Escenas dramáticas de personas tratando de sobrevivir en un país en crisis marcan la realidad de la sociedad venezolana. Todo lo que hace la gente para superar la falta de servicios básicos advierte sobre la vulnerabilidad a la que están expuestos los más necesitados, que para protegerse solo pueden apelar al instinto de supervivencia.

Hace menos de un mes, Venezuela vivió las semanas más críticas de su historia en cuanto a fallas de servicios básicos. Fue una situación que dejó a la población por más de 120 horas continuas sin luz, casi 3 semanas sin agua y con pocas unidades de transporte público durante días. El hecho, que los expertos en el área han adjudicado a la falta de mantenimiento y de inversión, fue el centro del debate en el foro El colapso de los servicios públicos, en el que especialistas advirtieron sobre el peligro al que se expusieron las personas que recurrieron a vías no convencionales para superar la crisis.

El ex presidente de Hidrocapital José María De Viana, el presidente de la ONG Familia Metro Ricardo Sansone, y el ingeniero electricista de la USB Rafael Meleán destacaron la gravedad que representó la carencia de servicios básicos en un país que llegó a contar con estrategias de contingencias que debían activarse en situaciones como las del 7 de marzo pasado para mantenerlos en funcionamiento durante un tiempo determinado,  pero que ahora no funcionaron.

“La red que se construyó para 70 años, para cuando ocurriera una catástrofe nacional, fue destruida por este gobierno. Los embalses de Macarao, La Pereza y La Mariposa se construyeron pensando en suministrar agua a Caracas por dos semanas, en caso de que ocurriera algo grave, como lo que se vivió el mes pasado. Secaron los embalses y por primera vez en la historia las tuberías pasaron secas más de ocho días. Fue una barbaridad lo que ocurrió”, señaló De Viana.

El ingeniero resaltó la reducción que ha habido en el servicio de bombeo de agua a Caracas durante los últimos 5 años, pues hasta 2014 entraban en la capital 20.000 litros por segundo, mientras que en la actualidad solo llegan 14.000 litros, lo cual explica por qué en algunas zonas no hay agua potable regularmente.

Desde el 7 de marzo pasado los apagones masivos dejaron a la población sin servicio semanas, por lo que las escenas de personas sacando agua del río Guaire, alcantarillas, manantiales y pozos se multiplicaron repentinamente; agua que, a juicio de De Viana, no es apta para el consumo humano.

“Los manantiales, a excepción de las tomas que bajan del Ávila –donde hay 12 captaciones hechas por Hidrocapital–, están contaminadas con aguas servidas, así se vean muy claras y sin olor. Se pueden usar para la poceta y para lavar la casa, pero no para el consumo humano”, advirtió.

Con relación a los pozos indicó que el agua que hay en ellos tampoco ha sido procesada y lo recomendable es evitar consumirla.

“En la época de la democracia, en Caracas se hicieron 40 pozos subterráneos, aun en los hospitales, y no están operativos, a pesar de que sale más barato llenarlos que construirlos”, indicó.

Industria eléctrica deficitaria

El eléctrico es el servicio que más ha desmejorado en los últimos años, aun cuando ha sido el sector en el que, supuestamente, más se ha invertido dinero. Armando Meleán aseguró que la crisis eléctrica no es una situación circunstancial, sino una serie de hechos que quienes están en el poder han generado con el tiempo.

“Las plantas eléctricas en Venezuela están usando más líquido porque no hay gas, y eso tiene consecuencias en el funcionamiento de las plantas. El funcionamiento de las plantas térmicas con líquido es más costoso de mantener”, dijo.

Señaló que el sector termoeléctrico solo cubre la mitad de la oferta: de la capacidad de generación de 34.383 megavatios que representa, solo hay capacidad operativa de 14.933 megavatios.

“En 2001 a mí me contrataron en el ministerio porque había una crisis. Una crisis que era por incompetencia. Empezaron con el  tema de la crisis por El Niño y el aporte del río Caroní. Hablaban de las variaciones que hay en el aporte de agua que hace el río. Ese es un asunto que tiene más de 50 años y se ha generado sin que la gente se dé cuenta, pero los más viejos sabemos que el sistema eléctrico fue diseñado con elementos que permitían asumir las variaciones del aporte de agua del Caroní. Es importante aclararlo porque una de las cosas que el gobierno sí maneja bien es el relato cargado de mentira, poniéndole la firma de ‘hecho en socialismo”, agregó.

