Si a Caracas llegara el caudal de 18.000 litros por segundo de agua potable que necesita para abastecer todas sus zonas, las tuberías estallarían. Toda la red, en unos tramos más que en otros, presenta deterioro, afirman ingenieros, basados en un cuidadoso seguimiento. No existe un diagnóstico oficial del estado de la distribución que surte a la Gran Caracas, 

“La falta de mantenimiento ha sido prolongada y lo poco que se ha hecho, limitado a correctivos por fugas y por roturas importantes, ha sido insuficiente”, señala Yuri Medina, jefe del Departamento de Ingeniería Hidráulica de la UCV. 

Un programa de sustitución anual y progresiva de los tramos obsoletos contribuiría a recuperar el suministro regular, pero no hay información de que el gobierno lo esté planificando, aseguran especialistas. Y tampoco creen que lo hará.

Renovar un metro de los 5 millones y medios de metros de tubería cuesta aproximadamente 20 dólares, lo que significa un costo total de 110 millardos de dólares, de acuerdo con cálculos de Norberto Bausson, ex vicepresidente de Operaciones de Hidrocapital (1991-1998). “Pensar en reponer tuberías con métodos convencionales es una utopía; es muy difícil por los costos, las complicaciones constructivas y operativas. La renovación depende de la capacidad financiera y técnica que se tenga, y hay que desarrollar tecnologías no convencionales (robóticas) para rehabilitar las redes”.

Además, la sustitución de tramos importantes en zonas complicadas como el centro de Caracas, las avenidas principales o sitios de alta densidad poblacional, exige que se elabore antes un plan de diagnóstico y medición. 

Se diluye la capacidad

 La falta de atención y de inversiones obliga a comunidades, asesoradas por expertos, a buscar fuentes alternas de suministro en la capital. Y es que la red de distribución no aguanta la presión ni la cantidad de agua, para lo cual fue diseñada. Tampoco las válvulas o sistemas de bombeo están calibrados para operar.

“Las tuberías podrían llegar a una década de vida útil, en condiciones operativas convenientes. Pero a costo de grandes fugas, restricciones operativas y déficit de la entrega de caudales con presiones adecuadas”, advierte Bausson.

Los tramos de acero, que representan los principales y más grandes conductos en la capital, están a punto de colapsar. “Por las altas presiones que manejan, los alimentadores principales fueron construidos de acero en la década de los años 80, y su vida útil no es mayor de 35 años, por lo que ya están en tiempo de sustitución o rehabilitación”, explica el ex vicepresidente de operaciones de Hidrocapital.

La decrepitud abarca todo el sistema. Las zonas bajas de Caracas, consideradas las más antiguas en construcción, tienen redes de la década de los años 50. “Fueron hechas o reestructuradas para recibir y distribuir aguas del Tuy I, que data de los  años1950-1958”, refiere Bausson.

La otra área, correspondiente a este, norte, sureste y sur de la ciudad, data en su mayoría de 1960 a 1970, cuando se construyó el Tuy II, inaugurado en 1967.

El resto de la red y de las aducciones principales son de los años1970-1980, cuando se construyó el Tuy III.

Las estaciones de bombeo también operan desde esas épocas, por lo que requerían de mantenimiento intensivo.

“Solo un personal con herramientas técnicas de alto nivel puede emprender estas tareas, pero no hay gente capacitada en la magnitud y diversidad que se requiere; hay que pedir ayuda afuera”, precisa Bausson.  

Medina considera que asegurarle más tiempo a la red solo es posible con un viraje absoluto de la gestión de agua, desde los embalses hasta la distribución.

“Hay varios componentes en el sistema de abastecimiento. Culminar finalmente el Tuy IV no garantiza que el suministro se normalizará; porque existe el problema de la distribución, pero no es el único. Las líneas de aducción no pueden ser desvinculadas del sistema eléctrico, que ya sabemos cómo está, y tampoco de las plantas de tratamiento. Pero el componente decisivo es de gestión, de capacidad para manejar el servicio. De otra manera no llegará el agua a Caracas con la calidad, la cantidad y la continuidad requeridas”, dijo la académica.  

En busca de pozos

No hay forma de sustituir la red ni el sistema de acueductos porque la capacidad hídrica del Valle de Caracas no es suficiente para eso, dice Norberto Bausson, ex vicepresidente de Operaciones de Hidrocapital. Ante las penurias de la sequía, los caraqueños comenzaron la búsqueda de fuentes alternas, más allá de las costosas cisternas. “La posibilidad de dar agua desde fuentes subterráneas o desde fuentes superficiales en la ciudad es buena si escogemos los sitios adecuados y pudiéramos abastecer hospitales, colegios, industrias alimenticias y sectores críticos”.  El uso de aguas subterráneas es una salida ante la desidia gubernamental. “Esa opción no es la mejor por costos (hasta 10.000 dólares), pero es la posible”.


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