Alcira Garantón López, de 66 años de edad, jamás esperó perder su cabello por meses, ni se imaginó que llegaría el momento de informarle a su hermano que ella padecía cáncer, al igual que el ser más querido para ambos: su madre.

La licenciada en terapia del lenguaje pasó a estar sentada en una habitación donde recibiría el golpe más duro de su vida. Iba a someterse a un cambio al que nunca estuvo preparada debido a que su alerta llegó de una manera inesperada.

“Fue con mi nieto que sentí el primer dolor en mi seno. Hace cinco años estábamos jugando y me dio una patada que me dolió muchísimo, pero en esa instancia no me preocupé tanto porque nunca pensé que fuera cáncer”, recordó Garantón durante una entrevista para El Nacional Web.

De 10 a 20 mujeres son diagnosticadas cada día en  Venezuela, en ese momento le tocaría a Alcira convertirse en un positivo más de los 3.000 casos anuales.

El momento en que le informan que tenía cáncer lo describe como un “golpe duro”, debía someterse a una operación y en ese momento solo pensó en su madre.

La sobreviviente expresa que cuando su madre falleció, había padecido la misma enfermedad y el miedo la consumió en ese momento, nunca pensó en que le darían esa noticia. A pesar de esto, asimiló su destino que estaba puesto sobre la mesa y la ataba a un diagnóstico sin un futuro aparente.  

Con el positivo declarado en su hoja de vida, decidió honrar a su madre. “Desde ese momento sentí que tenía que honrarla, seguirla honrando y cortar la cadena que me ataba con mis antepasados”, expresó Garantón.

El paso que le precedía era una serie de exámenes y luego un tratamiento de quimioterapia, radioterapia y tratamiento hormonal.

Liseth Duque, cirujana mastólogo de la Clínica Ávila, indicó que el tratamiento quirúrgico varía según el tamaño del tumor y de la mama, por lo que puede variar desde una mastectomía parcial hasta la radical.

En el 2013, Garantón se sometió a una mastectomía radical en sus senos porque tenía nueve ganglios linfáticos inflamados de los 18 que debería tener en todo el cuerpo.

Cinco años después, su filosofía de vida es que el cáncer es aquello que hace que se unan los hilos, que se analice el amor que se da y el amor que se recibe en el mundo, nunca ocultó su calva y nunca sostuvo que el cáncer es sinónimo de muerte. En su lugar, considera que el cáncer la ayudó a unir a su familia, siendo su pilar más importante en su vida.

Hoy en día, decidió realizarse un tatuaje donde tiene lugar su cicatriz para reflejar cómo ve la vida desde su enfermedad, “con muchos colores”, dijo entre risas. Alcira agradece mucho el círculo que estuvo siempre en los momentos más oscuros. Da las gracias por los calditos después de la quimioterapia, las llamadas diarias, cada detalle que le brindó el apoyo necesario en su padecimiento.

Actualmente, ayuda a las mujeres con la misma condición con de charlas o mediante sus redes sociales, siendo un ejemplo a seguir.  Es imagen de Senosayuda, definida como una “Heroína viviente” que muestra su cicatriz de la batalla con orgullo.


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