Caracas tiene una alta amenaza sísmica permanente debido a sus características geológicas: una falla que abarca toda la vertiente norte del río Guaire, llena de depósitos aluvionales, que ha ocasionado terremotos de escala importante desde 1892, a lo que se suma una vulnerabilidad peligrosa soportada en su debilidad: la manera como ha crecido su infraestructura, sin especificaciones técnicas adecuadas. “Lo que pasó en Vargas es lo que ocurre en toda Venezuela y en su capital”, afirma Carlos Genatios, ex autoridad única de ese estado durante el deslave de 1999 y miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat. Una de las mayores muestras de vulnerabilidad es que 60% de las viviendas en zonas populares son autoconstruidas, tienen de 7 a 8 pisos y sus fundaciones no están preparadas para resistir, pues se asientan en terrenos inestables. “Un rancho no debe tener más de 2 pisos y cuando los tiene hay que santiguarse. El terremoto de 1967 dejó 240 muertos porque era una ciudad con muy pocos ranchos de 1 piso, que eran una suerte de vivienda de transferencia de la gente que venía del interior y luego buscaba una mejor, pero ahora la vulnerabilidad es superior”, señala.

A pesar de que después de aquel sismo las edificaciones existentes y otras posteriores fueron ajustadas a 3 grupos de normas, las últimas, que datan del año 2000, ya están atrasadas para la ciencia, dijo. En una evaluación de todas las normas de países de América Latina, realizada en 2015, en la cual se compararon las ventajas y desventajas de cada una, se determinó que las de Venezuela eran las más atrasadas de toda la región.

La ausencia de normativa adecuada está afectando de modo significativo a otras construcciones, dice. “Edificaciones de viviendas y otras de oficinas no están adaptadas a las normas, y también hay debilidad en la vialidad de Caracas. Hay pasos elevados, como la autopista a la altura de Bello Monte, al lado del río Guaire, en dirección al este de la ciudad, que se sostiene en una sola columna. Este sistema de construcción llamado monocolumna ya no se usa en el mundo y es peligrosísimo en caso de un terremoto, como ocurrió en Kobe, Japón”, refiere el ingeniero que forma parte de un grupo de 40 especialistas de América Latina que asesoran a países en ingeniería sísmica, cambio climático y reducción de riesgos de desastres.

Las escuelas y los hospitales corren un peligro mayor. “Las escuelas son estructuras muy débiles, porque tienen grandes ventanales combinados con paredes muy altas y eso es un terror”. Cuenta que cuando fue viceministro de Desarrollo Urbano, durante el gobierno de Hugo Chávez, observó que al construir escuelas hacían el cálculo de la estructura en una zona determinada y luego la replicaban con ese cálculo en cualquier parte del país. “Era una práctica espantosa porque se usa la amenaza sísmica de un lugar en cualquier otro estado”.

La infraestructura de los hospitales no se ajusta a las especificaciones técnicas contra sismos; tampoco las de los cuerpos de bomberos ni de otras instituciones que en caso de un movimiento telúrico deberían quedar intactas o reparables para reconstruir la ciudad.

“En ingeniería sísmica, desafortunadamente, el laboratorio del que aprendemos son los terremotos y cada vez que ocurren tenemos que aprender la lección y cambiar la forma de construir, realizar investigaciones, adaptar los conocimientos y actualizar las normas que llevan 17 años de atraso, pero en Venezuela es difícil porque no destinan recursos para eso”.

“Sin parques ni control de calidad en Misión Vivienda”

La red de mediciones de los efectos de un temblor está establecida en todo el país, pero estar consciente del alto riesgo sísmico de Caracas, que ha tenido movimientos telúricos de magnitud mayor a 5.5 grados, y no tomar las previsiones en la construcción de la infraestructura, es lo que más preocupa al ingeniero José Adolfo Peña, ante la posibilidad de un terremoto.

“Ante esos pequeños temblores que se han registrado en los últimos meses, la gente dice que ‘mientras hay actividad sísmica se libera la energía’. Pero en realidad no se sabe en qué momento será mayor y la ciudad no está preparada”, advierte el ingeniero proyectista del Centro Comercial El Recreo, en Sabana Grande, considerado un hito en América Latina por ser la construcción de mayor profundidad, inclusive que el Metro de Caracas: 28 metros, es decir, 7 pisos por debajo del suelo.

“En este momento se está construyendo sin conocimiento técnico y con materiales de mala calidad; la gente no tiene capacidad para conseguirlos porque están costosos o no los hay, y entonces los altera para que rindan”, señalan Peña y la arquitecta Carmen Yanes.

Una situación que se inició durante el boom petrolero de 1976, cuando se incrementó el volumen de la construcción pero empezó la degradación en el uso de materiales. “Comenzaron a surgir empresas constructoras que tenían la tradición del negocio y no de construir”.

Un caso de dudosa calidad, afirma, son los edificios de la Misión Vivienda. “Es necesario que se revisen las edificaciones y se respete la normativa”.

Asegura que a pesar de que Venezuela tiene la mayor reserva de caliza, ubicada en Trujillo y en San Sebastián de los Reyes, en Aragua, se importa el cemento y no es de buena calidad.

Por eso cree que los cálculos basados en estudios son lo más importante para construir bien y aminorar los daños de un sismo de alta magnitud.

“Se cree que construir bien es realizar grandes columnas de concreto, pero el terremoto de 1967 nos enseñó que no son sinónimo de estabilidad y que esos elementos puede ser el peor enemigo del hombre”, dijo Peña, a quien correspondió ejecutar el proyecto de reparación de los edificios Bahía del Mar y Laguna Beach, ubicados justamente cerca del hotel Macuto Sheraton, en Caraballeda, el cual sufrió daños en su mayor columna de concreto. “Se volvió añicos”, aclara.

Las zonas de mayor riesgo en Caracas están ubicadas en el este, precisó. El eje Chacaíto-Petare es el aluvión, pues la erosión del Ávila que rellenó el valle formó un pozo de sedimentos en Altamira que llega a 60 metros de profundidad.

Considera indispensable la inspección de la construcción informal en zonas populares del este. “Allí no hay proyecto, normativa; allí hay invasión”.

También hay que inspeccionar parques o espacios abiertos suficientes en urbanismos o cerca de edificaciones que permitan la concentración de personas durante la ocurrencia de un terremoto. “Puede alegarse que las autopistas y calles sirven para concentrar a la gente, pero ¿cómo pueden estar esas vías mientras domina el nerviosismo con vehículos veloces? En Caracas, durante el terremoto de 1967 hubo gente arrollada por lanzarse a las calles”.

Debe haber mediciones en todos los edificios. “Sería bueno saber qué edificio se está monitoreando”.


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