Aunque ha visto lo mismo muchas veces, Martina Chacón, habitante de Alta Vista, Puerto Ordaz, lo cuenta con el mismo estupor de la primera vez: el abismo que se observa entre el precio en efectivo y  por pago electrónico de la comida.

Su asombro más reciente fue con el valor de un cartón de huevos: 9 millones de bolívares por punto de venta y 1.600.000 bolívares en efectivo. Sin vacilar los compró al contado. Pero le quedó la duda que se ha acentuado en los últimos 2 años: ¿podrá conseguir efectivo otra vez?

Es la incertidumbre de los venezolanos, sobre todo a las puertas de una reconversión monetaria que, más que una medida económica, se ha vuelto un signo de interrogación.

Son muchas las preguntas: ¿se cumplirá la reconversión a partir del 20 de agosto? Luego, de aplicarse, ¿habrá suficientes billetes como para dejar atrás el viacrucis para conseguirlos? Y, sobre todo, ¿servirá realmente para enderezar la maltrecha economía nacional?

La economista Tamara Herrera, consultora y directora de Síntesis Financiera, procura responder la última interrogante: “Lo que estamos viendo es consecuencia de un proceso acumulativo en el que hay responsabilidad del Banco Central de Venezuela, que tiene a su cargo el sistema de pagos del país, conformado por medios en billetes y electrónicos. Desde principios de 2016 uno ve cómo está rezagándose la función de proveer papel moneda y cada vez más disminuye la proporción. Eso se fue agravando por el atraso de programar la oportuna impresión de billetes”.

El descontrol en esa área ha dejado una cifra como consecuencia: la cantidad de billetes es menor de 1% de la masa monetaria del país.

En diciembre de 2016, en Ciudad Bolívar y durante las revueltas callejeras generadas por el anuncio de la salida de circulación del billete de 100 bolívares, el diputado oficialista Diosdado Cabello achacó esa escasez a mafias mineras que traficaban con el efectivo. Herrera contradice esa aseveración.

“La demanda de efectivo aumenta donde hay delito porque es indispensable para la actividad delictiva. En donde hay mafias, se buscará el efectivo. Pero que la mafia sea la que genera la escasez de papel moneda, olvídese de eso. El hecho de que usted pueda ver dos camiones llenos de billetes de cien no explica que el papel moneda pase de ser 11% de la masa monetaria del país a ser menos de 1%. Lo que ocurre es que no se va a la raíz de los problemas”.

El gobierno pretende atacar apenas con un asunto de forma todo lo que está de fondo, diagnostica.

“Si no abates la inflación, seguirás perdiendo ese dinero. Hoy se ha llegado al absurdo de pagar dinero para conseguir dinero. Primero fue 20% o 30% por encima del precio del papel moneda, y ahora el medio de pago se ha convertido en un negocio para algunos. Por eso, con el nuevo cono, soy escéptica de que se traiga la cantidad de dinero necesaria”, añade.

Los bolivarenses tienen, entonces, dos problemas encima: el descalabro económico que afecta todo el país y las mafias que acaparan, con la connivencia de autoridades militares, el poco dinero en efectivo que llega a la región.

 Crónica de una resurrección. 

No es exagerado afirmar que las vidas prorrogadas del billete de 100 bolívares tuvieron su origen en el estado Bolívar. La región minera e industrial, gobernada entonces por Francisco Rangel Gómez (Partido Socialista Unido de Venezuela), fue la primera que se convirtió en un caos a raíz del intento de aplicar la medida, en diciembre de 2016.

El 11 de ese mes, domingo, y en cadena de radio y televisión, el presidente Nicolás Maduro había anunciado: “He decidido sacar de circulación los billetes de 100 bolívares en las próximas 72 horas y dar un plazo prudente para que quienes poseen billetes los declaren ante la banca pública y ante el BCV”. Un total de 3 días, con feriado bancario de por medio, tendrían los venezolanos para depositar los billetes de 100, en ese entonces el de mayor denominación en el cono monetario.

Maduro no adujo muchas razones. Solo mencionó las mafias que traficaban con el billete (sin especificar cuáles), y añadió: “Te quedarás con tu almacén lleno de billetes de 100 en Cúcuta y en Alemania”.

El lunes 12 comenzaron las colas para depositar. Los pocos bancos que había en el sur de la región estaban colapsados y el descontento se incrementó cuando en varios negocios dejaron de recibir los billetes.

En El Callao (municipio El Callao) y en Tumeremo (Sifontes) comenzaron las revueltas. Primero las protestas. Después, saqueos. Y el efecto dominó: hacia Santa Elena (Gran Sabana) y hacia Guasipati (Roscio). Después hacia San Félix y Puerto Ordaz (Caroní). En estas dos ciudades las protestas comenzaron el jueves 15 y se intensificaron el viernes 16, sobre todo frente a la sede del Banco Central de Venezuela, en Puerto Ordaz, y en el centro de San Félix.

Lo peor, sin embargo, no había llegado. El sábado 17, cuando contingentes militares y policiales se movilizaban hacia esas ciudades y pueblos para controlar la situación, Ciudad Bolívar despertaba con protestas y saqueos.

En 3 días más de 500 negocios resultaron saqueados. El lunes 19 Diosdado Cabello y la plana mayor del PSUV declararon desde allí y aseguraron que la situación estaba controlada, aunque era falso: todavía, y con la mirada de la Guardia Nacional, había saqueos.

