Hombres de diferentes edades esperan sentados en las escaleras del barrio Altos de Lídice, en el municipio Libertador de Caracas, a la espera de su turno para cargar tobos de agua. Los vecinos, sobre todo mujeres, adultos mayores y personas con movilidad reducida, pagan a estos ciudadanos para que suban el agua desde una quebrada que está a casi un kilómetro de distancia, debido a que tienen más de siete meses sin el servicio en ese sector.   

Ante la falta de efectivo, los métodos de pago varían según la capacidad de cada familia.  Mariana Montilla, de 64 años de edad, cuando tiene efectivo paga entre BsS 1 (Bs 100.000) y BsS 2 (Bs 200.000), pero la mayoría de las veces intercambian comida por agua. Un kilo de arroz y de lenteja equivalen a cuatro viajes con dos tobos. El mismo servicio también se cancela con medio cartón de huevos o dos paquetes de pasta, de caraotas o una mantequilla. Este sistema de trueque se implementó para que los ciudadanos puedan beneficiarse recíprocamente.

Cargador de agua en Altos de Lídice | Foto: José Daniel Ramos (El Nacional Web)

Los cargadores de agua consideran a esta rutina diaria como una fuente de empleo indirecto que surgió por no contar con el respaldo de un trabajo estable. Antes, solo se dedicaban a bajar la basura de los residentes porque tampoco el aseo urbano llega hasta Altos de Lídice. “Un día las personas les empezaron a pedir el favor de subir agua, además de bajar los desperdicios acumulados. Les empezaron a pagar por los dos servicios. La crisis, que pensábamos que sería momentánea, continuó y ellos lo dejaron como un trabajo ‘fijo”, explicó Aura Sarmiento, vecina del sector.

Desde entonces las personas tienen a un “cargador de confianza”, a quien ocupan frecuentemente para los mandados.

Vecino de Altos de Lídice | Foto: José Daniel Ramos (El Nacional Web)

Mientras tanto, en el Cementerio General del Sur, el señor Argenis Sánchez trabaja como sepulturero, aunque en sus ratos libres se dedica a subir agua por las empinadas calles del barrio Santa Eduvigis de la parroquia Santa Rosalía de Caracas a cambio de dinero o comida. Al día realiza hasta 30 viajes, dependiendo de la distancia que le toque recorrer. Esto equivaldría, si se toma como referencia el pago en Altos de Lídice, a BsS 30 (Bs 3.000.000) diarios o a 15 paquetes de comida por día. Al momento de estas entrevistas el salario mínimo integral mensual era de BsS 51,96 (Bs 5.196.000).

“Yo subo con un tobo en cada mano. Los primeros días me costaba y al día siguiente amanecía con dolores musculares en las piernas y en los brazos, pero ya me acostumbré”, narró Sánchez. Agregó que algunas personas le tienen confianza y le entregan sus tarjetas de débito para que compre comida en locales cercanos. “Yo les llevo el ticket con el monto para que vean lo que yo gasté con sus tarjetas”.

Argenis Sánchez, sepulturero del Cementerio General del Sur y cargador de agua en la parroquia Santa Rosalía | Foto: José Daniel Ramos (El Nacional Web)

En un principio Sánchez no pretendía tener como una “ganancia extra” este empleo informal; lo hacía solo para ayudar a la comunidad y como necesidad, porque él también debe cargar todos los días agua para su casa. “Esta agua que llega es una bendición que nos llegó del cielo, pero no deberíamos estar en esto. A cada rato subo y bajo. Cuando llueve se nos ensucia el agua porque se mezcla con la de la autopista; entonces no podemos cargarla”.


El Dato

En el informe del Observatorio Venezonalo de Conflictividad Social (OVCS) del mes de Julio se determinó que las fallas en el suministro de agua, cortes continuos del servicio eléctrico e irregularidades en la distribución del gas doméstico afectan la vida cotidiana de las familias y el desenvolvimiento de las actividades económicas, educativas, servicios de salud y recreación.


Los afectados en Caracas han notificado directamente a Hidrocapital la situación, aunque no reciben soluciones concretas por parte de las autoridades. “A mí me gustaría que alguno de esos directivos de Hidrocapital no tuviera agua por nueve meses, o que estuviera como nosotros, cargando 25 kilos de cada lado caminando hasta dos kilómetros”, denunció José Tortosa, de 56 años de edad, residente de Altos de Lídice.

Las fallas en la distribución del agua y la recolección de basura, los cortes eléctricos y la falta de transporte son problemas evidentes que progresivamente van desmejorando la calidad de vida de los ciudadanos; incluso con las medidas que ellos mismos han tomado para mitigar la crisis cotidiana.

Vecino de la Parroquia Santa Rosalía en la única toma de agua cerca del barrio Santa Eduvigis, ubicada entre el Cementerio General del Sur y la autopista | Foto: José Daniel Ramos (El Nacional Web)


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