En apenas un año, entre 2016 y 2017, 1.100 profesores renunciaron a la Universidad Central de Venezuela, una cantidad similar a la que en 7 años (2009-2015) abandonó las aulas de esa casa de estudio, de acuerdo con una investigación realizada por el docente Gregorio Alfonzo, secretario de asuntos académicos de Apucv. Hasta la fecha, se desconoce cuántos de ellos se fueron del país. Sin embargo, una investigación que adelantan 2 especialistas en Educación procura cuantificar por primera vez la pérdida académica en la instrucción superior venezolana.

La investigación denominada Estudio sobre la emigración de profesores universitarios venezolanos, realizada por Audy Salcedo y Ramón Uzcátegui, ambos con doctorados en Educación de la UCV, tiene como base una encuesta que han hecho llegar a profesionales en el exterior y que desean difundir al mayor número de académicos migrantes antes del domingo 30 de septiembre, cuando esperan culminar la recepción. Se plantean extender el cuestionario.

“Es el primer proyecto que se propone indagar por qué los profesores universitarios se van y qué hacen en el exterior”, señala Salcedo, quien refiere que el estudio comenzó entre febrero y mayo de 2018, para ubicar y comprender la migración de este personal calificado, en medio de una inédita diáspora de venezolanos.

El investigador sitúa el inicio de la emigración a partir del paro indefinido de 2013, cuando los profesores se pararon por tres meses, primera vez desde 1997, en reclamo de los bajos salarios, las condiciones de trabajo, el presupuesto reconducido y la falta de recursos para la investigación y mejoras de la estructura. “En el comienzo de la revolución bolivariana hubo algunos visionarios que se fueron desde el comienzo, pero el abandono del país empezó en 2013”, añade.

Un año antes, el Proyecto Prometeo, que procuraba fortalecer la investigación en Ecuador, atrajo la atención de los docentes que buscaban irse para el exterior. El sueldo de un profesor universitario con el más alto escalafón en Venezuela era de 320 dólares, mientras que en Ecuador era de 3.000 dólares con un tope de 7.000 dólares. Los académicos comenzaron a irse y, una vez evaluados, ya tenían las puertas abiertas. Pero en 2018 la emigración de personal académico universitario se acentuó. En agosto un docente de más alto escalafón, es decir, titular con dedicación exclusiva (40 horas semanales) con título de doctor y 16 años de servicio ganaba 13 dólares. “Eso nos convirtió a todos los profesores en pobres de ingreso, pues no cubrimos la canasta alimentaria. Los educadores venezolanos somos unos de los que menos ganamos en el mundo y los peor pagados en la región. En Colombia un profesor que comienza a ejercer gana 1.000 dólares”.

 Descapitalización académica

De acuerdo con los datos preliminares del estudio revisados hasta el 21 de septiembre, 303 profesores, con edades que van desde los 25 años de edad hasta los 70 años, se encuentran en otros países, principalmente de América Latina, debido a la crisis económica y política en Venezuela. El 67,2% señala que salió el país en los últimos tres años.

El tipo de profesión no está contabilizada aún en el estudio. La mayoría de los encuestados afirma que se fue del país con su esposa e hijos menores para buscar mejores condiciones, recuperar su nivel de ingreso y calidad de vida.  51,1% era personal de dedicación exclusiva en la universidad donde trabajaban y 19,6% de tiempo completo. De los consultados, 51% afirma que tiene entre 6 y 20 años de servicio en las universidades; aproximadamente más de 77% tenía maestría y doctorado, es decir, buena formación académica, y pretendían seguir investigando. Sin embargo, no están empleados como profesores universitarios (solo 30% lo está) y “hacen de todo: son vendedores, regentes de tiendas, obreros”, precisa Salcedo.

“Es un talento que se va”, acota el docente. “Era la gente que debía educar a nuevos profesionales en los próximos 10 años; es una descapitalización horrible, y la tendencia es muy negativa. Los que se quedan tienen menos experiencia, necesitan más formación aunque se reconoce su voluntad para quedarse”, indica.

En relación con investigadores que se fueron, 60% expresa que publicaba entre 1 y 2 artículos al año en revistas reconocidas: “Venezuela, desde las universidades, está dejando de publicar unos 400 artículos al año, y eso tiene su impacto negativo. Uno de los países que menos había crecido en publicaciones era Ecuador, y decidió invertir ingresos petroleros en educación y eso genera resultados”.

De los profesores consultados, 70% señala que vive mejor que en Venezuela. Solo 5% expresa que está peor, al comparar las condiciones materiales que tenían en el país (vivienda propia y hasta dos vehículos) con las que poseen en la nación destino: una gran parte vive alquilada y no posee carros.

Cuando se les pregunta si están dispuestos a colaborar con la universidad venezolana, 90% responde que sí: “La diáspora duele, pero puede ser una valiosa ayuda en este momento para las universidades y para la reconstrucción del país”.

“Venezuela, desde las universidades, está dejando de publicar unos 400 artículos al año, y eso tiene su impacto negativo. Uno de los países con menos publicaciones era Ecuador, y decidió invertir”

DATO

Salcedo solicita a los profesores que participen en la encuesta para obtener la data más exacta posible. Para ello deben escribir a los correos electrónicos investigación.prof.emigrante@gmail.com[email protected] o a [email protected] y allí les proporcionarán el link que permitirá responder el cuestionario: “Solo bastan 15 minutos para colaborar con esta investigación que tiene fines estrictamente académicos y procura aportar datos sobre el problema de la emigración para buscar una solución”.


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