Como en la película Boyhood, durante 20 años El Nacional le ha hecho seguimiento a ocho caraqueños, desde que eran niños hasta ahora que son adultos.  En la primera entrevista, en 1998, días después de que Hugo Chávez fue elegido presidente de Venezuela, ellos expresaron preocupación por  la inseguridad y la situación de los niños de la calle. En 2007 y en 2012 volvieron a manifestar zozobra por la polarización, la corrupción y la merma en la calidad de vida.  Dos décadas después están furiosos y desesperanzados por lo que ha ocurrido.  La mitad se fue del país precisamente por eso y quienes aún quedan luchan contracorriente. Son el reflejo de una generación de “guerreros”, como se autodenominan

En diciembre de 1998 Hugo Chávez tenía pocos días de haber ganado las elecciones presidenciales, y El Nacional convocó a ocho niños a participar en un foro con el fin de que le expresaran al jefe del Estado sus expectativas con el nuevo gobierno.  En ese momento los muchachos fueron enfáticos en dos preocupaciones: la inseguridad y la situación de los niños de la calle.   

Los ocho se tomaron una foto en las emblemáticas escaleras de El Calvario, esas que estaban a muchos años de ser uno de los escenarios que acogen los ojos de Chávez como emblema de la revolución.  Ese 1998 la “preocupante” inflación del país era de 35,78% y el salario mínimo rondaba los 181.000 bolívares (con ticket de alimentación), que equivalían a 337 dólares y a cerca de 92 kilos de carne de res.

Dos veces más los mismos muchachos participaron en un foro en el periódico, 2007 y 2012, siempre después de una nueva reelección del presidente Chávez. Como en la película Boyhood –que sigue a un actor desde su niñez– el diario ha retratado cómo los ocho jóvenes han ido creciendo en tiempos de revolución y qué han pensado sobre eso.

Ahora, a una semana de un nuevo proceso electoral que se ha caracterizado por la polémica, la confusión y el desencanto generalizado, en medio de una inflación que el Fondo Monetario Internacional calcula que llegará, este año, a 14.000%, y cuando el salario mínimo integral de 2.555.500 bolívares no alcanza para comprar un kilo de carne, el periódico vuelve a contactarlos. Esta vez el encuentro es muy distinto de los anteriores, pues la mitad de los participantes del foro se han ido del país. En eso ellos son también reflejo de su generación. 

Son nuestros protagonistas, los de hace 20 años y los de ahora: Josmar Blanco, Gaby Dagnino, Oriana Gallardo, Oriannys Gallardo, Joixiry González, María Alejandra González, Johana Izalla y Alejandro Martínez, quienes se volvieron a reunir,  pero como lo hacen ahora muchas familias venezolanas, vía digital (en este caso por whatsapp y correo electrónico).

Irse o quedarse

Ahora el verbo migrar es una constante. Sin embargo, cuando hablamos por primera vez con ellos, en 1998, ni siquiera lo nombraron. En 2007 todos vivían en Venezuela y era tal su arraigo que solo uno de ellos, Alejandro, quería irse del país. En 2012 ya  Johana se había marchado a Argentina. Ahora, en 2018, también han emigrado –como 4 millones de venezolanos, según cifras de Consultores XXI– Joixiri, Josmar y Alejandro. De hecho, la periodista que escribe este foro también está fuera de Venezuela. Solo 4 de los miembros del grupo siguen en el país. Bueno, pronto 3, porque Oriannys está próxima a irse.

—Los que emigraron, ¿cuáles fueron sus razones?

 —En verdad la situación no pintaba bien, no tenía poder adquisitivo, incluso trabajando en un banco —  responde Josmar, que se fue en 2013.

—Por necesidad, miedo y ganas de crecer — añade Johana.

—No veía oportunidades para seguir desarrollando una carrera académica — destaca Alejandro.

Y aunque Joixiri sostiene que no quería irse del país por nada del mundo, se sintió expulsada “por esa ola gigante que está llena de cosas malas: corrupción, violencia, escasez, anarquía, inflación”. Dice que llegó a un punto de quiebre, “ese punto cuando estamos tocando fondo”.

—Y los que se quedaron ¿por qué siguen en el país?

—Como venezolana no creo necesario tener que explicar por qué sigo en mi país — replica María Alejandra —. No niego lo mal que estamos, cada día aquí es un reto anímico, económico y personal.

