La Pastora de Almas reunió a su rebaño como cada 14 de enero. Vestida de blanco reavivó la fe de los barquisimetanos y visitantes. La peregrinación más grande de Venezuela y una de las más multitudinarias del mundo tuvo un solo clamor: Venezuela.

Desde las 6:00 am los feligreses abarrotaron la iglesia Santa Rosa de Lima, en el pueblo de Santa Rosa, de donde la Virgen salió en procesión a las 9:30 am hacia la Catedral Metropolitana de Barquisimeto, en su visita número 162 a la ciudad.

En la homilía previa a la salida de la Virgen de su pueblo, el arzobispo de la ciudad, monseñor Antonio López Castillo, clamó a María en su advocación de la Divina Pastora: liberar al pueblo de Venezuela del hambre, la miseria, la corrupción y el conformismo.

“Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos estará lleno el reino de los cielos”, recordó el arzobispo una de las bienaventuranzas de la Biblia. Agregó: “No creemos en la miseria; basta ya de hambre y del conformismo social. La pobreza de espíritu se diferencia de la pereza y del paternalismo. No queremos hambre, queremos producción y lo necesario para vivir. ¡María, madre de Dios! líbranos del hambre, líbranos de la corrupción”.

López Castillo no fue el único en hacerle ese tipo de peticiones a la Virgen; también el obispo de la Diócesis de San Felipe, Víctor Hugo Basebe, expresó: “A los jóvenes que piensan irse les digo que si alguien tiene que irse es quien es responsable de que miles de niños hayan atravesado la frontera de la desnutrición, de la corrupción que condena a los enfermos a morir de mengua, de que la gente hurgue en la basura; quien tiene que irse es quien quiere pisotear a los venezolanos poniéndolos como mendigos. Te pedimos que el próximo año tu venida a Barquisimeto se realice sobre la fiesta de la libertad”.

Entre lágrimas, Isabela Alvarado, una de los feligreses provenientes del oeste de Barquisimeto, dijo: “Vengo a esta procesión por la salud de mi mamá, por nuestra Venezuela, y por mi hija y nietos que están en Chile y quiero que regresen”.

Las oraciones no solo estuvieron guiadas hacia una mejor situación para las familias venezolanas que padecen la crisis política y social del país, también para aquellos que forman parte de la diáspora que ha sufrido la nación desde hace varios años.

En la avenida Lara, poco antes de llegar a la plaza Macario Yépez, donde la imagen fue homenajeada por la orquesta La Pequeña Mavares, estuvo un mural denominado “Haz presente a un familiar que esté en el exterior”, en el cual los devotos colocaron nombres de sus parientes y oraron por ellos, para que acompañen a su Santa Madre una vez más.

La fe y la devoción mariana pudieron más que la crisis económica, de transporte y de combustible que afecta la movilización de los ciudadanos. La Iglesia larense y las autoridades regionales calcularon la presencia de aproximadamente 2 millones y medio de personas.  

Luego de hacer su recorrido por las principales avenidas de la ciudad crepuscular, el clero arquidiocesano rindió homenaje cuando la Divina Pastora llegó a la catedral a las 5:00 de la tarde. La solemne eucaristía estuvo presidida por monseñor Víctor Hugo Basabe, obispo de la Diócesis de San Felipe.

Rechazo a los militares. La FANB colocó una tarima a una cuadra del Círculo Militar de Barquisimeto. Había sillas doradas con terciopelo azul, un grupo musical, gran cantidad de mesoneros para servir a la plana mayor, la gobernadora y otras personalidades del gobierno. Cuando la procesión se acercó a la tarima los feligreses dejaron salir su descontento con el sonido espontáneo del estribillo: “Y va a caer, y va a caer, este gobierno va a caer”. Los militares y demás personeros gubernamentales seguían en sus puestos hasta que una naranja o mandarina se estrelló contra el pecho de un general. De ahí la lluvia de cítricos, botellas de agua y objetos los obligó a retirarse.


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