“En esta crisis el venezolano ha demostrado que es extremadamente civilizado; por mucho menos en otros países se habría desatado una violencia incontenible. La sociedad tiene una gran capacidad de resiliencia (resistencia) para afrontar situaciones adversas, lo que no obvia la preocupación por la alta incidencia de cuadros como ansiedad y depresión, que no se pueden tratar adecuadamente porque en el país falta 90% de los psicofármacos esenciales”, manifestó el presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría (SVP), Wadalberto Rodríguez.

El estrés es un trastorno que saca al individuo de su equilibrio cotidiano, explicó. La ansiedad, que es un estresor, causa problemas cardiovasculares, gastrointestinales, del sistema inmunológico y puede producir una afectación orgánica del cerebro. La depresión, disposición emocional hacia la tristeza, incapacita a la persona para realizar su vida normal, sentir placer, apetito. Son patologías que requieren medicación. Hace 5 años se conseguían hasta 15 posibilidades terapéuticas de modo fácil y económico, hoy solo se encuentran dos. Y en el caso de la depresión, apenas se tiene un tratamiento de tipo genérico disponible.

También el psicoanalista Axel Capriles observó que el sistema psíquico del venezolano está en una condición muy crítica, inundado por un sentimiento de frustración colectiva fuerte que dificulta la convivencia porque hay mucha rabia, resentimiento, ira. “El venezolano se siente defraudado, engañado por una promesa fatua y es necesario que canalice estas emociones abriéndose a sentimientos de esperanza que den espacio a la simpatía y a la compasión, sin que ello implique el olvido o la ausencia de justicia. Hay que guardar sitio para el cultivo de la vida personal, los afectos, la familia. La política no puede ser todo lo que llene nuestras vidas porque el proceso va a ser largo”.

La salud mental está protegida constitucionalmente pero el testimonio de psiquiatras y pacientes es siempre la constatación de una carestía de medicamentos que va desde ansiolíticos, hipnóticos y antidepresivos hasta antipsicóticos y estabilizantes de humor para pacientes con trastorno bipolar que deben tener su medicación de por vida y no la están recibiendo. Y si llega, ¿un antipsicótico a 120.000 bolívares, quién lo puede comprar? Diana Rísquez, psicoterapeuta y profesora de la Escuela Luis Razetti de Psiquiatría de la Universidad Central de Venezuela, afirma que en pocas semanas empezarán a aparecer los pacientes con síndrome de estrés postraumático y tampoco tendrán garantizados sus tratamientos.

Esta patología se manifiesta con crisis de pánico, irritabilidad, insomnio, pesadillas, ansiedad, desconexión de la realidad, mucho desinterés, desasosiego continuo, conductas paradójicas en las que el sujeto, en vez de resguardarse de las situaciones riesgosas, se expone al peligro de modo impulsivo, toda una sintomatología que solamente con tratamiento terapéutico y farmacológico se puede superar y no hay manera de administrarlo.

Es una radiografía que según el rector de la SVP llevará a los pacientes “a cronificar la enfermedad, y en una sociedad de individuos cronificados, las relaciones se harán más difíciles, pues por sus diferencias innatas el hombre siempre apelará a la racionalidad, pero esta se ve afectada cuando hay problemas mentales, así que innecesariamente estamos generando una sociedad en la que se podrían resolver las cosas por el instinto, más que por la cultura”. Estamos ante una crisis humanitaria real, que merece una denuncia internacional de lesa humanidad, concluyó Rísquez.


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