Fue entonces cuando Maduro revirtió la medida que, además de 500 negocios de Ciudad Bolívar, afectó  más de 100 en el sur y dejó un adolescente asesinado en El Callao: Alejandro Guarayote, de 15 años de edad.

Esta vez, con la reconversión que se inicia mañana 20 de agosto, parece que finalmente, después de innumerables prórrogas, saldrá de circulación el billete que parecía imbatible.

Las estrategias para conseguir efectivo

Modalidad 1: El Perolero

Cumple casi todos los domingos de los últimos cuatro años la misma rutina: despertar a las 2:00 am, prender su carro, llegar al mismo estacionamiento en Alta Vista y ganar dinero en efectivo de manera legal, con la única mortificación de pasar cinco o seis horas sobre el asfalto y bajo el sol vendiendo ropa, enseres, artefactos electrónicos, libros y revistas.

Lidia Gutiérrez (pide, como los demás entrevistados en ese lugar, que le cambien el nombre) es una de las cientos de personas que cada domingo abandona el confort de su casa y se interna en el mercado de las pulgas, conocido como Perolero.

Tan consecuentes han sido Gutiérrez y su esposo, que se jactan de poder vivir de eso. “Hay días de días. A veces hemos hecho 40 millones. Otras veces 3 millones. Y otras 12. Todo en efectivo. No todo es para nosotros, muchos vecinos nos dan las cosas y nosotros las vendemos por un porcentaje. De hecho, ya no nos queda nada propio para vender. Hacemos esto porque es la única manera de conseguir efectivo y comprar después la comida barata”, dice.

A unos metros de ella, y por primera vez en el lugar, está Ana Hernández. No ha tenido suerte, expresa, porque no ha vendido nada. La gente se acerca a preguntar por el precio de los pantalones que exhibe sobre una sábana tendida en el asfalto. “Ir al banco ya no funciona. Dan que si 100 bolívares, y eso no alcanza para nada. Por eso me vine”.

En el Perolero se mueven los billetes provenientes de las minas: muchos de los compradores son mineros artesanales que viajan a Puerto Ordaz para adquirir ofertas en ese mercado de las pulgas, el cajero automático más efectivo de todos.

Modalidad 2: Padecer en un banco

Desde 2016 conseguir dinero en efectivo en los bancos guayaneses es cada vez más tortuoso.

Nunca hay certezas. Un día se pueden retirar 100.000 bolívares y otro 20.000. Y 2 días después, nada. La dinámica en los bancos es imprevisible. La única certeza al respecto es que los cajeros automáticos solo sirven para consultas.

Muchas familias han adoptado la rutina de estar algunas horas del día en la cola del banco. Como lo hacen el mecánico Jairo González y su esposa. Mientras uno permanece en la casa con los niños, el otro pasa una o dos horas en el banco para retirar efectivo. Luego a la inversa.

“Con eso compramos la comida más barata”, explica. “En estos días cumple años mi hija, y con lo que hemos sacado del banco hemos ido comprando las cosas para la torta. La harina en 500. El azúcar en 150 hace 2 meses. Y así”.

El transporte es otro de los gastos diarios que ameritan del efectivo. Para trasladarse de San Félix a Puerto Ordaz, el vigilante César Arias lo necesita todos los días. No le queda más que padecer la odisea bancaria.

“Nunca he comprado efectivo, solo que he tenido que recurrir a otras cosas, como vender aluminio. Pero sí lo necesito para comprar comida. Con efectivo, el azúcar me costó 300.000 y el arroz, 380.000 bolívares. Te pones a ver, y un arroz está en 3 millones y pico”, precisa.

En su incursión bancaria solo pudo retirar 100.000 bolívares, pero “100 más son 100 más”.

Otras modalidades: Animalitos y pagar por los billetes

Aunque sea poco, los guayaneses ven en el juego de animalitos una manera rápida, fácil y legal de tener efectivo.

“Esa es la única forma que tengo de conseguir efectivo”, dice Francisco Arévalo mientras explica que, pese a que nunca fue asiduo jugador de lotería, la crisis nacional lo ha llevado a valerse de una de ellas en particular: la de animalitos.

“Gallo”, le responde Mili Guevara a un cliente que pregunta qué salió en el sorteo de las 2:00 de la tarde. Ella vende loterías en el quiosco Fiore. Los animalitos son el juego más solicitado: cientos de personas, como Francisco Arévalo, lo toman como la única fuente de dinero en efectivo.

“Claro que es por la cuestión del efectivo, pero nosotros pagamos por punto también. Es el mismo precio. Lo que advertimos siempre es que solo pagamos 90.000 bolívares en efectivo. A partir de allí es por transferencia. En San Félix sí pagan más con efectivo porque allá hay más gente y billetes, pero uno aquí deja claro que son 90.000 nada más”, afirma.

Otros guayaneses recurren a comprar a los bachaqueros de billetes, que los venden hasta en 400% y 500% de su valor, y no solo en los mercados  (negocio que por cierto cuenta con la complicidad de funcionarios policiales y militares). Varios perfiles de Facebook están dedicados a la venta con ese porcentaje.

Lea el reportaje original en Crónica.Uno


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