Por DANIELA LEÓN

Alrededor de las 4:30 pm del jueves 7 de marzo, el residente Jesús Rico comenzó su jornada en la emergencia del Hospital Universitario de Caracas. Ahí el doctor atendería a una paciente con problemas cardiacos. A las 4:48 pm el cirujano conectó el desfibrilador para hacer una descarga eléctrica y dos minutos después todo se apagó.

La primera impresión de Rico y de quienes estaban en el centro de salud era que se trataba de un problema “normal” del hospital, pero su opinión cambió al percatarse de que la electricidad falló en otros lugares y que la señal de los celulares tampoco funcionaba.

La planta eléctrica tardó 20 minutos en funcionar y la energía solo llegó hasta la emergencia y algunos pasillos. Las unidades de cuidados intensivos pediátrica y de adultos permanecieron sin luz.

“A las horas, comenzaron a fallar algunas cosas en el hospital y los pacientes empeoraron. Pasamos a quienes estaban en terapia intensiva a emergencia, a pesar de que todo estaba oscuro y de que esa área no es apta para pacientes que están entubados”, contó el residente en exclusiva para El Nacional.

El apagón continuó y la emergencia se llenó rápidamente. “Había alrededor de 25 personas en ese espacio que tiene capacidad para 15 camas», detalló.

“Hostil” fue la palabra con la que Rico definió el ambiente en el pequeño espacio de urgencias. “Había mucha angustia de parte de los familiares y los compañeros de trabajo, porque no sabíamos cómo íbamos a atender a tantas personas. La planta fallaba así que la luz iba y venía. Hubo momentos en los que estábamos por completo a oscuras en todo el edificio”.

A pocos metros de donde estaba Rico, otros residentes hicieron cirugías urgentes con las linternas de sus celulares. “Un área tan importante como el quirófano no tenía luz, porque la energía de la planta no llegaba hasta allá”.

Los médicos lograron estabilizar a la mayoría de los pacientes y durante las siguientes horas recorrieron los pasillos de hospitalización para verificar el estado de cada uno.

“Estábamos angustiados, porque no sabíamos nada de ellos, no había forma de comunicarnos, tampoco había seguridad”, agregó.

El caos se prolongó hasta el siguiente día. Varios de los doctores que debían hacer al cambio de guardia no llegaron. La falta de transporte en la ciudad y las protestas luego de 14 horas sin luz hizo que el turno de Rico finalizara a las 12:00 m del viernes en lugar de a las 7:00 am.

“Ese día se activó un plan de emergencia en el hospital, porque los pocos médicos que llegaron no se podían dar abasto con la cantidad de personas internas. Salí al mediodía de aquí y era muy difícil movilizarse porque había un colapso en el transporte”, indicó.

Algunos de los pasillos no cuentan con electricidad y varias salas están inoperativas todavía | Foto: Daniela León 

La necesidad de saber en qué condiciones se encontraba su familia invadió al doctor, por lo que él y varios de sus colegas decidieron viajar hacia el interior del país ese mismo día. “No me importó nada y me fui. Como había poco transporte estaban cobrando tres veces más el pasaje, algunos hasta cobraban en divisas. Igual la comida en el camino debía pagarse en efectivo”.

Rico volvió a Caracas la noche del domingo. Con el poco efectivo que le quedaba tomó un taxi que lo llevó del terminal de La Bandera hasta su casa. “Eran como las 7:00 pm y ya no había transporte público en el sitio”.

El inicio de la semana estuvo marcado por la escasez de agua y comida en el hospital. “El que puede se trae una garrafa de cinco litros de agua para sus necesidades y consumo personal. A nosotros nos dijeron que nos garantizarían agua y comida, todavía estamos esperando respuesta de nutrición sobre qué van a comer los pacientes y nosotros”.

“Tuvimos momentos críticos, pero no como este”

Rico es residente del Hospital Universitario desde hace dos años y aseguró que nunca vivió algo parecido al apagón masivo más grave en la historia de Venezuela. “Tuvimos momentos críticos pero no como este. Una vez hubo un corte de energía que duró cinco horas en toda Ciudad Universitaria y no teníamos planta, pero se solucionó”.

El doctor alegó que la crisis en el hospital se agudiza porque la inestabilidad con la electricidad y el resto de los servicios lleva varios días. “Ya tenemos cinco días sin agua y los pacientes la necesitan”.

Hasta el momento, pocas cosas se han restablecido en la ciudad. Aunque la electricidad no falla tanto en Caracas, el Metro sigue cerrado, las camionetas cobran el pasaje que define el conductor y la señal de la telefonía movil es intermitente.

Todas estas dificultades complican la labor de los médicos en el hospital Universitario. Sin embargo, Rico reveló que hay algo que lo motiva todos los días a volver al centro asistencial.

“A veces pensamos en no venir, pero el compromiso con ese paciente que tienes en el hospital y que cuenta contigo para recuperarse va más allá de todas las dificultades”, finalizó.


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