—Sigo teniendo fe en que a pesar de las adversidades, el país va a cambiar — expresa Gaby.

Oriana es enfática: sigue en Venezuela por un motivo, su familia. “Muchos dicen que desde fuera pudiese ayudar más, pero cuando tienes a una abuela que sufre de alzhéimer no puedes pensar de esa manera. Siento que irme va en contra de mis principios. O abandonamos el barco juntos o no lo hacemos”.

Sin embargo, su hermana Oriannys está por irse porque cree que desde otra nación puede ayudar económicamente a su madre y a sus abuelos.

—Los que se fueron ¿regresarían a Venezuela?

—La única manera de regresar será cuando se respete la vida y el derecho al libre pensamiento, cuando exista libertad —manifiesta Joixiri y añade—: No hay día en que no piense en planes para implementar en Venezuela.

Tampoco Alejandro y Josmar volverían en las circunstancias actuales.  Y Johana dice que le encantaría retornar “a la Venezuela que existía antes de Chávez y todo su clan”.

—Y, por supuesto, ahora viene la pregunta al revés: ¿Los que aún están en el país, se irían?

—Lo que realmente quiero es lograr cumplir las metas que me he trazado. Mi sueño es que esto sea en mi país, pero si llega alguna oportunidad de lograrlo en otro lugar la tomaría — destaca María Alejandra.

—Sería mentira decir que la idea de emigrar no ha cruzado por mi mente varias veces, pero por ahora sigo acá — indica Gaby.

Oriana no quiere emigrar, pero sí Oriannys: “Sé que debo trabajar duro en otro país, pero creo en mis habilidades, principios y valores”.

Una sola frase

Se les pidió que eligieran una frase de los foros anteriores, una que creyeran pertinente en la actualidad.  Josmar indica que su frase preferida la dijo en 1998: “El presidente debe estudiar política”.

—Con solo 12 años de edad yo era consciente de la importancia de prepararse para un cargo como el de jefe de Estado.

María Alejandra sigue estando de acuerdo con la frase que asomó en 2007, que la política es “un mundo sucio, corrupto y tramposo”. Y añade: “La dirección que le han dado los que hoy hacen política en Venezuela tiene demasiadas fallas y ha desmotivado a los buenos ciudadanos que aún apostamos por el país”.

Oriana coincide con una frase que dijo en 2012: que el gobierno de Chávez ayudó a los pobres. Sin embargo, ahora la critica pues cree que “los acostumbró a ser pobres y no les dio herramientas para dejar de serlo, les hizo pensar que ser pobres estaba bien y que solo siendo así siempre contarían con apoyo del gobierno”.

Joixiri, que a los siete años de edad dijo que “eliminaría  a los malandros, así como hace Sheena, una princesa guerrera”, ahora sigue creyendo que la violencia es uno de los graves problemas del país.

Oriannys expresó en 2017 solidaridad con los niños de la calle y ahora la reitera: “Es preocupante la cantidad de niños que hay sin hogar, sin refugio, sin comida, sin estudios.  Es doloroso verlos comiendo de la basura, pernotando en las calles, perdidos en la miseria, sin oportunidades, sin la ayuda que por derecho les corresponde”.

20 años de políticas públicas

—¿Qué piensan, 20 años después, de lo que han sido los períodos de Chávez y Maduro? ¿Qué consideran lo más negativo y qué rescatan como lo más positivo?

—Ha sido la destrucción progresiva de un país y la construcción de un discurso engañoso sobre una supuesta mejora en la calidad de vida. El chavismo, y en especial Maduro, han intentado engañar al mundo al autodenominarse un gobierno de izquierda que piensa en el pueblo. Más que nunca queda claro que el chavismo formó una nueva élite que la conforman los dirigentes del gobierno — argumenta Alejandro.

—No rescato nada bueno de estos gobiernos, pero sí la resiliencia del venezolano, las buenas personas que siguen brillando dentro y fuera de nuestro país — dice María Alejandra.

—Es impresionante el daño que nos han hecho a todos — afirma Johana.

—No hay buena educación ni salud. No hay nada bueno — añade Oriana.

—Dieron mucho pescado y no enseñaron a pescar — resume Joixiri en una parábola.

