Hace varios años Aid for Aids, la fundación de un venezolano con oficinas en más de seis países de América, recibió un correo electrónico desde Caracas, uno de los muchos que solicitaban  medicamentos en medio de la crisis nacional de salud. El esposo de una mujer, que había sido diagnosticada con VIH y estaba próxima a dar a luz en un hospital, solicitaba AZT pediátrico (Zidovudina jarabe) para suministrárselo al bebé durante sus primeras semanas de vida y evitar así la enfermedad.

Iniciaron la búsqueda del medicamento y consiguieron casi 20 frascos a través de beneficiarios del programa local, así como de empresas. Organizaron el envío que llegó a Venezuela y el parto tuvo un final feliz. “Gracias a la ayuda que ustedes nos brindaron, hoy nuestro hijo está recibiendo su jarabe AZT”, se lee al final de la historia publicada en el portal de la fundación Aid for Aids y que muestra el objetivo de esa asociación constituida por el psicólogo Jesús Aguais en Nueva York, en 1996: salvar vidas. Una a una.

“Estamos batallando contra la pobreza y procuramos disminuir las necesidades de salud de las personas, donde quiera que estén, basados en las metas de las Naciones Unidas”, afirma el caraqueño de ascendencia siria graduado en el Hunter College de Nueva York, en 1989, que se propuso una innovadora forma de prestar ayuda, que era desconocida en el mundo. Luego de ejercer su carrera en el Saint Vincent Hospital de esa ciudad, en un programa de VIH para migrantes, ideó una red de redistribución de medicamentos antirretrovirales, que es el centro del trabajo de su fundación y que alivia a más de 30.000 pacientes en 42 países de 4 continentes.

“Estamos enfocados en América Latina, Estados Unidos, el Medio Oriente y en la actualidad en Sudán del Sur”, expresa Aguais, quien define la ayuda a Venezuela en este momento como “un tema muy complejo”, debido a la restricción impuesta por el gobierno para el ingreso de medicamentos, a pesar de las necesidades de la población. Aunque la fundación tuvo oficina en el país, el deterioro social, económico y político –afirma– ha hecho que se enfoque en otras áreas. No ha podido volver a su tierra natal desde hace siete años porque no tiene pasaporte.

“El VIH va más allá del diagnóstico clínico que puede ocasionar otras enfermedades en las personas y trabajamos en eso. También sobre el incremento de los cuadros de malaria y tuberculosis, que es una realidad en Venezuela”, afirma con la prudencia que le impone la crisis. “Lamentablemente es más fácil ser narcotraficante que llevar ayuda humanitaria. Nunca había sentido que ingresar un medicamento para salvar una vida fuera algo ilegal”.

Con la iniciativa la fundación logró atender solo entre 1997 y 1999 a más de 200 venezolanos, y a muchas más personas en el mundo.

Evitando pérdidas

El programa de redistribución de medicamentos, en el cual participan también otros médicos, surgió hace 22 años a partir de una terrible constatación, asegura Aguais. En Estados Unidos, en aquellos años, se desperdiciaban 3 millones de dólares en fármacos para el cáncer y 1 millón más en aquellos para el VIH que se dejaban de usar. “En ese momento, los inhibidores de las proteasas que forman el antirretroviral que cambió la historia del VIH al convertirla en enfermedad crónica, estaban disponibles solamente en Estados Unidos y cuando mis pacientes acudían a la consulta iban dejando las medicinas. Entonces creamos el modelo de redistribución: cuando la gente termina el tratamiento le pasa el medicamento a otro paciente”.

El proyecto fue presentado como una iniciativa pionera en el I Congreso Mundial de Lucha contra el Sida, que se realizó en Suráfrica en el año 2001, y de allí el programa fue un modelo para el mundo. Personalidades y empresas de varios países ofrecieron financiamiento, lo cual ha permitido multiplicar la ayuda en el transcurso de los años. Hans Binswanger, del Banco Mundial, estaba en ese momento creando un programa de reciclaje de medicamentos para África. «Ellos estaban pensando en hacerlo y nosotros les mostramos que sí era posible».

En los planes de emergencia trabajan  con otras organizaciones y llevan todo lo necesario a quienes padecen problemas de salud. Un banco de fármacos alimenta el programa y todas las sustancias y botellas pasan por un estricto control sanitario, aunque estén selladas y sin usar, expresa.  “El drama de la salud es fundamental y sin medicamento no podemos cumplir”.

La fundación Aid for Aids se dedica también a capacitar a personas, entre ellas niños y adolescentes, en la prevención del VIH, especialmente en República Dominicana, México, Colombia y Perú.

Ha obtenido diversos reconocimientos, pero Aguais prefiere no referirse a ninguno. Y recomienda a los venezolanos no perder la esperanza. “Somos resilientes. Tenemos que saber reconstruir para poder avanzar y ayudar”.


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