Playa Grande está rodeada de montañas y palmeras. De noche la ilumina la luna y las estrellas. De día, el resplandor del sol la baña de vida para descubrir los tonos verdes y azules en la orilla del mar. Las olas trajeron, el día anterior, una tortuga que desovó y volvió a las aguas. Un lugareño de Choroní halló el nido, demarcado por las huellas de la especie. Posteriormente se cercó la zona, se corrió la voz y comenzó la espera, con ansias, del desove de los tortuguillos.

Las tortugas marinas llegan desde hace miles de años a Choroní. En el planeta llevan 110 millones de añosa aproximadamente, frente a los 100.000 de existencia de los seres humanos, explicó Marco Caputo, biólogo marino residenciado en el pueblo del estado Aragua. Hace décadas se estableció la tradición del uso del recurso: los lugareños se comían los huevos y las tortugas que quedaban atrapadas en las redes de los pescadores.

“Ahora la idea es cambiar esa tradición, de comerlas a protegerlas, para que haya un número más grande y salgan de su situación en peligro de extinción”, expresó Caputo.

Uno de los nidos más recientes fue hallado el 10 de julio y eclosionó el 18 de agosto de este año. Al finalizar el ciclo, una vez que los tortuguillos ingresan al mar, queda evidencia del proceso alrededor del nido.

“La naturaleza uno piensa que ya la conoce, pero siempre hay algo nuevo. Las tortugas tienen 110 millones deaños en el planeta y sería lamentable que se extingan mientras yo estoy vivo. Vamos a respetar (a las especies) que tienen más tiempo”, pidió el experto.

Especies

En Playa Grande desovan las tortugas cardón, Dermochelys coriácea; caguama, Caretta caretta; y carey, Eretmochelys imbricata. Además hay presencia de tortugas verde, pero no hay registro de que esta especie desove en la localidad.

Marco Caputo lleva con la comunidad de Choroní un proyecto de protección hacia las tortugas: una iniciativa para demarcar los nidos y protegerlos, principalmente de los seres humanos. También realizan actividades didácticas con niños, charlas de identificación de rastros y especies y monitoreo de los nidos.

“La idea es enamorar a los profesores y que ellos lleven ese encanto y amor por la naturaleza a las aulas”, dijo el experto. Este año ha habido seis nidos y eclosionado cuatro. Caputo calcula que alrededor de 450 tortuguillos han llegado al mar. Para él, pensar en la naturaleza es aplicar el sentido común.

“Lo excepcional en lo cotidiano es lo que has visto 20 veces y cuando aprendes, ves algo nuevo”, resaltó Caputo. La comunidad, por su parte, espera pacientemente en el pueblo el espectáculo de la eclosión, para celebrar la llegada al mar de los tortuguillos.


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