El ingeniero aclaró que la demanda máxima del sistema interconectado nacional en el año 2003 era de 13.056 megavatios; en 2013, de 18.696, y de ahí bajó a 13.900 megavatios, en parte porque la Siderúrgica del Orinoco no produce nada, cuando antes consumía 30% de la energía generada por el Guri.

La desprofesionalización, la centralización y la burocratización en la industria eléctrica han tenido gran incidencia en el déficit entre la oferta y la demanda. Meleán aseguró que el sistema eléctrico venezolano no cuenta con suficiente capacidad disponible para atender la demanda máxima.

“Tenemos una industria eléctrica financieramente deficitaria. Hay mal manejo del SIN, insuficiente inversión en la expansión del servicio y en el mantenimiento. Además, 70% de las plantas térmicas no está disponible”, manifestó.

85% de la flota de transporte público está varada

El servicio de transporte público se ve afectado cada vez que en el país se presenta una falla eléctrica, pues en Caracas las personas se trasladan en los sistemas subterráneo y de cabletren, los cuales consumen gran cantidad de energía y se paralizan ante la crisis.

Ricardo Sansone, presidente de la ONG Familia Metro, señaló que en el caso de Caracas el Metro colapsó luego de que el gobierno tomó el control de los dólares, y eso hizo que las ensambladoras de vehículos que estaban en funcionamiento bajaran la producción y en la mayoría de los casos cerraran.

“Las fábricas de ensamblaje estaban en funcionamiento y producían 170.000 vehículos al año en 16 ensambladoras. Hoy en día estas ensambladoras están a 10% de su capacidad y no tienen los casi 12.000 trabajadores, con unos 6.000 empleos indirectos y unos 2.000 empleos asociados. Hoy en día, de todo eso solo quedan 6 ensambladoras trabajando y una de esas 6 ya está tramitando su cierre técnico”, señaló.

Sansone indicó que de 4.225.000 vehículos que constituyen el parque automotor del país, solo están en funcionamiento 2.324.000 vehículos. Indicó que 85% de la flota de transporte público, que son 200.000 camionetas, está varado. Y solo 15% funciona en malas condiciones, lo cual indica que solo 78.000 unidades funcionan, para una demanda de 11.800.000 pasajeros diarios en todo el país, de los cuales, en Caracas se trasladan 2.000 personas diariamente.

Pese a que en Venezuela se ha realizado una importación de vehículos considerable, las condiciones en que se hicieron las transacciones no fueron las más favorables, las que permitieran el mantenimiento y actualización de los sistemas operativos de los autobuses, señaló el experto.

“Mediante el fondo chino venezolano, en 2012 se materializó la importación de vehículos para el transporte público: para los Bus Caracas se trajeron los primeros 3 autobuses VRT destinados a la avenida Fuerzas Armadas, y 20 más para el sistema Metro. Y llegaron también 1.216 buses para el transporte urbano. Después, en el año 2013 se importaron 2.000 más, pero no trajeron el sistema de centro de control, no se trajeron los repuestos, no se habló de transferencia de tecnología y conocimiento”, agregó.

Infografía: Familia Metro

En 2015, el gobierno invirtió 1.261.000 dólares en la compra de 7.146 unidades, de las cuales los integrantes de Familia Metro contabilizaron la llegada de solo 1.550 autobuses. La organización asegura que cada unidad fue sobrevaluada en 92.852 dólares. «Las cuentas no cuadran. La pérdida para la nación fue de 630.500 dólares”, indicó.

Hasta la fecha, son pocas las unidades de transporte superficial que cubren la demanda del servicio en todo el país. La Familia Metro contabilizó 3.173 autobuses dañados en los 51 “cementerios” en todo el país.

“Por eso colapsó el Metro de Caracas. En lo operacional hay demasiada gente porque ya no hay cómo transportarla por arriba”, dijo.

El servicio del sistema Metro de Caracas decayó notablemente desde hace mucho tiempo, Sansone atribuye sus condiciones actuales a la situación de abandono que presentan las áreas públicas (andenes, vagones, escaleras, etc.). En lo administrativo, lamentó la burocracia existente; mientras que en lo financiero aseguró que la compañía se ha convertido en una carga para el Estado porque 100% de su presupuesto lo pone el gobierno. El ingeniero afirmó que el actual sistema de organización -–sobre todo de índole ideológica– impide que preste un servicio rápido, seguro y confortable.

Aunque los expertos indican que lograr la recuperación total de los servicios del país puede tardar años, aseguran que de generarse un cambio de gobierno la población podrá ver cambios significativos en el curso de un año.


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