Ayer, luego de que se hicieron virales dos videos que mostraban a los médicos dando ventilación manual en Terapia Intensiva y en el quirófano del Hospital J. M. de los Ríos, porque se fue la luz en Plaza Venezuela, Sabana Grande, Chacao, Colinas de Bello Monte, Parque Central, San Bernardino, La Florida y Candelaria y, además, la planta eléctrica del centro pediátrico no prendió, había aproximadamente 15 hombres y mujeres con chaquetas negras parados en cada uno de los servicios y trasladando equipos dañados del centro de salud. La milicia caminaba por los pasillos monitoreando los movimientos de los médicos y padres de pacientes, y los pediatras, les pasaban por un lado con un lazo negro y una bandera de Venezuela pegado del lado de su corazón en sus batas blancas.

El apagón de 30 minutos reveló que el hospital J. M. de los Ríos no cumple con las normas de seguridad hospitalaria para garantizar la vida de sus pacientes en un momento de contingencia. Ayer en la mañana hubo tres cortes de luz. El último fue a las 9:30 am y duró media hora. Cuatro servicios estuvieron en vilo, pues la planta eléctrica no encendió. El personal denunció que van tres años sin mantenimiento.

En el quirófano se comenzaba una operación de otorrinolaringología. El niño ya estaba entubado y con anestesia. Al irse la luz el ventilador mecánico no encendió porque tampoco funcionaba la pila que las máquinas deben tener para que continúen funcionando sin electricidad. El sonido de la máquina de anestesia abrumaba al personal. Tuvieron que comenzar la ventilación manual mientras los médicos grababan la contingencia y explicaban lo que sucedía.

En planta baja había dos niños en terapia intensiva y otro más en Emergencia. Uno de ellos es un adolescente de 15 años de edad con una insuficiencia cardíaca y le estaban suministrando dopamina y dobutamina para mantener la tensión estable. Pasó lo mismo: los ventiladores no funcionaron por falta de pila; la bomba de infusión, para suministrar tratamiento, se paralizó, y también se tuvo que dar ventilación manual.

A otro niño en pabellón, que necesita que le cambien un catéter desde hace ocho días para seguir la diálisis, le tuvieron que suspender la cirugía por precaución. “Creíamos que los astros se alinearon porque había personal y disponibilidad de quirófano, pues solo funcionan 2 de los 8 operativos y el catéter, pero se nos fue la luz y la planta no prendió”, dice uno de los médicos.

Mientras, en el piso 4 en el área de Nefrología no solo tenían que lidiar con la preocupación de ver el agua marrón saliendo del grifo esa mañana y monitorear a sus 13 pacientes que tienen dos meses y medio con una bacteria que ha ocasionado la muerte de tres niños en 22 días. Además, debieron paralizar las máquinas de diálisis en la que ocho niños recibían el tratamiento que deben cumplir tres veces por semana para purificar su sangre porque sus riñones no funcionan. “La diálisis es de 3 horas, pero a los 60 minutos debimos desconectarlos. Ahora debemos reprogramar sus diálisis”, explica un médico.

Pese a que el personal de Seguridad intentó llevarse el cementerio de máquinas, las siete camas vacías y arrumadas que quedaron en Terapia Intensiva dejaron a la luz las carencias del centro de referencia pediátrico en el país: no tienen ventiladores, aspiradores para quitar la secreción en pacientes, ni bomba de infusión para administrar tratamiento.


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