A lo lejos, entre las lápidas y la tierra del Cementerio General del Sur, un hombre de unos 50 años de edad se acerca con dos tobos vacíos hasta el borde de la autopista. Sube una pequeña cuesta, llega a un botadero de agua improvisado con un pequeño canal y comienza a llenar sus envases. Más abajo, por un pequeño barranco, ese mismo líquido baja por una manguera en la que las personas esperan su turno con los envases en las manos para hacer lo mismo.

Son ya tres meses con la inconstancia del suministro, tiempo en que la rutina de los vecinos de los barrios Santa Eduviges, La Cruz, Los Sin Techos y 1º de Mayo se ajustan a la necesidad de estar hasta tres horas al día en una cola para poder llevar agua a sus casas.

Parroquia Santa Rosalía (autopista, a la altura del Cementerio General del Sur) | Foto: José Daniel Ramos

“Tenemos que bajar todos los días porque es el único llenadero en la zona que tenemos cerca. Pararte en la mañana a hacer tus necesidades y no tener ni para bañarte, ni para ir para el trabajo; eso te cambia todo”, indicó Aidelis Zapata, residente de la parroquia Santa Rosalía de Caracas.

Zapata sube caminando todos los días con el peso en sus brazos hacia la parte alta del barrio Santa Eduviges. Trabaja en una oficina del centro de Caracas y debe adecuar su tiempo para surtirse en la mañana o en la tarde.  

Hasta este lugar llega el agua que brota a un lado de la autopista gracias a un canal improvisado | Foto: José Daniel Ramos

“Nuestra calidad de vida ha desmejorado. Es el cansancio, el estrés, ir a tu trabajo, venir primero a cargar, subir otra vez, todo. Hoy debía estar lavando ropa para luego ir a mi trabajo, pero ahora tengo que llegar buscando las jarras y las garrafas para volver a bajar y subir para mi casa”, reprochó la ciudadana que ha vivido sus 45 años de vida en el sector.

Quienes van a ese sitio a buscar agua no saben de dónde proviene. Algunos dicen que la tubería se origina en el cementerio, improvisada con una salida que brota al lado de la autopista. La señora Zapata evita tomarla; compra dos botellones semanales para el consumo de ella y su familia. Sin embargo, no todos tienen la posibilidad de ese «lujo».

Ciudadanos deben caminar largos trayectos con los baldes de agua | Foto: José Daniel Ramos 

Argenis Sánchez, sepulturero en el cementerio y vecino del sector, bebe del líquido que agarra del llenadero luego de ponerla a hervir. “Esta agua que llega es una bendición que nos llegó del cielo, pero no hay necesidad de estar en esto. A cada ratico para arriba y para abajo. A veces cuando llueve se nos ensucia porque se liga con la de la autopista; entonces no podemos cargarla”, explicó el trabajador.

Bomberos salvadores

Después de recorrer varias zonas de Caracas, Alix Hernández, de 66 años de edad, encontró un lugar en donde puede conseguir agua para llevar a su casa. A las afueras de la sede de los bomberos, ubicada en la avenida Páez de El Paraíso, se observan las largas colas de personas con sus recipientes a un lado. Los niños también colaboran con los adultos.  

Bomberos de El Paraíso facilitan una manguera a los ciudadanos | Foto: Captura

“Mucha gente viene tres veces al día debido a que duramos hasta 20 días sin agua en el conjunto residencial Los Verdes de El Paraíso. A veces no tenemos ni 10 minutos con el servicio. No encontramos solución, ya vamos para cinco meses en ese plan”, denunció Hernández.

Algunas personas tienen la posibilidad de acudir con un vehículo particular, pero otros se movilizan en transporte público o con carretillas, en las que cargan el peso de los baldes. 

Manguera con la que llenan los envases | Foto: José Daniel Ramos 

La mayoría de las personas gastan diariamente 6 horas de su tiempo. Una manguera que les ofrece el cuerpo bomberil es la única herramienta de la que se valen.  “Aquí uno llega y ya hay varios delante de uno. Yo vengo cinco veces a la semana, trato de tener una reserva en la casa porque muchas veces he venido y no tienen agua. Nos toca salir a dar vueltas por ahí”.


El Dato

Según datos del Observatorio Venezolano de Confilctividad Social, durante el primer semeste del año las fallas en el suministro de agua se han convertido en una cotidianidad, afectando la continuidad de las operaciones de la industria, atención de los servicios de salud, comercio, educación y actividades domésticas


Sergio Urbina, de 55 años de edad, vive en el conjunto residencial conocido popularmente como Los Marrones. Señaló que la última vez les quisieron cobrar por un camión cisterna 500.000.000 bolívares, ante la imposibilidad de pagar esa suma, también está obligado a ir varias veces a la semana a los bomberos.

Sergio Urbina, comerciante | Foto: José Daniel Ramos

“Es el único sitio donde nos están auxiliando ahora. Generalmente lo hacíamos en Hidrocapital, frente al Pedagógico, y no sabemos por qué cerraron el acceso al público. Gracias a Dios y a la colaboración de los bomberos es que podemos estar aquí”, agregó Urbina.

No solo estas zonas de Caracas están afectadas por la escasez. En Lídice, donde tienen más de seis meses sin el servicio, los vecinos deben pagar a otros para que hagan el trabajo de cargar el agua hasta sus casas… 


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