El criminólogo zuliano Daniel Castro Aniyar, formado en pacificación y conflictos en Europa, lleva cinco años en Ecuador dedicado a trabajar en la disminución de la criminalidad. Su técnica Mapas Cognitivos Compuestos, diseñada “casi por error” en la Universidad delZulia en 2004, contribuyó decisivamente a reducir el índice delictivo en los territorios y ha convertido al país en una referencia importante en los países de América. Un método innovador que en Venezuela, asegura, no es suficiente para combatir la inseguridad. “Habría que demostrar una importante voluntad de cambio y no se tiene…La delincuencia es menos importante que la disidencia”.

¿Cómo ve la criminalidad en Venezuela en comparación con la de Ecuador?

—Es mucho más grave. Ecuador descendió progresivamente los homicidios desde 2009, de 29 muertes violentas a 5 por cada 100.000 habitantes, mientras que Venezuela subió hasta la última medición, a casi 90 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Venezolano de Violencia. Aunque los problemas de la delincuencia tienen la misma naturaleza, las soluciones no son mágicas ni lejanas, como muchos venezolanos creen.

¿Cómo describe usted la inseguridad que afecta a los venezolanos?

—Considerando las cifras que indiqué, es terrible. Caracas y ahora Maturín están entre las ciudades América del Sur más peligrosas del mundo, venciendo varias veces a San Pedro Sula o San Salvador. Hay que tomar en cuenta el descenso de la violencia en Quito, Cuenca, Manta y Guayaquil, los únicos bajos niveles que han sido prolongados y persistentes por tanto tiempo.

¿Qué debe hacer un gobierno para reducir la criminalidad?

—Todo Estado se define por ser el que monopoliza la violencia. Se supone que lo hacen por el bien común, pero dado que son los del gobierno los que administran el bien común, suelen confundirlo muchas veces con el bien del Estado. Si la legitimidad del Estado se siente amenazada por un sector, estos se convierten en sus enemigos y no importa lo que digan las leyes ni la Constitución o las convenciones internacionales. Para Israel es el terrorismo del islamismo antijudío, para Estados Unidos y Europa es el terrorismo antioccidental, para Estados Unidos y México es el narcotráfico, y para Venezuela es la disidencia política. La delincuencia común también amenaza la legitimidad de un Estado, así como la legitimidad de un gobierno en nuestros países, pero en Venezuela, sin embargo, aquella es menos importante que la disidencia. Esta consume todo el cerebro del gobierno y sus recursos. Lo que eran políticas criminales posiblemente bien diseñadas, cuando bajan a la realidad responden a esta lógica depredativa, antagónica, en la quetodo se permite, incluso las peores vulneraciones a los derechos humanos, con el fin de someter al enemigo imaginado (o real).

Por lo tanto, no es posible diseñar políticas criminales eficientes, si todo se contamina con la lógica de la polarización. Y, claro, como consecuencia, la lógica de la economía de los enemigos.

¿Qué opina usted sobre la actuación de los cuerpos policiales en el combate del delito?

—Las OLP han dejado muy mal parada a Venezuela entre sus pares. El uso indiscriminado, desproporcionado y sin objetivos medibles reales de la violencia deja el mismo saldo de siempre: se vulneran los derechos ciudadanos, la delincuencia se apertrecha con mejor armamento y la espiral de violencia y las estigmatizaciones se amplifican. Así que la paz momentánea da lugar a niveles mayores de violencia y descontrol a mediano plazo. Ejecuciones extrajudiciales son extrañas en Ecuador.

¿Podría realizar un paralelismo de la criminalidad en Ecuador y Venezuela?

—Ecuador es un puerto de paso de casi toda la cocaína del mundo, que se produce en el sur de Colombia, Perú y Bolivia. La ONUestableció que Ecuador está en el cuarto nivel de decomisos en el mundo. Por lo tanto, no hay ninguna razón para pensar que los logros que ha tenido la policía ecuatoriana, aun con sus fallas, son una excepción fundada en que Ecuador es un país poco conflictivo como Chile o Uruguay. Más bien demuestran mayor claridad relativa sobre el papel de la prevención y la reacción adecuada.

Venezuela, en cambio, padece de fallas en el diseño del Estado: su sentido de legitimidad, los intereses creados, el sistema penitenciario como premiación a la actividad delictiva, el sistema de premiación e impunidad de sus funcionarios y el uso inadecuado de la violencia. Sus problemas más complejos residen en la manera cómo entienden la práctica de gobernar, más que en la oportunidad delictiva característica de la región. Por lo tanto, hay que apuntar allí, a la cultura institucional, a la manera de gobernar y generar confianza en otro modelo de gobierno, con resultados.

¿Qué le propone al gobierno venezolano?

—Ufff. Si no se mira este tema integralmente, no se está mirando este tema.

¿Ha recibido algún contacto del gobierno venezolano para colaborar en materia de seguridad?

—No.

¿Aceptaría si le pide su colaboración para aplicar la técnica de los Mapas Cognitivos?

—No es una varita mágica. Se requiere demostrar esta capacidad y voluntad de cambio.

“Los problemas más complejos de Venezuela residen en la manera cómo entienden la práctica de gobernar, más que en la oportunidad delictiva. Hay que generar confianza en otro modelo de gobierno, con resultados”


Mapeando los territorios

Con Castro Aniyar los ecuatorianos comenzaron a ver la disminución de los homicidios. “Mi participación fue determinante. Fortalecimos el sistema informático para producir diagnósticos a mayor profundidad y surgieron los Mapas Cognitivos Compuestos. Las únicas publicaciones científicas sobre estos hallazgos y logros ecuatorianos los hicimos junto con la policía y ya han tenido un interesante impacto en otras naciones y en organismos de Naciones Unidas”.

¿En qué consisten?

—Trabajamos una visión cuanticualitativa del territorio y atendemos cadenas de patrones delictivos desde lo más pequeño a lo más grande. Es, hasta la fecha, lo más avanzado. La policía de proximidad recibe los diagnósticos y los enfoques de las políticas que diseñamos, las implementa y bajan los robos, el acoso sexual, la violencia y otros delitos que depredan puntualmente a las comunidades. Ahora estamos incursionando en el difícil camino de la violencia doméstica.


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