Otras voces en Latinoamérica

En México, la alianza que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho con líderes evangélicos genera dudas en el colectivo Lgbti ante posibles políticas que puedan amenazar sus conquistas, indicó Dayana Gallegos, activista indígena y transgénero.

Uno de los temores, precisó, es que el gobierno otorgue concesiones públicas de radio y televisión a una franja de líderes evangélicos, a quienes López Obrador recibió en el Palacio Nacional.

«Al principio Obrador se veía interesado en apoyar la diversidad sexual, pero ahora esto nos está preocupando un poquito porque se está yendo al lado de la familia tradicional», dijo Castillo en la Conferencia Internacional de Derechos Humanos, organizada por Madrid Summit en la Casa de América.

El activista transexual salvadoreño Gabriel Escobar recordó que la fundación Sí a la Vida, que tiene como principal bandera la prohibición del aborto, es una organización que surgió desde las élites en contra de los derechos de la diversidad sexual.

Escobar dijo que es muy pronto para evaluar las políticas del nuevo presidente, Nayib Bukele, sobre el colectivo Lgbti. Cuestionó que la Secretaría de Inclusión Social, que tenía autonomía institucional, ahora sea parte del Ministerio de Cultura.

«No lo tomamos como una mala señal, pero tampoco una buena. No nos han presentado qué piensan hacer dentro de esta institución. Parte de la militancia, más combativa cuestiona la capacidad del Ministerio de Cultura de trabajar de forma integral cuestiones de derechos humanos», explicó.

En Brasil, el país más grande de la región, la victoria del presidente Jair Bolsonaro fue impulsada por el apoyo de sectores ligados a las iglesias evangélicas, incluidos los conservadores que tienen como principales banderas la lucha contra los derechos reproductivos de la mujer y a favor del modelo heterosexual de la familia.

El 20 de junio pasado Bolsonaro fue el primer presidente brasileño en participar en la Marcha para Jesús, principal evento evangélico de masas del país. «Ustedes fueron decisivos para ayudar a cambiar el destino de Brasil», afirmó.


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