—¿Otra “guerra económica” en la historia?

—Para inventos, la viña del Señor es fecunda; pero, en este caso, como en muchos otros, la revolución bolivariana no exhibe mayores méritos en materia de originalidad. La de ellos es una versión “chimba” de la “guerra económica” sobre la base de la cual la revolución cubana construyó una epopeya de medio siglo.

—¿Otro “canje” de presos políticos?

—Que yo recuerde, ninguna dictadura del pasado incurrió en tamaña hipocresía.

—Por fin, ¿dictadura sale con votos?

—No pierdo la esperanza. Por ejemplo, los chilenos hicieron bien su trabajo.

—¿La Belle Époque venezolana?

—La historia, por desgracia, no está hecha de belles epoques.

 —¿La historia más triste?

—La deposición de José María Vargas.

—¿Otro éxodo?

—Con sus particularidades, pienso en las diásporas que se dieron a partir de 1811 (del lado de los leales a España) y, sobre todo, a partir del año 14, con Boves, donde, en cambio, debieron huir los partidarios de ambas banderías. Ese fue el más crudo “sálvese quien pueda”.

—Con el millón de venezolanos que ha cruzado la frontera, ¿se realizará el sueño de la Gran Colombia?

—La pregunta es demasiado irónica; lo único que me queda claro al respecto es que tomará años recomponer una relación reducida totalmente a astillas.

—¿Una dádiva como el carnet de la patria o los CLAP?

—¡Ah, por supuesto! Ahí entramos en el terreno de lo que significa una libreta de racionamiento en versión electrónica y, por tanto, de los prodigiosos mecanismos de control que permite. Allí no se escapa nadie.

—¿Otro régimen que haya pisoteado la Constitución y las leyes?

—Por desgracia, ninguno contó, como cuenta este, con delgadas sutilezas democráticas o con una serie de ambigüedades que ha refrenado el parecer de algunos gobiernos… Aunque cada vez sean menos los que toleran la fábula madurista.

—¿Para qué le sirve la historia a los ciudadanos?

—Mientras no se trate de un romancero, es decir mientras no esté hecha de mitos, hechizos y embelesos dirigidos desde el poder, sino concebida como un ejercicio crítico y plural, es un recurso inestimable para la formación ciudadana.

—¿Lo incomprensible de Venezuela en su vida republicana?

—Su capacidad de verse atrapada en medio de algunos mitos terribles: el del gobernante providencial o el del Estado todopoderoso, por ejemplo. Aun, con todo, sigue viva la savia democrática y republicana del venezolano.

—¿Entre “la planta insolente del extranjero” de 1902 y la amenaza imperial de hoy?

—La película de Román Chalbaud.

—¿Otra amenaza de invasión armada?

—Todas las que han fabricado los regímenes autoritarios para apuntalar la mentalidad de sitio. Hasta el hitlerismo se inventó que debía ir a la guerra antes de que el resto de Europa lo estrangulara.

—Para el régimen, ayuda humanitaria es “intervención”…

—Allí sí tenemos un fecundo capítulo en lo que a este régimen se refiere. Hoy son los que claman por un canal humanitario para la provisión de alimentos y medicinas; ayer (o sea, en 1999) fueron los varguenses a quienes no se les permitió que entrara ni una retroexcavadora, so pretexto de que podía tratarse de una encubierta operación imperial. Allí tenemos los resultados: 20 años después, Vargas baldío.

—¿Manuel Antonio Noriega queda como un niño de pecho ante el régimen venezolano?

—Noriega apenas aprobó un curso de maternal en estos menesteres.

—¿Caudillos en el siglo XXI?

—Los caudillos mediáticos y ciberespaciales empiezan a abundar y son peligrosos.

—¿La locura histórica?

—Pregúntaselo a la historiadora estadounidense Barbara Tuchman, cuyo libro, La marcha de la locura, va desde Troya hasta Vietnam.

—¿Otra oposición tan variopinta como la actual?

—La dispersión opositora no ha sido signo exclusivo de la actualidad. Y de terribles dispersiones han surgido también, históricamente, unidades prodigiosas. Mira, por caso, la que hubo después del 58.

—¿Un modelo para la MUD y/o el Frente Amplio?

—Hay que buscar algo que sea de factura venezolana.

—¿La culpa histórica de la oposición?

—Lograr importantes momentos de clímax y dejar que se disolvieran en la nada.

 —¿La quimera sempiterna?

—“Allí está la mano prodigiosa del Estado para que me socorra”.

 ¿En qué página va esta historia?

—Siempre en la penúltima.

—¿Volverán los connacionales que partieron?

—Ha sido el caso en otros países, y cuando no, estos tiempos globalizados e inéditos pueden colaborar en la reconstrucción desde las latitudes más inverosímiles.

 —¿Y el feudalismo militar?

—Lo resume la imagen de unas fuerzas armadas convertidas en fábrica de generales.

—¿El destino venezolano?

—Lo del destino venezolano lo dejo en manos de la agrupación de parada que rompió filas en estampida el pasado 4 de agosto. Es una imagen que llena de coraje al mundo civil y, también, a los militares que no pretenden coger las de Villadiego.

—¿Qué pasaría en Venezuela si la constituyente se autoextendiera por cuatro años?

—Sería la constituyente “eterna”, o sea, nada más contradictorio ante lo que comporta el propósito y sentido de una Constituyente. Excepto que pretenda erigirse en gobierno paralelo desde esa provisionalidad. Y me temo que ya lo es.


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