Desde que nació, la existencia Rodrigo Pérez ha sido como un viacrucis. Su constante peregrinar entre la vida y la muerte ha marcado la dinámica familiar, pero no su ánimo de seguir. Como quien conoce su destino, confía en que todo puede estar mejor.

Tiene 15 años de edad y una falla renal congénita –diagnosticada como necrosis tubular aguda, detectada en sus primeros días de nacido– hizo que hasta los 5 años viviera con solo un riñón, luego lo perdió. La diálisis peritoneal fue la siguiente estación en su camino, hasta 2012 cuando una nueva esperanza llegó. Tras un año en lista de espera, fue trasplantado en el Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, en San Martín, Caracas. Un nuevo comienzo para él y su familia. “La vida después de la muerte”, como la calificó.

Pero ese no fue el final de su calvario, pues desde hace 2 meses no recibe Certica de 0,5 mg o de 0,75 mg ni Prograf, recetados de por vida y que retiraba, aunque con fallas, en el Centro Ambulatorio Dr. Luis Guada Lacau, en Valencia, estado Carabobo. Desde allí viajó ayer, para unirse a más de un centenar de pacientes, que marcharon por la avenida Francisco de Miranda para exigir la apertura de un canal humanitario y poder acceder a los medicamentos inmunosupresores, que deben tomar de por vida y asegurar el trasplante.

El riesgo de perder el órgano es inminente. “Nos han hecho volver a la muerte después de haber renacido”, sentenció. “Vine a protestar”, agregó, antes de ser interrumpido por Yelitza Martínez, su madre, quien lo acompañó en todo el recorrido de la marcha en la que se entregó un documento petitorio en las embajadas de Canadá, Perú, Costa Rica y la sede del PNUD.

Martínez expresó su frustración por la inacción estatal que ha puesto en riesgo la vida de su hijo, más aún cuando la semana pasada fallecieron Belkis Solórzano y Yamilexi Reyes, por un cuadro similar al de Rodrigo: “Temo por la vida de mi hijo. No hay nada que podamos hacer si el gobierno no trae los medicamentos, para nosotros es imposible adquirirlos de otra forma”.

La actividad, promovida por Codevida, tuvo su principal motivación en el repunte de la migración por razones humanitarias, lo que incrementaría la petición de asilo en el corto plazo, advirtió Francisco Valencia, director de la ONG. “Queremos alertar a todas las embajadas el inminente inicio de una oleada masiva de peticiones de asilo por razones humanitarias, de gente que no se quiere morir por falta de medicamentos”.

Junto a Rodrigo caminó Rogelio Lara, de 38 años de edad, un funcionario, oriundo del sector Los Caobos en Valencia, quien perdió ambos riñones luego de que le detectaran glomerulonefritis, una enfermedad degenerativa crónica, en la que el cuerpo rechaza progresivamente los órganos, hasta que dejan de funcionar.


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