—Todo ha sido negativo — exclama Oriannys, y enumera—: No habrá bolsa del Clap, ni carnet de la patria, ni bonos, ni ayudas ni campaña política que cubra el hambre y la miseria que se vive en Venezuela.

Josmar explica que por mucho tiempo valoró el hecho de que el presidente defendiera la venezolanidad, pero sostiene que “dejó una persona que no es apta para ocupar un cargo de jefe de Estado” y que “es una decepción tan grande que ha destruido millones de vidas, de familias, de esfuerzos”.

Gaby, en cambio, solo quiere rescatar el lado bueno: “En la adversidad el lado más humano y positivo del venezolano ha salido a relucir, y compatriotas fuera de nuestras fronteras están dejando el tricolor en alto”.

Política y elección actual

Durante los tres foros anteriores los muchachos renegaron de la política. Hoy en día algunos lo siguen haciendo y otros no.

—Antes a ninguno le gustaba la política. ¿Y ahora?

—Menos — severa contundente Josmar. 

—Aquí no hay políticos,  conozco de enchufados, bachilleres “políticos”,  delincuentes con poder, y la peor oposición que pueda existir en la historia.  Sigue sin gustarme — responde también enfática Oriannys.

Oriana, en cambio, dice que no tiene más remedio: “El tema político es el pan de cada día de este país”. Y ella es periodista. También Gaby destaca que se ha convertido en una necesidad estudiar y entender la política. 

—¿Votarán?

Un silencio fue la respuesta del grupo a esta pregunta formulada por Whatsapp. Silencio que –como el de muchos– quizás habla más que mil palabras. Sin embargo, algunos sí responden.

—El proceso electoral actual es sospechoso y, en apariencia, ilegal. Se trata solamente de un acto teatral para intentar legitimar a un gobierno que ya la mayoría de los venezolanos no quiere. No hay ninguna garantía de transparencia, y varios de los actores y formaciones políticas de oposición han sido sacados del juego electoral — piensa Alejandro. 

—Si nos regimos por las leyes electorales y por nuestra Constitución, claramente podemos notar que no es confiable, legal y  mucho menos transparente —responde Oriannys, y su hermana Oriana la respalda:

—Me parece un abuso de poder, ganas de seguir adelante con una ideología política que por todos lados fracasó.

—No tenemos un gobierno confiable, no tenemos una oposición confiable, por lo que el venezolano no sabe qué hacer — concluye Josmar.

Peticiones al presidente

Como en todos los foros anteriores, en este también los participantes hicieron una petición al presidente. Coinciden en una prioridad: Atender la crisis.

—Hay que abrir canales de ayuda humanitaria — dice Alejandro.

—Hay muchas cosas que pedir, pero mejoraría de manera inmediata las condiciones humanas, el problema de la salud y la distribución de comida — precisa Josmar.

—Hay que atender el sector salud, la inseguridad y fomentar valores para comenzar la reconstrucción de nuestra sociedad — añade Gaby.

—Necesitamos ingresar comida y medicinas urgentemente en el país — expresa Joixiri.

Voces de una generación

Como generación nacida entre finales de los ochenta y mediados de los noventa, dicen recordar el país tranquilo de su infancia.  Joixiri evoca la fraternidad entre vecinos y conocidos, y Gaby añora “no sentir miedo”.

Johana enfatiza: “Existían valores, estar tranquilo no era algo sobrenatural”. Oriana reconoce “las pocas trabas económicas que existían”, y su hermana Oriannys dice que espera que sus hijos tengan una niñez tan bonita como la suya.

Alejandro se acuerda de los museos y parques que visitaba de niño. Sin embargo reconoce que luego, en su adolescencia “la ciudad se fue encogiendo en espacio y tiempo”. Por su parte, Josmar rememora los comienzos de su edad laboral: “Lo orgulloso que me sentía de mi trabajo y de los compañeros que tenía”. 

Por eso todos entienden que la suya es una generación de venezolanos diferente a las anteriores. Al respecto, María Alejandra es muy optimista: “Estoy orgullosa de mi generación porque no la tuvimos fácil y, aun así, la mayoría son buenas personas y están triunfando aquí y en muchas partes del mundo”.

Gaby destaca: “No tuvimos una infancia ni una adolescencia normal y, aunque eso nos ha causado inconvenientes, también nos hizo más fuertes y nos enseñó a estar preparados para lo que venga”.

Joixiri piensa: “Tenemos unos valores muy marcados, herramientas que nos están sirviendo de mucho”. Y, desde Venezuela, Oriana reconoce a su generación como “jóvenes sin miedo a tomar el riesgo de abandonar el nido sin querer hacerlo”. Josmar lo resume: “Somos unos guerreros de vida”.

 Josmar Blanco

Es el mayor del grupo: en 1998 tenía 12 años de edad y ahora cumplirá 32 años. Se graduó de publicista y en 2013 se fue del país. Primero estuvo en Irlanda, donde quería cursar inglés; sin embargo, Cadivi le negó las divisas para estudiar y tuvo que abandonar el proyecto. En 2014 emigró a  Ibiza, España. Sigue soltero y trabaja en hotelería. Dice que no le importa haber pasado de un buen puesto en la banca en Venezuela a trabajar en limpieza,  como vigilante, ayudante de cocina o camarero.  

 Gaby Dagnino

A los 10 años de edad quería ser artista, pero terminó estudiando Antropología en la Universidad Central de Venezuela. Luego se formó en Mercadeo en el IESA y también como locutora. Es gerente de mercadeo de una compañía y tiene un programa radial de lunes a viernes en Difusión Latina 97.7 FM, en el que habla de lo que más le apasiona en la vida, el deporte, que también difunde a través de sus redes sociales. Es la única del grupo que se ha casado.

 Oriana Gallardo

A los ocho años de edad le gustaban las computadoras y no quería “ser malandra”. En  la adolescencia soñaba con ser periodista y lo logró.  Actualmente trabaja en el proyecto de periodismo ciudadano Reporte ya, de la fundación Miguel Otero Silva. Dice que ama su trabajo porque está en medio de los mundos que la apasionan: el periodismo, la informática, el diseño y las redes sociales. Sigue viviendo en Venezuela,  continúa soltera y sin hijos. “Por ahora”, advierte.

 Oriannys Gallardo

Es la más joven del grupo. Tenía 3 años de edad en el primer foro, al que entró “coleada” para acompañar a su hermana. Ahora tiene 23 años y trabaja en promociones y eventos. Estudió Comunicación Social en la Universidad Santa Rosa, pero debió parar sus estudios por problemas familiares. Ahora, debido a la situación que vive Venezuela, se ocupa de todos los papeles y las gestiones que se requieren para irse del país “lo antes posible”.

 Joixiri González

Cuando participó en el primer foro y contaba siete años de edad parecía una experta en criminalidad y tenía mil cuentos sobre historias violentas. Se graduó en la carrera de Riesgos y Seguros y luego comenzó a estudiar Idiomas Modernos, pero no pudo terminar porque el semestre era cada vez más costoso. Desde hace nueve meses vive en Chile con su pareja y trabaja en una compañía de motos.  No tiene hijos “porque si la situación no me da para estudiar, menos para eso”.

María Alejandra González:

A los 10 años de edad dijo que quería ser pediatra. Ahora, 20 años después, sus actividades son muy distintas. Es abogada y trabaja en medios alternativos para la resolución de conflictos. Sigue en Venezuela, no se ha casado ni tiene hijos. Practica un hobbie que la apasiona: el running. Sin embargo, por la inseguridad prefiere ir a un gimnasio y no exponerse en las calles. Se certificó enDragon Figth, sistema de  fitness de combate.

 Johana Izalla

En 1998 tenía 11 años de edad y quería ser veterinaria.  A los 19 años le hizo al grupo una propuesta  en uno de los foros: “Podemos ser presidentes todos juntos”. Fue la primera que emigró: vive en Argentina desde hace seis años. Aunque es licenciada en Educación Preescolar, carrera que la apasionaba, desde hace cuatro años trabaja en la parte administrativa de una fábrica. El tiempo libre se lo dedica a su empresa independiente.

 Alejandro Martínez

En 1998 tenía 9 años de edad. Ahora tiene 28 años.  De niño quería ser cineasta y dijo que “nunca sería ministro de la Secretaría de la Presidencia”. Finalmente estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello, donde se graduó en 2014. Fue becado para cursar un magíster en Ética en la Universidad Alberto Hurtado de Chile y actualmente realiza un doctorado en Estudios Latinoamericanos en Princeton, Estados Unidos, también con una beca. Ha creado varios proyectos, entre ellos la revista literaria Cantera.


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